Voces del Periodista Diario

Lo que deben saber los senadores

Para Contar 

Por Arturo Zárate Vite

Como están las cosas en México, el Senado debe tener el mayor cuidado en la selección del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), asegurarse que de verdad tenga el perfil para hacer cumplir la ley, que no dude cuando tenga que intervenir ante presiones e intereses que nunca faltan; siempre a favor de los justo y conforme a Derecho.

Ha llegado el tiempo de acomodar piezas, de hacer precisiones, para que no se repitan errores que lastiman, personas y familias; evitar a quienes solo buscan sacar provecho personal al puesto.

Por eso es importante recordar experiencias, citar hechos que puedan ayudar a tomar la mejor decisión a integrantes de las comisiones unidas de Justicia y Derechos Humanos de la Cámara Alta.

No más Ombudsman indecisos como Raúl Plascencia que dudaba sobre lo que debería hacer en el caso de los jóvenes del Tecnológico de  Monterrey, si ceder a presiones para ignorar la magnitud de lo sucedido o proceder con estricto apego a la ley.

Estaba en esa disyuntiva, temía el desgaste de su imagen en los medios, porque no quería ver afectada su aspiración para reelegirse. Su objetivo era conservar el cargo un periodo más.

Se le dijo que lo correcto era aplicar la ley y, en el  trágico episodio del Tecnológico, lo hizo.

Afanosamente buscó la reelección, no lo consiguió.

Inconcebible que un defensor de los derechos humanos pierda de vista su principal objetivo: defender los derechos humanos. Peor que le de un manejo político a su actuación y emita resoluciones que crea van a fortalecer sus aspiraciones, sin importar el daño que esto pueda ocasionar.

Ahora, en la lista de aspirantes a la presidencia de la CNDH se encuentra Luis García López Guerrero, quien fuera primer visitador, brazo derecho y protegido de Raúl Plascencia.

Luis fue ambiguo en un episodio, supongo que por instrucciones de su jefe, para “cuidar” la reelección.

El titular de la comisión estaba fuera del país. Por protocolo, entonces García tenía el papel principal.

Utilizó su autoridad para presionar y obligar a un subordinado para que se disculpara, en términos generales, por algo que nunca cometió. El empleado jamás aceptó nada. En vez de procurar la verdad, Luis García López Guerrero se acomodó a los intereses de quien quería reelegirse, actuó con ambigüedad y el conflicto creció. Por eso, de ser necesario, el afectado reta a Luis a la prueba del polígrafo.

Alguien que pretende ser Ombudsman no puede ni debe tener en su pasado comportamientos parciales o dudosos, que han lastimado vidas, al proceder como “defensor” de los derechos humanos.

Por eso la importancia de que los senadores revisen a fondo expedientes de quienes aspiran a presidir la CNDH

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