Voces del Periodista Diario

Nadie tiene asegurado un papel en la transformación

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

Si un diputado federal priista y tabasqueño escribe en la Gaceta Parlamentaria alterna de San Lázaro: Las dietas duran tres años; la vergüenza, toda la vida, ¿vale lo mismo para un periodo presidencial? Depende de qué se entienda por vergüenza.

Digamos que Manuel Camacho Solís no pasó la prueba del ácido: No obtuvo la candidatura presidencial del PRI en 1993. Cuando desertó del tricolor y fundó después su propio partido -el del Centro Democrático- contendió en 2000, pero no se le hizo habitar Los Pinos.

Aquel otoño, también palpitaba el corazón del secretario de Hacienda y Crédito Público, Pedro Aspe Armella, cuando en la primera quincena de noviembre aún no salía el humo blanco pinolero. Cuando esto ocurrió, se quedó en lista de espera. Nuevamente, en la última semana marzo del año siguiente otra vez se le disparó la adrenalina: Después del maquinado error de diciembre de 1994, Aspe Armella se dedicó a los negocios, muy buenos negocios, privados.

Los presidentes de la República que han sido del PRI o del PAN, después de cumplidos sus mandatos, ¿fueron, son, presa del sentimiento de vergüenza? Solo el sicoanálisis podría responder a esa cuestión.

Campaña presidencial asfixiada por perturbaciones prefabricadas

Cambio de página: Mañana se cumplen 26 años de que el nieto en línea directa del Partido Nacional Revolucionario, el PRI, celebraría el 65 aniversario de la fundación del conocido genéricamente como Partido de la Revolución.

En un ambiente nacional políticamente tenso por la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas, el 1 de enero anterior, y otras perturbaciones prefabricadas que le metían ruido a las campañas presidenciales, el Comité Ejecutivo Nacional del hasta entonces reputado de invencible, recorrió dos días su celebración.

El 6 de marzo, Luis Donaldo Colosio, develado precandidato el 28 de noviembre de 1993 y confirmado en Convención Nacional el 8 de diciembre, fue programado como orador único del mitin multitudinario. Pronunció un discurso del que nadie sabía ese día tenía soplos funerales.

En el sexenio anterior, mediante un nuevo y obsceno método de concertacesiones electorales, el PRI, presidido entonces por el propio Colosio, fue obligado en 1989 a entregar al PAN su primera gubernatura azul, la de Baja California. Seguiría la de Chihuahua.

Caerían en cascada los estados de Michoacán, Tabasco, Yucatán y San Luis Potosí, sometidos compulsivamente a interinatos. La generación del cambio pretendía legitimidad internacional después del terremoto político del 6 de julio de 1988.

En eso consistía el cumplimiento de la cláusula democrática exigida por Washington, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.

Acotar el presidencialismo en sus límites constitucionales

El 6 de marzo de 1994, el candidato presidencial acusó: Cuando el gobierno ha pretendido concentrar la iniciativa política, ha debilitado al PRI: Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático: +++… Una de estas cruces se colocó en la tumba del hombre de Magdalena de Kino dos semanas después.

En su nerviosa y trepidante pieza oratoria, Colosio resumió tres meses de su malograda campaña: Veo un México con hambre y sed de justicia, y puntualizó: México quiere democracia y rechaza su perversión: La demagogia. Mentó la soga en casa del ahorcado.

Lo que Colosio proponía, era un Cambio con responsabilidad. No vivió para ver cumplida su aspiración de “hombre formado en la cultura del esfuerzo”.

Lo despedimos en Sinaloa: Lo vimos luego con el cráneo perforado

Al amanecer del 23 de marzo de 1994, despedimos al candidato presidencial del PRI en el vestíbulo de su alojamiento en Culiacán, Sinaloa. Al anochecer de ese día, en Mazatlán vimos su imagen trasmitida desde Tijuana, Baja California, con el cráneo perforado. Una línea de investigación, dijo el fiscal especial, Miguel Montes García, es el complot. La hipótesis quedó sepultada en la noche de los tiempos.

De aquellos días tenebrosos, nos queda un párrafo del mensaje colosiano: Nadie podrá asegurarse un papel en la transformación de México, si nosotros no luchamos por él. Así cerramos nuestro habitual ejercicio memorioso hoy. Es cuanto.

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