Voces del Periodista Diario

¿Llegará a ser Monterrey república independiente?

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Padre comerciante, hijo caballero… nieto pordiosero. En reciente entrega, nos referimos al proceso de decadencia ética de las estirpes regiomontanas, cuya actual generación es beneficiada por el centro con la privatizada asistencia pública, una de cuyas fuentes es la Lotería Nacional.

Algún despistado ciudadano que lee esta sección, nos remite unas líneas: En pleno el mes de la Revolución, las listas de resultados de los sorteos de la LN confirman que, providencialmente, siguen favoreciendo con las grandes bolsas a la capital de Nuevo León, uno de cuyos conspicuos personajes administra la Oficina de la Presidencia de la República.

Nos da pie ese indicio para hablar incidentalmente del Grupo Monterrey en una exploración editorial sobre el desarrollo de lo que se conoció como América Septentrional. A la capital de Nuevo León se le denomina Sultana del norte. A sus notables les gusta presentarse como regios.

Santiago Vidaurri amó intensamente a Maximiliano

No es gratuito el gentilicio: Nuevo Reino, es un registro en el periodo de la época colonial. A mitad del siglo XIX, en su pugna contra el liberal Benito Juárez, durante sus dos periodos como gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri Valdez y Borrego proclamó la Nueva República, independiente de la Federación mexicana.

Vidaurri, un republicano de ocasión, cambió de bando durante la intervención francesa y el pretendido imperio de Maximiliano. Pagó sus consecuencias.

Nuestro cuadrante es el norte de México y más al norte: Con la elección de Abraham Lincoln como presidente de los Estados Unidos, la supremacía blanca se sintió amenazada.

Los esclavistas sureños se proclamaron, en oposición a la Unión, Estados confederados de América. Provocaron la Guerra de Secesión.

Casualmente, fue en las décadas de sesenta-setenta del siglo XIX cuando Nuevo León empezó a recibir un flujo excepcional de capitales estadunidenses que detonaron el desarrollo industrial del estado, que se prolongó durante un siglo.

Resistencia al invasor/ Primera Colonia Socialista de América

Contrario sensu, el noroeste de México (el Estado de Occidente primero; Sinaloa y Sonora después y los territorios de Baja California) permanecía en aquel siglo como un territorio inhóspito, tan hostil que los jesuitas no habían podido cumplir su misión evangelizadora durante la Conquista.

En la Guerra de despojo de los Estados Unidos contra México 1847-1848, Sinaloa y particularmente Mazatlán, combatieron al invasor. Contra la invasión napoleónica, asumieron la misma actitud patriótica, militando y combatiendo al lado de Benito Juárez.

Restaurada la República, en el norte de Sinaloa se da un capítulo excepcional: El soñador estadunidense, Albert K. Owen inicia lo que algunos historiadores tipifican como la Primera Colonia Socialista de América.

Fue una campanada en el Valle del Fuerte, favorecido por los afluentes del río Zuaque. Pero en el resto del noroeste se requería domar al desierto. De la hazaña se encargaron los agrotitanes.

Los que sí hicieron la Revolución y la ganaron

Digamos que no es casual que, de Sonora y Sinaloa, hayan surgido los más audaces combatientes contra la dictadura de Porfirio Díaz. Tampoco es casual que los gobiernos revolucionarios hayan recompensado al noroeste con imponentes obras de infraestructura hidráulica, que permitieron a los agrotitanes satisfacer la demanda alimentaria de los mexicanos y aportar insumos para a la industria.

En el último medio siglo, Sonora y Sinaloa sigue empeñados en consolidar el desarrollo agropecuario. En ese medio siglo, Monterrey se ha ocupado en la Conspiración de Chipinque para derrocar al Presidente de la República, pretendió convertir un partido cristero en partido de los empresarios y en 1982 culminó su infiltración fascista del Partido Acción Nacional. Fue el huevo de la serpiente de Los bárbaros del norte.  

Algunos creen en la justicia inmanente. Los regios la disfrutan. Los jarochos repiten una conseja: Suerte te dé Dios hdch, que el saber poco te importe. Es cuanto.

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