Voces del Periodista Diario

Hace falta la tercera Declaración de Independencia

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

(La primera fue de Hidalgo; la segunda, de Cárdenas)  

No digamos que todos, sí algunos, hablan desde el 1 de julio de una nueva era. Cuando uno ha recorrido ya varios ciclos biológicos y ha pasado por intervenciones a corazón abierto, y circula sobre cuatro puentes, cultiva sin embargo la esperanza de que un anuncio de tal magnitud no signifique más de lo mismo. ¡Cuidado!

Creemos recordar que por ahí, en algunas líneas de la Constitución, se advierte que no son permisibles los regímenes de excepción. De lo que sí estamos seguros es de que, entre la retacería constitucional, permanecen dos promesas fundamentales: 1) La Nación Mexicana es única e indivisible, y 2) Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos.

La agenda nacional está primada por la transición presidencial. Es el territorio en el que se habla de la “nueva era”.

La sociedad civil, ¿protagonista primordial?

Viejos practicantes del oficio periodístico, no hay poder que nos disuada de ver cumplido un imperativo: Si se pretende, de veras,  una transformación de la República, como lo dictan nuestras propias experiencias históricas no debe dejarse de lado que la protagonista primordial, es la sociedad.

Dicho con precisión, la civil, a fin de distinguirla de la sociedad política o religiosa, para colocar la tipología en un marco sociológico.

En el movedizo interregno de otoño, brotan como hongos foros y más foros para esto y lo otro: Espacios para rectificaciones de compromisos en campaña, nuevos matices retóricos y forzada aplicación de reversa en proyecciones programáticas básicas. Todo en nombre de la reconciliación.

Antes, durante y después de las campañas presidenciales, en los espacios de debate público y, sobre todo, en el privado, han tenido sitio privilegiado los hombres de negocios. Como llegó a decir alguna vez Plutarco Elías Calles, los reaccionarios también son mexicanos. Vale.

La semana pasada cerró con foro en el que tuvieron la voz cantante los personeros de la Asociación Mexicana de Empresas de Hidrocarburos y de la Asociación Nacional de Productores de Hidrocarburos. Por supuesto, el tema fue el de la Reforma Energética.

Remitimos al lector a las crónicas respectivas. Acaso ahí encuentre alguna mención de las consecuencias reales de esa reforma, que algunos incómodos detractores han catalogado como contrarreforma petrolera.

Asignatura pendiente: La Gran Reforma del Campo

Restan escasas ocho semanas para la transferencia de la banda presidencial. Queda todavía mucha agua por correr bajo los puentes. Acaso en el recorrido pendiente aparezca la convocatoria a ver hacia nuestros mares.

Ahí está también el aún incierto futuro del petróleo; pero, sobre todo, el gran depósito para al menos intentar nuestra soberanía alimentaria, a fin de no andar apelando a cruzadas nacionales contra el hambre, signo de la crisis humanitaria, no resuelta con costosas importaciones de productos agropecuarios.

Ilusos, como seguimos siendo, no perdemos la esperanza de reportear los foros para la Reforma del campo y su consustancial, la Reforma del trabajo.

El amoroso cuidado de la tierra productiva

¡Qué le vamos a hacer! Sólo mencionar esas políticas públicas, puestas constitucionalmente bajo tutela del Estado, nos gana la nostalgia, que nos incita al ejercicio memorioso, al fin nativos del viejo estado de Occidente, donde hemos visto en acción a los antiguos agrotitanes en los valles de Culiacán, El Fuerte, El Mayo, El Yaqui y San Quintín, en Sinaloa, Sonora y Baja California.

Agricultura para principiantes: Supimos en nuestras mozas misiones reporteriles que barbecho consiste en la obligada voluntad de mantener productiva la tierra, liberándola del ataque de patógenos que la contaminan y la pudren.

Consiste el proceso en interrumpir la siembra o rotarla uno o varios ciclos vegetativos para almacenar materia orgánica y humedad naturales. Sin cultivo, los predadores -plagas, malas hierbas, etcétera-  pierden su hospedería.

El rastrojo, parte de la vieja cultura agrícola, se aplica dejando troncos y hojarasca después de la siega de determinado producto, a fin de que funcionen como abono para el siguiente ciclo; cañero, hortícola,  por ejemplo.

