Voces del Periodista Diario

La voluntad de Dios, en los bueyes de mi compadre

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Símbolos transparentes del subdesarrollo político y de la resistencia al cambio: Al menos desde 2004, en que se perfiló la figura del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, como potencial candidato presidencial para 2006, sus detractores lo acusaron de polarizar a los mexicanos.

Ya formalizada la candidatura y en campaña, los acusadores del redentor tropical, según lo motejaron, lo pusieron en carteleras como Peligro para México.

Pasada la elección presidencial de 2006, desde las mismas troneras se dio un giro al libreto: El anarquista manda al diablo las instituciones.

Entre una etapa y otra, las mismas voces empezaron a hablar de los sembradores de odio, con dedicatoria expresa a los simpatizantes del tabasqueño.

Sólo los enceguecidos no ven el México profundo

En el repaso de ese tipo de literatura mediática de tres sexenios, no encontramos una sola alusión al fenómeno monumental, latente en la realidad mexicana: El México profundo.

Con cierto desde insultante, ya inaugurado el periodo neoliberal, algunos mandarines rescataban un viejo aporte del Darwinismo social: El centro piensa/ el norte trabaja/ el sur sueña.

Era la cínica manera de tratar de justificar la existencia de Dos Méxicos: El próspero norteño y el excluido sur, del que se ha escrito habitan los más pobres entre los pobres. A mitad del esquema, la aristocracia de la burocracia pública.

Agencias de la ONU, entre ellas el Banco Mundial; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y, particularmente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al evaluar la situación socioeconómica de los mexicanos han puesto el acento en un hecho incontestable: El injusto reparto de la renta nacional profundiza las estructuras de la desigualdad.

Abolición en México de la Justicia Social

Al iniciarse en la década de los ochenta la implantación del Estado neoliberal, dos fines alumbraron el “camino correcto”: 1) La abolición de la Justicia Social, y 2) Al ser privatizados los entes públicos productivos y desregularizarse la actividad económica cobró cartas de naturaleza la institución de un nuevo corporativismo empresarial.

Ahora tenemos 16 plutócratas nominados en la lista Forbes de los más ricos del mundo. En el otro polo, 90 millones de mexicanos fluctuantes entre la pobreza “moderada” y la miseria.

La gestión del servicio público por los tecnócratas neoliberales generó un sistema de castas: De un lado, unos 25 mil altos mandos usufructuarios de todos los privilegios; en el otro polo: Unos dos millones de trabajadores de base; ambas categorías, divididas por una abismal brecha en sus prestaciones económicas y sociales.

Para 2017, las cuentas de la Administración Pública Federal aparecieron ya con un balance: El costo anual de la corrupción, es de más de un billón de pesos, muy por encima del gasto corriente que fondea anualmente el pago de remuneraciones a los servidores, no del Estado, sino del gobierno en turno o de sí mismos.

El acusado durante 15 años de polarizar a los mexicanos ha inaugurado su gestión tratando de atemperar, en el interior del propio gobierno, la opulencia y la miseria.

Ahora es satanizado por tratar de hacer efectivo el mandato constitucional en el sentido de que nadie puede tener remuneraciones mayores a la que percibe el Presidente de la República.

En acción La rebelión de las togas

El propósito ha desencadenado la Rebelión de las togas. En diversas plazas del país y en la Ciudad de México jueces de distrito y magistrados se han declarado en resistencia, rigurosamente orquestada y repercutida en los medios de comunicación metropolitanos.

Conmueve profundamente el discurso de la subversión: ¡Mexicanos! No lo hacemos por el dinero: Lo hacemos en defensa de la autonomía del Poder Judicial de la Federación. (Je je je)

En 2015, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó, por inconstitucional, la solicitud de que se sometiera a consulta popular la iniciativa de incremento a los salarios mínimos para garantizar a las familias la línea mínima de bienestar.

Ahora, el Tribunal Constitucional ha dado entrada a una acción de inconstitucionalidad contra la Ley de Remuneraciones, que ha quedado suspendida mientras se va al fondo de la Litis.

Existen de autonomías a autonomías

Sólo unas líneas finales: En algunas pantallas televisivas metropolitanas contamos poco más de 13 minutos de tiempo Triple A, a los cruzados por la autonomía del Poder Judicial.

En la misma barra noticiosa vimos en trece segundos el asalto encapuchado a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Una de las pintas dice: ¡Muerte a la Rectoría!

La “autonomía” de unos cientos de togados vale más que la autonomía de la Universidad Pública, que forma a millones de jóvenes mexicanos. Y se habla de Justicia. Es cuanto.

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Redacción Voces del Periodista