Voces del Periodista Diario

La Revolución yace en su museo subterráneo

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Siendo -como somos-, de modelo antiguo, profesamos una incurable fascinación por el santoral republicano. A estas alturas del neoliberalismo, creemos, sin embargo, que cada efemérides es oportunidad para acudir a las fuentes de nuestra memoria histórica, en la que radica lo que nos queda de identidad nacional.

Esas grandes fechas, son ahora indicadas como feriados o días de descanso obligatorio en los que el burococo se dedica a retozar.

En los medios de comunicación electrónicos metropolitanos, cada amanecer escuchamos la cita del aniversario del nacimiento de alguno de los Beatles, de una luminaria de la farándula o de una estrella del fútbol. Sus hazañas son descritas con pelos y señales; hasta con falta de ortografía.

Esas emisiones diversionistas , como les llaman en el Cono Sur, pretenden que el imaginario popular se olvide de la tragedia cotidiana de la sociedad  y la familia, sometidas en estos días al desgarramiento y al luto de viudas y huérfanos, marca de la casa del México en Paz.

Un terco llamado a la reconciliación nacional

En ese ese escenario en que, en el periodo de transición presidencial, se insiste tercamente en el llamado a la reconciliación, después de que en los tres recientes años han sido desoídas las convocatorias a la unidad y a la defensa de la dignidad y la soberanía nacional. ¡Qué pena!

Peatones profesionales, por lo menos una vez a la semana ambulamos por la que todavía se llama Plaza de la República. En su centro está el Monumento a la Revolución y sus coordenadas tienen al poniente la Avenida de los Insurgentes, cruzada diagonalmente por la Avenida de la Reforma.

¿En qué reparamos en esos recorridos solitarios? En un radio de menos de cien metros, se condensa lo que ahora se enuncia como cuarta transformación de La Republica. Buena rima.

Madero, Carranza, Villa, Obregón, Calles y Cárdenas

La asociación de ideas nos pone en este punto: En el Monumento a la Revolución yacen los restos de Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Francisco Villa,  Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río. (La familia de Emiliano Zapata prefirió Cuautla para mantener el reposo del Caudillo del Sur.)

Villa, en pleno fragor de la revolución constitucionalista, chocó en el campo de batalla contra Obregón y en automático con el  carrancismo. En el crimen contra Carranza estuvo involucrado Obregón.

Obregón fue asesinado en 1928 después de su reelección como Presidente. El atentado fue atribuido por los obregonistas a Calles.

Hasta donde vamos, los protagonistas nombrados fueron combatientes armados  y actores en la tercera transformación de la República.

Calles y Cárdenas también lo fueron, en determinados periodos en el mismo bando. La ruptura entre ambos generales se produjo cuando El Gran Expropiador fracturó el Maximato que detentaba tiránicamente el sonorense.

19 de octubre: Calles y Cárdenas unidos en un mismo sepulcro

Nuestro recorrido de esta mañana por la explanada del Monumento a la Revolución lo motivó el santoral republicano: Hoy es 19 de octubre. Esta fecha, en 1945, murió el sonorense. En 1970 el michoacano. Todavía hasta este año las rivalidades entre las familias sonorense y michoacana estaban vivas.

El factor que pretendió disolver los desencuentros de los bandos militares en pugna hasta la llegada al poder del general Manuel Ávila Camacho, se encontró en la denominada Familia Revolucionaria, catalizada eficazmente en el seno del Partido Revolucionario Institucional.

Si vale el dato, un descafeinado Álvaro Obregón hijo llegó a gobernar Sonora. Décadas después, Michoacán fue gobernado por el hijo del general, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el nieto Lázaro Cárdenas; el primero nominado por el PRI; el segundo por el PRD.

La Familia Revolucionaria fue vista como tal en 1988, en el anual desayuno de la unidad después del último informe del presidente Miguel de la Madrid.

1988: Vino el remolino y nos alevantó

Vino el remolino y nos alevantó. El Estado neoliberal se gratificó con la polarización del pueblo mexicano: Los de abajo volvieron a estar más abajo aun.

Después del asesinato de Obregón en 1928, Calles acometió un esfuerzo de reconciliación con la creación del Partido Nacional Revolucionario. Por aquellos días el sonorense sostenía que los reaccionarios también son mexicanos.

Cuando Cárdenas refundó el partido como de la Revolución Mexicana se acuñó el lema: Por una democracia de los trabajadores.

Ávila Camacho quiso que el partido fuera Revolucionario Institucional. En 1988 el PRI, más institucionalizado que revolucionario, entregó el poder presidencial a los tecnócratas neoliberales.

En 2000, los tecnócratas neoliberales entregaron Los Pinos al PAN. Los votantes devolvieron Los Pinos al PRI en 2012. Sueño de una noche de verano, que termina en pesadilla.

¿Existe partido para conducir la cuarta transformación?

Desde 1988, el priismo se quedó sin partido. En 2000, el panismo ganó el poder, pero perdió el partido. ¿Tiene la cuarta transformación partido para conducir la hazaña del cambio radical?

Santoral republicano, ¿nos vemos el próximo 20 de noviembre en el Monumento a la Revolución o dejamos la Revolución en su museo subterráneo? Es cuanto.

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