Procesos de naturaleza rudimentaria, sin embargo fueron la base para que México fuera autosuficiente para cubrir su mercado interno de alimentos y de insumos para la industria.

El laureado mito de la Revolución verde

Supimos también algo de los aminoácidos. Primero, que no son nutrientes naturales. Las plantas deben disponer de 12 nutrientes naturales, entre los que son indispensables los minerales, de los que carecen los aminoácidos, procesados en laboratorios químicos.

En determinado momento, podemos datarlo entre los años sesenta y setenta, se nos encandiló con la revolución verde, galardonada con el Premio Nobel de la Paz. Se practicó experimentalmente en los valles de El Yaqui y El Mayo, Sonora.

El uso abusivo de los aminoácidos artificiales degradó la calidad de la tierra de aquellos valles. Pero la “revolución verde” abrió el horizonte a las ambiciones trasnacionales con la mira puesta, más que en la productividad, en la rentabilidad económica.

Artero ataque al sector social de la economía

Durante el medio siglo siguiente, la política gubernamental neoliberal para el campo se reorientó hacia la agricultura de exportación: Privilegió  a los viejos y nuevos latifundistas y a las trasnacionales del ramo.

La contrarreforma agraria de 1992, que se basó en el señuelo de la economía a escala, atacó al sector social del campo, exponiendo la posesión del ejido y la comunidad agraria al apetito de terceros, incluyendo los cárteles de la droga. El ejército de reserva para esos intereses lo forman más de siete millones de jornaleros; ex ejidatarios o ex comuneros la gran mayoría.

Así llegamos a la sustitución  de semillas naturales para la siembra rural, por las transgénicas. De rentabilidad económica se trata: Lo transgénico, es artificio de sabor, color y forma. La semilla transgénica, importada por añadidura,  cuesta trece veces más que la natural. El negociazo consiste en que sólo se puede usar para un ciclo agrícola. ¿Y los siguientes? El mismo yugo.

Monsanto, la reina del monopolio agrícola

Para colmo, esa semilla importada tiene que ser tratada con productos químicos -herbicidas, entre ellos-, también importados. El monopolio de ambos mercados lo ejerce la trasnacional Monsanto, dueña del 90 por ciento de las patentes.

La falta de control del uso de esos productos químicos, termina invadiendo lechos de aguas subterráneos.

El costo de “la modernidad” hipoteca la economía del productor mexicano; se proyecta en la contaminación ambiental, que destierra a generadores y dispersores, apícolas verbigracia,  de polen, afectando otro tipo de siembras.

Para la salud humana: Generación de alergias e intolerancias alimentarias, que agotan la resistencia a los antibióticos. Todo, en aras del valor agregado, que viaja con rumbo a las tesorerías de las matrices trasnacionales.

Lo que nos trajo el Tratado de Libre Comercio

Aquí detenemos la secuencia para volver a la década de los noventa. Y topamos con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Por este instrumento, México fue obligado a cesar todo subsidio público al campo.

Sumiso, el Estado neoliberal se plegó a la exigencia, lo que no evitó que Washington siguiera subsidiando a sus granjeros y exportadores, proveedores ahora insustituibles del mercado de alimentos mexicano.

A un corte de dos décadas del TLCAN, la dependencia de alimentos del exterior, pasó de 10 a 43 por ciento. Las importaciones de maíz de 17 a 33 por ciento; de trigo, de 34 a 65 por ciento; de arroz, de 60 a 85 por ciento. A qué seguir con los porcentajes.

Qué sería de México sin nuestros tranterrados

En números absolutos, pasamos a los billetes verdes: De 1994 a 2015, el desembolso de dólares se disparó de mil 800 millones a 21 mil 407 millones de dólares… y contando, mientras que la divisa sigue por arriba de los 19 pesos y el ingreso petrolero está siendo rebasado ya por el gasto en importación de derivados.

Balanza comercial deficitaria en esos dos renglones. Nos salvan las remesas enviadas por nuestros transterrados en los Estados Unidos, ya por encima de los 26 mil millones de dólares al año. Otro máximo histórico en el sexenio.

En su Índice Global de Seguridad Alimentaria, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación coloca a México en el lugar 30 entre 105 países evaluados con infraestructura agrícola débil y un alto grado de dependencia del exterior.

Pedimos al lector perdón por ocuparnos de temas tan prosaicos. Es cuanto.

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