Voces del Periodista Diario

Impunidad, ¿hasta dónde nos vas a llevar?

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

En estricto rigor poético, ¿es la corrupción la peste más letal que devora las entrañas de México? Si concediéramos que la corrupción fuera un efecto, ¿cuál sería la causa

Sin meternos a especular si fue primero el huevo o la gallina, lo que nos queda claro es que, si toda pandemia tiene una cepa, lo más peligro es el vector. El que la propaga: En el caso de la corrupción, el vector es la impunidad.

La impunidad, se ha “institucionalizado” de facto como política de Estado. Para efecto de este tema, la corrupción empieza en la ventanilla o en el privado de un empleado o de un alto funcionario público corruptible, al que asiste un corruptor urgido de sacar fast track un trámite administrativo; un contrato o una concesión públicos.

La institución del primer “círculo virtuoso”

Si buceamos un poco en el expediente, podemos localizar el primer círculo virtuoso -así le llaman los tecnócratas neoliberales- en la reforma a la Constitución promovida durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Atendamos dos que tres pistas referidas a las facultades otorgadas al Ministerio Público Federal, para el caso responsable de procurar justicia penal.

“El inculpado” que lo solicite, podrá lograr inmediatamente del juez la libertad provisional bajo caución, siempre y cuando no se trate de delitos en que, por su gravedad, la ley prohíba expresamente conceder el beneficio.

En casos de delitos no graves, a solicitud del Ministerio Público el juez podrá negar la libertad provisional, cuando “el inculpado” haya sido condenado con anterioridad por algún delito calificado como grave…  Todo un retruécano jesuítico.

El secreto del asunto, radica en que el fiscal es depositario de la facultad de establecer la gravedad o no gravedad del delito, en cuyo caso queda a su criterio el ejercicio o no de la acción penal.

No se juzgó sobre inocencia, pero vaya usted con Dios

Por esas cosas tan absurdas de la vida, se trate de delincuente primerizo o reincidente, en delitos de naturaleza económica el ministerio público es bastante flexible. “Es muy elástico”, suelen decir los litigantes que saben cual es el lado flaco del fiscal.

Lo que hemos visto a lo largo de casi tres décadas, es la recurrencia de los delitos contra la economía del Estado que, en última instancia, devienen  delitos de lesa economía popular.

Con independencia del volumen o valor del cuerpo del delito, caso en el cual el juez está facultado para imponer la caución o la reparación del daño, no son pocos los casos en que el ministerio público tipifica de no grave el crimen y puede abstenerse del ejercicio de la acción penal: Según el zapo, la pedrada.

Según zapo y pedrada, si el primero es gordo y de cuello blanco su libertad está garantizada. ¿Es esto impunidad? Si al pez grande no se le castiga, ¿por qué el charal no intentará en su charco emular la conducta del impune?

Queda un recurso más: Si la presión política o el escándalo en la opinión no le dejan otra vía al ministerio público, éste formulará el texto de consignación “del inculpado” ante juez, de tal manera que el juez, el tribunal unitario o colegiado o, en última instancia la Corte, encuentren deficiencias o faltas al debido proceso.

La sentencia dirá que no se resolvió sobre  la inocencia “del inculpado”, sino fallas en el procedimiento que violaron los derechos de defensa, audiencia o careo del criminal con sus acusadores,  por lo cual es procedente el auto de libertad.

Carta blanca para repetir las “hazañas”

El círculo virtuoso se cierra cuando los criminales vuelven a las calles o aun a otro puesto público diferente al que ocupaba cuando y donde perpetró el pillaje, a disfrutar  del cuerpo de delito o a repetir sus trapacerías.

Es posible entonces que al liberado se le descongelen las cuentas bancarias que le fueron aseguradas o se les restituya el dominio sobre bienes que le fueron incautados como prueba de su enriquecimiento inexplicable. Impunidad, ¿hasta dónde nos vas a llevar? Es cuanto.

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