La Piedra en el Zapato
Por Abraham García Ibarra
Si mal no contamos, en el directorio de la Organización de las Unidas (ONU), aparecen 193 Estados parte.
El decisivo Consejo de Seguridad está bajo control de cinco miembros permanentes: China, Reino Unido, Francia y Rusia hacen mayoría de votos.
La segunda economía mundial es la de China, en tesitura de convertirse eventualmente en el mediano plazo en la primera.
Japón, Alemania, Reino Unido, Francia y la India, en conjunto, suman un valor de sus economías del orden de más de 18 billones de dólares (sistema anglosajón).
La economía de la Unión Europea está a sólo 840 mil millones de dólares de la de los Estados Unidos. La región euro está habitada por personas con uno de los más altos niveles de poder adquisitivo del mundo.
Ancho y profundo es el universo todavía insuficientemente explorado por la diplomacia mexicana, que ha reducido su visión a los límites del norte hemisférico, desde el cual el egocentrismo estadunidense ve lejano al resto del mundo.
De espaldas hacia el sur hemisférico
Desde esa óptica, el aprendiz de diplomático, Luis Videgaray Caso, adoptó como despacho alterno el de la Secretaría de Relaciones Exteriores en la Ciudad de México. En la práctica se domicilió en Washington.
A 24 horas de haber sido confirmado como responsable de la Política Exterior del nuevo gobierno, Marcelo Ebrard se instaló en la capital estadunidense, reservando su agenda al jefe del Departamento de Estado, Mike Pompeo.
Desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio hace 25 años, los Estados Unidos han visto en México, no un socio par, sino un subordinado. El viejo estigma es el de patio trasero.
Al sur, oriente y sureste de México existen 32 gobiernos parte de la Organización de Estados Americano (OEA).
Durante el sexenio que terminó, el gobierno mexicano sólo asistió a la región a eventos protocolarios bilaterales o a mini cumbres francamente improductivas.
De África, mejor ni hablemos.
El aislamiento internacional de México lo ha convertido en presa fácil de la dictadura de Donald Trump. ¿Cuarta transformación política, sin transformación diplomática? Esa es la gran cuestión. Es cuanto.