Voces del Periodista Diario

Les dejé un problema; lo convirtieron en crisis

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

(Instantáneas del Covid-19: La ecuación sanitaria se resume así: Vivienda+Agua=Salud. Un estudio colegiado bajo el rubro Condiciones de habitabilidad en las viviendas y el entorno urbano en su primer reporte divulgado la semana pasada concluye que las dos principales recomendaciones, quedarse en casa y lavarse las manos, son de difícil cumplimiento en las ciudades de México, Guadalajara, Cuernavaca, Toluca, Ciudad Juárez, Tijuana y Mérida por tres causas: 1) Vivienda precaria en renta, 2) Fraccionamientos con déficit de espacios públicos, y 3) Preocupación por el pago de hipotecas. Eso no es un descubrimiento. Es la confirmación de un estado socioeconómico que viene de décadas.

En diez países de América Latina con mayor incidencia han muerto por Covid-19, 74 mil personas. En los Estados Unidos, con la mitad de la población de AL, 116 mil.)

La expresión inculpatoria con la que titulamos esta entrega la pronunció el ya ex presidente Carlos Salinas de Gortari cuando estalló el maquinado error de diciembre de 1994. El 1 del mismo mes pero de 1988, en su  toma de posesión, CSG anunciado en su mensaje: Hoy empezamos a dejar atrás la crisis.

En el sexenio 1982-1988 Salinas de Gortari despachó como secretario de Programación y Presupuesto, mismo encargo que asignó a Ernesto Zedillo Ponce de León al iniciar su mandato presidencial. La ruptura entre ambos personajes desde la perspectiva política tuvo signos reales; no así desde la ideológica. Ambos formados en universidades estadunidenses (CGG, Harvard; Zedillo, Yale) respondieron a los dictados del Fondo Monetario Internacional en lo general y a los designios imperiales en lo particular.

Estancamiento y severo deterioro de los niveles de bienestar

En la transición presidencial de 1988, cuando se inauguró el primer sexenio tecnocrático-neoliberal, la economía mexicana estaba lastrada por tres factores: Estancamiento, inflación y un severo deterioro del nivel de bienestar.

Para entonces, ya se sabía que la transferencia de recursos de la renta nacional al exterior alcanzaba la cota de 6 por ciento del PIB. La deuda externa estaba situada en poco más de 100 mil millones de dólares. Desde la misma toma de posesión, la administración salinista se dio como prioridad la renegociación de esos débitos.

El gobierno mexicano asistió, para ese fin, a las agencias financieras multinacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) y aleatoriamente, al Club de París.

Se aflojó un eslabón pero seguimos atados a la misma cadena

En julio de 1989, el secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella y el representante del sindicato de banqueros internacionales acreedores, John Reed, anunciaban el acuerdo firmado. Aquí se festinó que el arreglo reduciría en 40 por ciento las transferencias de la renta nacional al exterior. Se proclamó: La noche quedó atrás.

Pero el amanecer del día siguiente se vio nublado por otras espesas sombras: El convenio abría las esclusas del FMI, el BM, el Club de París y adicionalmente Japón, que pusieron a disposición de México unos 8 mil millones de dólares frescos para ejercerse a plazos de tres años. De nuevo, la vuelta a la  noria.

En mayo de 1990 salió el peine de pactos no revelados

Diez meses después, salió el peine: En mayo de 1990, el Congreso de la Unión, con la de Diputados como cámara de origen, fue convocado a iniciar el proceso de reprivatización del sistema de banca y crédito, hasta entonces bajo gestión del Estado.

Uno no puede calcular cuando el huevo de la serpiente reventará y de su cascaron saldrá el reptil con el tamaño y la fuerza de una Anaconda.

En estricto rigor, desde 1983, un año después de la expropiación de bancaria, se facilitaba la institución de una banca paralela a la nacionalizada: Casas de bolsa, arrendadoras financieras, aseguradoras y sociedades de inversión. En octubre 1987 cruje la Bolsa Mexicana de Valores. El crack rompe el esquema del primer Plan Nacional de Desarrollo (PDN).

