Voces del Periodista Diario

Estamos fatalmente condenados a la victoria

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

En 1968, presente lo tengo yo, el Comité Central del Partido Comunista ejecutó secretas maniobras para frenar al Consejo Nacional de Huelga que catalizaba la conducción del Movimiento Estudiantil. Después se sabría que el presidente de aquel órgano, Arnoldo Martínez Verdugo, habría tenido sigilosos contactos con representantes del PRI, dispuestos éstos a sofocar la resistencia de las izquierdas contra el régimen.

En años previos, la participación estudiantil en la política la dirigía la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), cuyas bases más nutridas se movían en el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

En el 68, hicieron sentir su presencia cuadros de las Juventudes Comunistas, cuya federación operaba en bajo perfil. Esos cuadros eran preferentemente urbanos y su espacio de acción eran los campus universitarios, con escasos vínculos con la juventud obrera y campesina.

De aquella federación, recordamos una sonora consigna: El futuro no es capitalista/ es del nuevo mundo/ obrero socialista.

El PCM logró registro en 1978 sólo para que sus líderes lo liquidaran

La crisis del 68 auspició la aparición de la Liga Comunista 23 de Septiembre, que optó por la acción armada, reprobada por el CC del PCM. Ya se gestaba la pugna entre renos (renovadores) y dinos (dinosaurios) en el interior del partido fundado en México entre 1918 y 1919.

Después de largos periodos de proscripción, el PCM logró su registro oficial en 1978, sólo para extinguirlo meses después en nombre de una alianza denominada Partido Socialista Unificado de México (PSUM), en el que fueron diluyéndose los fundamentos ideológicos que identificaron al Partido del Proletariado mexicano.

Como producto del PSUM, surgió entre 1988 y 1994 la generación de los comunistas Pronasol (en mérito a sus servicios al Programa Nacional de Solidaridad, del primer gobierno priista tecnocrático).

Vamos a una retrospectiva testimonial: Durante el periodo cardenista no fue precisamente el PCM el que jalonó la lucha de la clase trabajadora. Estuvo a la vanguardia la Confederación de Trabajadores de México (CTM), una de cuyas operaciones fue la creación de las Ligas de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos. En aquellos años se acuñó la optimista convicción con la que encabezamos esta entrega: Estamos fatalmente condenados al éxito. Frase para los bronces.

El reparto agrario como fuente de la propiedad social de la tierra

Desde esa perspectiva es que rendimos memoria a protagonistas de primera línea en la lucha agrarista desde 1936: El coahuilense Arturo Orona Gámez, nacido poéticamente, en medio del desierto, en la ranchería Flor de Jimulco.

Fue en la Comarca Lagunera donde, después del reparto agrario, emergió la Unión de Sociedades Ejidales, de corte colectivista. La segunda afectación de tierras más importante se registró en el Valle del Yaqui, Sonora. Desde la titulación de los ejidos, se produjo la discordia entre colectivistas e individualistas. Entre los primeros sobresalió don Bernabé Arana.

En Sonora, originario de Cananea, seguimos el combate social de Jacinto López. Más tarde de Ramón Danzós Palomino. De aquella estirpe vimos después, si bien militante de la CNC, a Ignacio Martínez Tadeo, reputado entre sus correligionarios como El Yaqui justiciero. Éste ya estaba en activo cuando el presidente Luis Echeverría expropió a mediados de los setenta los latifundios de El Yaqui y El Mayo.

Los viejos titanes Valentín Campa y Demetrio Vallejo

En otra vertiente, la sindical-obrera, tuvimos vivencias periodísticas próximas a Valentín Campa y Demetrio Vallejo. Cercano al luchador oaxaqueño, estuvo el paisano sinaloense Gilberto Rojo, quien acompañó al líder ferrocarrilero en las celdas del Palacio de Lecumberri, en donde Campa fue huésped frecuente.

Vale el dato de que, cada uno en su turno, Danzós Palomino y Valentín Campa, durante la segunda mitad del siglo pasado, contendieron en elecciones presidenciales, sin registro. No llegaba aún la Gran Reforma Política 1977-1978.

De la lucha magisterial-universitaria en Sinaloa, conservamos la memoria del profesor Jesús Lazcano Ochoa, quien, desde las delegaciones más populosas del Distrito Federal, impugnó la desaparición del PCM, operada por su coterráneo Arnoldo Martínez Verdugo.

La perversión: La izquierda políticamente correcta (Los chuchos)

Toda la relatoría anterior concluye en que, desde el tronco bicéfalo Juventudes Comunistas-Liga 23 de Septiembre, se desprendieron cuadros que, sin tener membrete aborrecido, se incorporaron y permanecen especialmente en la burocracia legislativa. Algunos cruzados, en la tribu mayor del Partido de la Revolución Democrática, la izquierda políticamente correcta: La de Los chuchos.

A propósito del profesor Lazcano Ochoa, nos ha conmovido que, en años recientes, una joven generación metropolitana siga bregando bajo las siglas del Partido Comunista Mexicano, celebrando en 2019 el primer centenario de su fundación.

Morena y la 4T no marcan un camino revolucionario

La última evocación de esa denominación se la habíamos escuchado al bajacaliforniano Rafael Aguilar Talamantes (+), líder juvenil histórico desde los años sesenta, en heroicos y frustrados esfuerzos por acreditar una representación orgánica unitaria de las verdaderas izquierdas mexicanas.

El pasado 29 de febrero, aquí, al lado, nos estremeció el canto de La Internacional. ¿Qué nobles y trasnochadas animas recuperaban de sus cenizas la esperanza?

Nos acercamos a la sala: Camarada, fue el saludo. Se trataba de una sesión de Rumbo Proletario/ Colectivo de Reflexión en Acción. Pocos, pero escogidos, dice la sentencia. El 95 por ciento de los congregados rebasa con creces los sesenta años de edad.

Una advertencia está impresa en la convocatoria: Morena y la 4T no marcan un camino revolucionario. Por algo lo dirán. Si valen nombres, los tomamos de la mesa de moderación: Jorge Hernández, Lauro Castello, Benito Collarles, Juan Pablo Jordán… Salud.

Una concesión a la nostalgia hoy, que, casualmente, el Partido Revolucionario Institucional se siente con bríos para “celebrar” el 91 aniversario de la fundación del Partido Nacional Revolucionario, que nació para cerrar el ciclo de los caudillos y hacer de México un país de instituciones y de leyes. Así como usted lo escucha. Es cuanto.

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