Voces del Periodista Diario

Los que no niegan la cruz de su parroquia

Voces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

En materia de respeto a la soberanía nacional, que la Constitución mexicana deposita en el pueblo, siempre es bueno recordar que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Desde que el Constituyente mexicano instituyó el régimen republicano y la democracia representativa, los poderes fácticos que detenta el grupo dominante han dejado al pueblo como convidado de piedra en la toma de las grandes decisiones nacionales.

El asunto viene a tema a propósito de la consulta sobre el Plan Nacional de Desarrollo para el actual sexenio que, por supuesto, reserva un capítulo a la Política Exterior.

El mexicano fue Estado parte, fundacional de la Organización de las Naciones Unidas en 1945. En 1948, fue firmante de la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La OEA no puede intervenir en asuntos soberanos de sus miembros

En ese segundo documento se establecen las facultades de la OEA, ninguna de las cuales autoriza su intervención en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados parte.

El mismo texto compromete a la OEA en la defensa de la soberanía, la integridad territorial y la independencia de las naciones latinoamericanas; al respeto al principio de no intervención y a la solución pacífica de las controversias entre los Estados firmantes.

Casi desde los primeros años de su fundación, la OEA fue descalificada -por su vocación injerencista- como la agencia de colonias del Departamento de Estado (USA); la mano del gato imperial en América Latina.

Luis Almagro se calza el antifaz de templario

Esa tendencia se ha radicalizado, sin embargo, durante la gestión del uruguayo Luis Almagro como secretario general de la OEA. Aparentando cumplir con la Carta, Almagro se ha disfrazado de templario en su cruzada contra el régimen bolivariano de Venezuela.

Particularmente después de terminar su mandato presidencial, el panista michoacano Felipe Calderón se ha visto acompañando a otros ex presidentes de la región (Colombia y Perú) en la embestida contra el Estado venezolano.

Ahora sabemos que el jefe nacional del PAN, el también michoacano Marko Cortés, se ha acaramelado con Luis Almagro, pero ahora para demandarle que intervenga en México.

De acuerdo con la película que está en cartelera en estos días, Cortés ha solicitado a Almagro tomar nota de que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende reelegirse en 2024. El móvil es obvio.

Es una subcultura azul que prevalece después de que, durante dos sexenios, el PAN ocupó la presidencia de México.

La “nueva doctrina” la patentó Manuel de Jesús Clouthier

Hace 36 años, en abril de 1983, el empresario Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, de la mano del embajador de los Estados Unidos John Gavin, se apersonó en Salt Lake, Utah, para denunciar que, en las elecciones de 1982, al PAN le fue robada la Presidencia.

Entonces, Clouthier demandó en los Estados Unidos la intervención internacional para impedir que México fuera secuestrado por anarquistas. Dos años después, Clouthier pretendió ser gobernador de Sinaloa por el PAN. En 1988, el PAN lo nominó a la presidencia de la República. También perdió.

Vicente Fox, Felipe Calderón, Karlo Cortés… son de aquellos que no niegan la cruz de su parroquia. Cada quien su credo.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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