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México agoniza como proyecto de país

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Por Rigoberto Vargas (*)      

Nuestra realidad como nación está en un punto de inflexión dramática; para usar una expresión que no recurra a los lugares comunes, esos  que apuestan  a la espectacularidad en la construcción del mensaje para atraer la atención de sus lectores.

México  agoniza como proyecto de país.

Para definir un proyecto nacional debemos recurrir a la evolución histórica de los estados nacionales y en nuestro caso el génesis no es nada simple.

Consideremos primero, una vasta multiplicidad de naciones originarias con elementos comunes, sí, pero con peculiaridades construidas por sus patrones de influencia regional, ancestral y cosmogónico. Naciones con vínculos comerciales, (aunque vale la pena decir, en honor a la precisión: intercambios diversos) culturales, sociales y comunitarios; crearon las condiciones propicias para que 600 hombres lograran someter a una poderosa civilización.

Escribo para afirmar que tenemos 500 años divididos en naciones que no han hecho el esfuerzo por conocerse e integrar una comunidad vigorosa y armónica, bajo un signo y un símbolo que encare el milenio amaneciente. Somos un país colonizado 300 años, y decir colonizado es aceptar la humillación de la derrota, la ignominia de la conquista, el dolor de la esclavitud de nuestros primeros padres y la visión traumática de ver saltar hecha añicos nuestra cultura, nuestros dioses, nuestras tradiciones ancestrales y nuestra integración con los pueblos vecinos en lo que hoy es México. Fuimos avasallados por la división de entonces.

¿Nuestra psique no se libera del látigo y la violencia del invasor, no asume su responsabilidad de construir a partir de los avances civilizatorios, de la evolución del conocimiento y la cada vez mayor, horizontalidad de la información? Y le puse signos de interrogación a lo que pudiera ser afirmación asumida cabalmente.

Es tiempo de atisbar un poco más allá de la rutina esclavizante; la época de la colonia ha terminado, millones de mexicanos ofrendaron su vida, sufrimientos y sangre, soñando, teniendo por ideal una poderosa nación, correspondiendo a la riqueza cultural ancestral y, entender que nuestras riquezas están siendo expoliadas, robadas, aprovechadas y explotadas por particulares propios y extraños, con la ayuda de un gobierno que abdicó de su responsabilidad Constitucional, y por ese hecho se colocó al margen de la legalidad. Un gobierno ilegal que encabeza Enrique Peña Nieto como cabeza visible; pero atrás hay un entramado pernicioso al interés general. ¿Por qué le enjaretamos el término de “ilegal” al actual gobierno? Arriba se enuncia, pero habremos de dar ejemplos que confirmen la fortaleza o debilidad de las afirmaciones aquí vertidas:

Primero. El gobierno actual deviene de un incumplimiento al mandato de la Carta Magna, esta indica de forma precisa, con dos reiteraciones subsecuentes en el artículo 87 Constitucional, que el presidente electo, para efecto de tomar posesión legal de su “encargo”, debe acudir ante el pleno del Congreso de la Unión y frente al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y pronunciar el siguiente texto:

“Protesto guardar y hacer guardar, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande.”

Cómo pueden advertir mi amable par de lectores; el presidente electo jamás aludió a qué país se refería como destinatario específico de su “Protesta de Ley”. Por los Estados Unidos Mexicanos no hizo tal compromiso. Y, en la política del más alto nivel, las coincidencias no existen.

Me sigo explicando: Si de acuerdo al artículo de la ley máxima de México se intentara juzgar por traición a la patria y condenar a morir fusilado al actual mandatario, cualquier abogado medianamente avezado lo liberaría; pues ejerció su función sin hacer la protesta que lo hace oficial y legalmente “Presidente Constitucional”. Nunca dijo a qué país gobernaría. Por ese primer hecho es un gobierno ilegítimo en términos estrictamente jurídicos.

¿Y qué les parece si seguimos mañana domingo?

Acá los espero.

PD: Agradezco la oportunidad de compartir estas reflexiones a Mouris Salloum George por la hospitalidad que me brinda en este espacio editorial, y a mi admirada Celeste Sáenz de Miera por su confianza.

(*) @Oratoriapolitic

Foto: Presidencia de la República

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