Voces del Periodista Diario

Mujeres juntas, ni difuntas

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

Eso dice la conseja popular. No aplica, sin embargo, como norma general, a todas las mujeres. Pero…

Todavía no se desvanece el mal sabor de boca que, en reciente sesión, dejó el detestable espectáculo escenificado en el llamado Bronx del Palacio Legislativo de San Lázaro, por un grupo de diputadas priistas pastoreadas por el mexiquense César Camacho Quiroz, haciendo exhibición pública de su homofobia.

Intachables modelos de decoro y eficacia

Hemos visto y escuchado en tribuna de las cámaras del Poder Legislativo federal a destacadas militantes de los partidos políticos que han rendido tributo a su género, defendiendo iniciativas en favor del interés general de los mexicanos. Eso de las y los se lo dejamos a pupilos del ignaro Vicente Fox.

Citamos, sólo para efectos de ilustración, a doña Rosario Ibarra de Piedra. Tiene aún viva presencia la notable académica y luchadora social, doña Ifigenia Martínez.

En la gestión gubernamental de sus estados, nombramos a doña Griselda Álvarez Ponce de León/ Colima.

En las dirigencias nacionales de los partidos políticos mexicanos, hemos visto actuar con decoro y aun con eficacia, en el PRI, a María de los Ángeles Moreno y Beatriz Paredes Rangel, también de honroso paso por el Congreso de la Unión. La tlaxcalteca preparó el retorno de su partido a Los Pinos en 2012.

Desmienten, las mujeres citadas, aquello de que las mujeres son de cabellera larga e ideas cortas.

No podemos decir lo mismo de Rosario Robles Berlanga y Alejandra Barrales Magdaleno -lástima de segundo apellido- en su aciago paso por la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD); la segunda, defenestrada hace unos días por mandato del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Tampoco de Ivonne Ortega, ex aspirante a la candidatura presidencial del PRI, hoy rendida públicamente.

Angélica Luna Parra, rara avis

No es una evaluación exhaustiva, la anterior, del desempeño de las mujeres mexicanas en la actividad política, tarea que han procurado dignificar.

Al tema nos da pie el reciente fallecimiento de doña María Angélica Luna Parra, a la que podría acreditarse la máxima: Nada de lo que es humano, me es ajeno.

Titulada en Comunicación Social, las disciplinas que ejerció durante medio siglo le dieron el título de experta en políticas públicas y planeación del desarrollo.

Versátil, Luna Parra puso el acento de sus preocupaciones personales, profesionales y políticas, en los temas de género, inclusión social, contra la discriminación y participación democrática de la sociedad civil.

Antes de morir el pasado 30 de noviembre, fue distinguida, entre otros acumulados, con los reconocimientos de la Asociación de Egresados de la Universidad Iberoamericana por su compromiso con la democracia, y por el Centro Mexicano para la Filantropía, por su rica y vertical trayectoria.

Al fallecer, Luna Parra era directora del Instituto Nacional de Desarrollo Social, donde aplicaba la línea de sus irrenunciables convicciones cultivadas a lo largo de su carrera pública en torno a la acción de las organizaciones civiles: No es peso por peso, sino el estímulo para que aporten modelos de atención, continuidad y cercanía con la gente, que propicien su desarrollo.

Rara avis en el universo político y en la gestión administrativa, no es un lugar común afirmar que su pérdida es irreparable. Es cuanto.

Articulos relacionados

La opinión de las mentes lúcidas del Occidente.

Redacción Voces del Periodista

CONTEXTO DE LA GUERRA RUSIA-UCRANIA

Voces Diario

Una nebulosa llamada Ayotzinapa

Voces Diario