Todo empezó con el globo de sonda del FICORCA

Ya estaba, no precisamente en sueños, el Fideicomiso de Cobertura de Riegos Cambiarios (Ficorca). No es necesario preguntar al servicio de quienes. Bajo la densa ola de la “desincorporación” del sistema de banca y crédito nadó el engendro del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).

El Fobaproa cobró estado real en los años siguientes: Su podrida panza absorbió papeles de deuda privados por unos 552 mil millones de pesos, clasificados como pasivos contingente. Cuando se gestó su conversión en Instituto Protección al Ahorro Bancario (IPAB), en 1999 la suma se había disparado a 873 mil millones de pesos, pasivos convertidos en deuda pública. No es ocioso recordar que en ese proceso se armó el primer rescate bancario.

Todas las marranadas protegidas por el secretario bancario

Al hacerse las primeras revisiones contables y legales del Fobaproa y entrar en acción la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cámara de Diputados, los hallazgos dieron con que su Comité Técnico no sólo carecía de reglas, sino que era rebasado con la autorización discrecional de acreditados -incluso no autorizados- con datos falsos, a sabiendas de que significaban quebrantos potenciales.

Hacia 2017, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), de manera sólo testimonial, informó que había emitido 62 opiniones de delito y promovido 65 averiguaciones previas. El dato que vale subrayar, es que la CNBV reconoció entonces que se carecía incluso del censo de beneficiarios de aquellas oscuras operaciones. (Aquí nos topamos como el cómplice secreto bancario y fiduciario.)

Cuando del asunto tomó nota la ASF, de 1996 a 2004 practicó 110 auditorías que dieron como resultado 238 observaciones y el ente propuso 323 acciones correctivas: Compras de cartera fueron incluidas indebidamente en los balances del Fobaproa-IPAB, dice parte de sus dictámenes sólo para aquel periodo.

A 2020, el IPAB acumula pasivos del orden de casi un billón de pesos: Sigue absorbiendo una descomunal rebanada del Presupuesto de Egresos de la Federación en cada ejercicio.

Perfecta sincronía entre los tres Poderes de la Unión

Acaso valga la pena una retrospectiva: Al iniciarse el proceso de desnacionalización de la banca promovida por el Ejecutivo, sus operadores colocaron juntos el remedio y el trapito. Entregado el sistema -superavitario, solvente y eficaz, según lo definió entonces Pedro Aspe- a manos particulares no profesionales en la disciplina, era de advertirse el desastre. De ahí el resumidero del Fobproa-IPAB.

Al buque insignia de la reprivatización bancaria se le acompañó con la flota de auxilio. En el mismo año en que el Poder Legislativo planchó la institución del IPAB (1998) se procedió a confiscar el viejo Sistema de Ahorro para el Retiro (de los Trabajadores, SAR) para ceder su gestión financiera a las Afore, cuyas franquicias fueron otorgadas en su mayoría a bolsistas y nuevos banqueros.

Para no dejar cabos sueltos, ese mismo año la Suprema Corte de Justicia de la Nación -en ponencia sobre contradicciones de tesis- sentenció dándole carta de naturaleza a la usura bajo el eufemismo de anatocismo, sustrayendo esta figura de la Ley de Instituciones de Crédito para remitirá al Código de Comercio.

Ese instrumento, obviamente, fue puesto al servicio de los acreedores, preferentemente bancarios, precisión necesaria habida cuenta que, cuando titulares de contratos de depósitos con la banca comercial pretendieron usarlo en su favor, los propios tribunales judiciales lo denegaron.  

En esa película queda evidente la perfecta sincronía entre los tres Poderes de la Unión.

Una productiva fábrica de criminales de cuello blanco  

¿Quién se opone ahora a que los fondos y fideicomisos, rentable negocio de los criminales de cuello blanco, sean sometidos a una profunda y reparadora profilaxis, como se ha propuesto en el actual Congreso de la Unión? Esa pregunta ni se pregunta.

Se pierde en la noche de los tiempos, pues, quienes lidiaron con  problemas y quienes los convirtieron en una eterna crisis. Es cuanto.

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