Voces del Periodista Diario

Llueve sobre mojado

Por José Luis Avendaño C.

(45 días de confinamiento)

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Instalados ya en la fase 3, y a pesar de las recomendaciones y advertencias, aquí en México la gente tiene dos reacciones frente a la epidemia del coronavirus. Mientras unos nos mantenemos guardados en casa, otros, por necesidad o incredulidad, siguen en las calles, con o sin tapabocas, con o sin Susana distancia. Las encuestas siguen reflejando la actitud de muchos que prefieren arriesgarse a enfermarse que a perder su chamba, anteponiendo el empleo a su salud.

Mucho tiene que ver con la actitud de Andrés Manuel López Obrador, que continúa apareciendo cada mañana en Palacio Nacional dando sus conferencias (cada vez, menos concurridas). Él, ya una persona mayor de 60 años, con antecedentes cardíacos, exponiéndose. “Si él sigue con sus actividades, ¿por qué yo no?”, piensan muchos, descartando que el virus no es tan maligno como lo pintan y que, por ello, la infección no es tan grave. Más aún cuando en pleno ascenso de la curva, aquí en el país, asegura que ha logrado “domar la epidemia”.

¿Llegará el momento en el que las mañaneras sean sólo virtuales, qué esté solo frente a cámaras y micrófonos?

La tesis que subyace en esta omnipresencia presidencial es que cualquier autoridad con poder de decisión no se puede tener el lujo de ser pesimista. Por eso, puede afirmar, el 25 de abril, que “hemos domado al coronavirus”. El pesimismo es propio de intelectuales y/o periodistas, que por naturaleza están desencantados, más cuando algunos de ellos, líderes de opinión (pública-privada) dejaron de ser los privilegiados del antiguo régimen –los favoritos del neoliberalismo—, del que aún se escuchan algunos gritos y reclamos.

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Continúa el enfrentamiento entre el gobierno y los empresarios. Recuérdese la polémica sobre mantener (mandando a su casa) o despedir a empleados y obreros; si con el salario completo o no, y por cuánto tiempo. La clave es aquí, precisamente, el tiempo, que en economía es determinante. En su lectura mercantil, Benjamín Franklin lo expuso claramente: Time is money (El tiempo es dinero). De allí que para los empresarios el dinero en forma de ganancia esté sobre todas las cosas.

Este apartado debería de titularse: la bolsa o la vida, en el que la Secretaría de Salud, natural y obviamente, privilegia la vida. Entre más se acaten sus recomendaciones básicas (quédate en casa, la sana distancia, el lavado de manos), menos posibilidad habrá de que se saturen los servicios de salud y sobretodo –algo que les interesa al sector empresarial— es volver a la normalidad de la actividad económica. En este sentido, todos los sectores, incluidos informales y/o que se realizan en la calle, son esenciales, de sobrevivencia.

El TMEC (Tratado México-Estados Unidos-Canadá), que entrará en vigor desde el 1 de junio, a través del mecanismo del comercio trilateral y recomponiendo las cadenas de valor, se espera como un salvavidas para unas economías en recesión, para lo cual Estados Unidos busca que México, reactive su actividad económica, en receso. El problema es que hay un desfase, pues mientras en EU algunos sectores se encuentran listos para arrancar de nuevo, aquí seguimos en pleno ascenso de la curva de la pandemia.  

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En su mañanera del 22 de abril, el presidente lanzó once medidas económicas, publicadas en el Diario Oficial de la Federación, que mantiene 38 programas sociales prioritarios, así como los proyectos estratégicos, como la construcción del Tren Maya y la refinería de Dos Bocas y la creación de dos millones de empleos. Para ello, anunció la desaparición de diez subsecretarías y la reducción de 25 por ciento de los salarios de la alta burocracia (desde subdirectores hasta el presidente), sin despedir a ningún empleado. Esto, sin incurrir en mayor endeudamiento, ni cobrar más impuestos, ni utilizar las reservas internacionales,  y aplicando una rigurosa austeridad (con el adjetivo de republicana, es decir, juarista).

El 26, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) suscribe un programa por 12 mil millones de dólares (290 mil millones de pesos) con el Consejo Mexicano de Negocios, con el respaldo de la Secretaría de Hacienda, a fin de dotar de créditos a 30 mil micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), de un universo total de 4.1 millones de mipymes (sólo 23 por ciento reciben financiamiento de la banca comercial) que existen en el país, pero que generan casi 80 por ciento de los empleos del país. Sin embargo, no le gustó el modito en que se realizó la acción, que ve como una imposición a su gobierno. El día 30, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) anuncia el otorgamiento de casi 250 mil créditos a mipymes, de los cuales la gran mayoría (248 mil 185) tienen hasta diez personas empleadas, bajo el rubro de créditos solidarios a la palabra.

Nada de rescatar a los ricos, bajo la fórmula: “bancos quebrados, banqueros ricos”, recuerda López Obrador la experiencia del Fobaproa (1995), sobre el cual tiene un libro. Ahora se trata de una vuelta de tuerca, de un giro de 180 grados: “Esto es distinto, completamente,” al modelo neoliberal, insiste el presidente, en medio de chillidos.

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Persisten los ataques al personal médico (incluyendo a los que mantienen limpio clínicas y hospitales) que atienden a los pacientes, cuando la primera regla es la del asilamiento, tanto de éstos como de los familiares. También, se encuentra la gente, antes invisible, que recolecta la basura y que cosecha y reparte los alimentos.

Allí quedan dos imágenes: la de los aviones procedentes de China, cargados con toneladas de material médico, y la de médicos y enfermeros que protestan por las condiciones de vulnerabilidad con la que trabajan, con el objetivo de salvar vidas, arriesgando la suya propia.

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Pobres murciégalos: en ellos ha recaído la culpa de la pandemia. En uno de tantos reportajes y documentales, vi cómo se prepara la sopa del noctívago en un mercado chino. ¡Zoc, pum, Batman! Y el Dr. Trump receta inyectarnos laizol, pero el fabricante de Lysol lo desmiente.

Otra especie, los vampiros, éstos sí chupasangre, como llamó a los grandes capitalistas Julio Cortázar, porque se alimentan de la sangre de los trabajadores, ganan de todas, todas; en las buenas y las malas, en el río revuelto de las crisis. El Instituto de Estudios de Política (IPS, por sus siglas en inglés), con sede en Washington, DC, publicó, el 23 de abril, un informe que constata lo anterior. En las últimas seis semanas, 30 millones de estadunidenses han tenido que hacer cola para solicitar el seguro desempleo, mientras que en sólo 23 días, el uno por ciento más rico vio aumentar su riqueza en 282 mil millones de dólares.

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Después de tantos llamados solidarios, de unidad y buena voluntad, ¿será el fin del régimen de explotación o sólo son desvaríos por la fiebre?

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