Voces del Periodista Diario

Impunidad, ¿hasta dónde nos vas a llevar?

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Según es del dominio público, después de incontables y reiteradas denuncias de contadores y abogados fiscalistas, por fin el Servicio de Administración Tributaria (SAT) reconoció que en México operan cientos de empresas fantasma que expiden miles de facturas falsas con las que defraudan miles de millones de pesos contantes y sonantes.

Dichas “empresas” forman un círculo virtuoso en que, a manera de carrusel, se facturan entre sí, de tal suerte que a la autoridad recaudatoria de impuestos se le dificulte encontrar el hilo de la madeja. Algunos le llaman a eso, ingeniería financiera.

De lo anterior sigue que, cuando esas firmas etéreas son sorprendidas con las manos en el fraude, así sean penalizadas, cambian de membrete y… a darle, que es mole de olla.

Ocurre algo parecido a lo que hacen “servidores” del Estado. La Secretaría de la Función Pública documenta sus trapacerías. Sólo por excepción, les abre causa judicial. En la mayoría de los casos, a más del anonimato asegurado, dicta sanción inhabilitándolos para continuar en el servicio público por determinado y generalmente breve periodo.

Esos rapaces salvan la situación de cesantía buscando su recolocación en otra dependencia del Estado. Y a seguir delinquiendo con mexicana alegría.

Es la subcultura de la corrupción y de la impunidad. El cuento de nunca acabar.

Si no les gusta mi membrete, aquí tengo otros

Existen evidencias bastantes de que, particularmente en el sexenio de Enrique Peña Nieto, no pocas empresas constructoras favoritas fueron pilladas incumpliendo especificaciones y normas en contratos de obras y servicios públicos, alargando plazos de entrega y alterando al alza los presupuestos iniciales que condicionaron la licitación; si es que la hubo.

Esos corporativos utilizan membretes alternos y siguen disfrutando del festín.

Tráfico con la salud, crimen de lesa humanidad

No tenemos a la mano un código de ética (generalmente esas firmas tienen también como concesión la autorregulación) ni un código penal, pero sospechamos que, entre los delitos económicos, el tráfico con la salud equivale a un crimen de lesa humanidad. Quién sabe si a genocidio.

Hace aproximadamente un mes, en campaña por la presidencia del PRI, el ex secretario de Salud, José Narro Robles de Peña Nieto, fue presentado en directo, en vivo y a todo color en una cadena de televisión metropolitana.

El compareciente fue sacado de onda cuando su entrevistadora insistía en que respondiera a la especie de que, durante su gestión, hubo huachicoleo con medicamentos adquiridos para dependencias de Salud y Seguridad Social. Obviamente, la respuesta quedó entre corchetes.

¿También incurren en prácticas monopólicas?

Retomamos la cuestión, porque la Secretaría de Hacienda y Crédito Público acaba de ser instruida para que, en lo sucesivo, tres empresas proveedoras del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, sean excluidas del padrón de proveedores: Veto o inhabilitación, lo mismo da al resultado ulterior.

Esas firmas, son Fármacos Especializados, Distribuidora de Medicamento y Equipo México, y Maypo. En 2018, fueron beneficiadas con adquisiciones del orden de más de más 34 mil millones de pesos; 62.9 por ciento de las compras totales.

Debe ser la Comisión Federal de Competencia Económica la que sepa si esa concentración configura alguna forma de prácticas monopólicas, que teóricamente se suponen penalizables.

La burra no era arisca, a palos la hicieron

La pregunta pertinente es, esas firmas, para todo efecto, ¿tienen un registro único o dispersan su denominación social en otros membretes para continuar en el mismo ramo?

Decimos, la burra no era arisca, a palos la hicieron: Un billón de pesos al año cuesta la corrupción de las asociaciones público-privadas. En los Estados Unidos, se tipifican ciertos crímenes como conspiración para delinquir. En México, la máxima es: El que no transa, no avanza.

Impunidad, ¿hasta dónde nos vas a llevar? Perdón, esta es letra de bolero. Es cuanto.

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