Voces del Periodista Diario

La balanza agroalimentaria, ¿un espejismo?

Ruta México

Por Álvaro Aragón Ayala

Si el Covid-19 es el factor principal que incidirá en la contracción del PIB mexicano a una tasa de menos 6 por ciento en 2020, no estorba que los tributarios primarios a la producción nacional se pongan en guardia sobre los impactos que las medidas restrictivas para contener la pandemia descargan sobre el campo.

Nos referimos puntual y expresamente a la balanza agroalimentaria -exportaciones contra importaciones de productos agrícolas,  pesqueros y agroindustriales-, que en el primer bimestre del año pintaba muy bien en favor de México; esto es, días antes de que el coronavirus empezara a elevar su curva en territorio nacional.

Hasta febrero -cuando prácticamente se cerraba el ciclo de invierno de cosecha de legumbres y hortalizas en los valles del noroeste del país– la balanza confirmaba una tendencia de 25 años de superávit, que se sostuvo de 2014 a la fecha del corte bimestral.

En ese periodo, las exportaciones de los productos clasificados párrafos antes obtuvieron un valor de 6 407 millones de dólares, por encima de los ingresos por turismo, remesas y petroleros.

Subyacente, amenaza arancelaria a la agricultura de exportación

En cuanto a productos agrícolas, aparecen en la punta el aguacate y el tomate. Entre los productos agroindustriales, el tequila y el mezcal.

El motivo de la advertencia con la que abrimos esta entrega, es que, en el caso especialmente del tomate, los competidores estadunidenses presionan a Washington para la imposición de aranceles bajo el supuesto de dumping. El presidente Trump ha sido muy obsequioso con sus granjeros.

Aleatoriamente, el corte de la balanza agroalimentaria, como lo indicamos antes, es a febrero. El próximo 1 de julio entra en vigor el T-MEC. En este punto, vale recordar que, desde mediados de 2019, el inquilino de la Casa Blanca reveló que el gobierno mexicano asumió el compromiso de elevar sustancialmente la cuota de importación de productos agropecuarios para consumo alimenticio: Granos, lácteos y algunos cárnicos.

Si bien desde el punto de vista práctico ese compromiso no afecta a la agricultura de exportación -a no ser por la política arancelaria estadunidense-, el sector que resentirá el incremento de las importaciones agropecuarias es aquél del que depende la economía rural, en la que participan ejidatarios, comuneros, colonos y pequeños propietarios.

En la reasignación del Presupuesto, el campo no es prioridad

De lo que se colige que, aun siendo reales los datos positivos de la balanza agroalimentaria, pueden terminar en un espejismo si en las prioridades del plan de emergencia para relanzar la economía nacional no se considera el rescate del sector primario, que aporta productos agrícolas y pesqueros e insumos a la industria en el mercado interno.

Es ilusorio tratar de reconstruir las cadenas de valor domésticas, si el eslabón sobre el que gravita la pretensión de lograr la soberanía alimentaria permanece ignorado.

En suspenso aún la reforma a la Ley Federal de Presupuesto para reasignar el gasto de la Federación en 2020, lo peor es que hasta ahora no se ven señales claras de que el campo vaya a ser favorecido, a la luz del hecho de que en el decreto correspondiente de diciembre la agricultura sufrió un recorte fluctuante en 30 por ciento para este año.

Urge reparar ese entuerto en el crítico escenario que nos está dejando el Covid-19.

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Redacción Voces del Periodista