Voces del Periodista Diario

Necrofagia: El retorno a la edad del orangután

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

(Acaso resulte necesario pedir perdón a los orangutanes por la alusión, de cara a otros deformes productos de la especie “humana”, residuos de la teratología.)

Como sinaloenses, escribimos estas notas con el dolor de las viudas y los huérfanos mexicanos y con la impotente indignación de padres y abuelos. Sufren en sus hogares la soledad y el luto de los daños colaterales de una guerra sin sentido y sin gloria.

Escribimos estas líneas con la vergüenza de practicantes del oficio periodístico, en cuyo ejercicio se han inmolado o han sido sacrificados cientos de colegas, mayormente de las provincias.

La tragedia humana para festín metropolitano

No es mero lugar común hablar en Sinaloa de un octubre negro. De un tiempo para acá, tenemos eneros negros o negros diciembres. El octubre de 2019 abarca, ahí están los registros, Michoacán, Guerrero y el estado de la República que se acumule esta semana. Antes, recientemente, hemos tenido otros negros meses aquí, en la sede de los tres Poderes de la Unión.

A cada nuevo trágico episodio en los estados, desde sus moradas metropolitanas nos resultan dómines que interrumpen sus placeres vicarios para hacer juicios de valor sobre cada macabro acontecimiento y, convertidos en fiscales y jueces sumarios, transpiran filias y fobias políticas e ideológicas, chapoteando a distancia sobre los charcos de sangre humana derramada en el territorio nacional.

Presas de su insano relativismo moral, políticos desplazados del poder -ex presidente uno de ellos-, desde sus palaciegos bunkers se montan en las redes sociales para festinar la sucesión de cada nuevo choque armado entre mexicanos, sin compadecerse de las víctimas inocentes.

Ardidos portavoces de los partidos políticos nacionales -entidades de interés público– que en 2018 mordieron el polvo de la derrota electoral que les fue infligida por los votantes en las urnas, acusan ahora monstruosidades que en sus tiempos de mando no sólo se negaron combatir, sino que exacerbaron las viejas y generaron nuevas.

Como la escatología se “democratiza”, abre espacio a carroñeros cuyo deporte es pescar a río revuelto. De todo, como en la viña del señor.

Opción inadmisible: Estado fallido o Republica desvertebrada

Desde luego, no es cosa de echar en saco roto la teoría del Estado fallido con la que nos identifican precisamente aquellos que, desde el norte del río Bravo, diseñaron la estrategia para que México se hundiera en esa condición.

Por nuestra parte, optamos, con conocimiento de causa, por la figura República desvertebrada, obra de nuestros propios arquitectos que se propusieron no dejar piedra sobre piedra de nuestro antiguo entramado institucional.

Desde Sinaloa y en la Ciudad de México, durante poco más de medio siglo hemos visto cruzarse la banda presidencial a nueve jefes de Estado y de Gobierno. Siete del PRI y dos del PAN.

En Culiacán, Sinaloa, hemos visto ingresar a Casa de Gobierno a doce mandatarios estatales; todos, con fierro priista.

Desde el asesinato del gobernador Rodolfo T. Loaiza

Reconstruir la narrativa de los dramáticos ciclos por los que ha transitado la vida sinaloense nos resulta desgarrador a partir de que, en 1944, fue asesinado a plomo el gobernador en funciones Rodolfo T. Loaiza.

La data nos resulta obligada: Cuando en 1954 nos iniciamos en el oficio periodístico, en Mazatlán, Sinaloa, todavía consignamos los estragos y rencores familiares y sociales causados por los ajustes de cuentas derivados de los sucesos políticos de una década atrás.

El 1 de diciembre de 1956, fuimos parte de la plantilla fundacional de El Sol del Sinaloa. Bajo nuestro nombre, en la edición inaugural, apareció, a ocho en dos pisos, la crónica de una matanza en Cosalá, uno de los municipios alteños de nuestra entidad. Obviamos detalles de causas y móviles. La estadística de las víctimas se perdió en la noche de los tiempos.

En febrero de 1978, dimos testimonio del asesinato del reportero Roberto Martínez Montenegro, un alías, según el subdirector de la Policía Federal. Miguel Nassar Haro, coartada para tratar de “justificar” el crimen, desatendiéndose del entorno y protagonistas intelectuales y materiales. Ahí empezó la cadena, hasta hace unos meses en que fue ejecutado el periodista de investigación y escritor, Javier Valdez Cárdenas, en Culiacán, también.

Cuando los latifundios se fertilizan con sangre

Solemos establecer en algunos ejercicios memoriosos una alegoría: Desde donde, amigo vengo. Colocamos un cuadrante en 1974. Entonces editamos por medios propios un cuaderno reporteril: Sinaloa, ¿estado torpe o reino de la barbarie?  /Cuando los latifundios se fertilizan con sangre.

Volvemos a ese texto para recordar las causas socioeconómicas de las explosiones de violencia en el estado: No sólo las de naturaleza criminal, sino de la división de clases.

Documentamos en aquel cuaderno los conflictos por la tierra, en cuya lucha sucumbieron no pocos combatientes ejidales, pero en dicho texto consignamos -y lo recordamos en recientes pasadas entregas- una declaración pública del gobernador Alfredo Valdez Montoya (1968-1974), a saber:

La economía sinaloense está siendo distorsionada por la irrupción de capitales emergentes, inyectados por el sector empresarial privado, cuyo origen es un secreto a voces. Hasta aquí la declaración gubernamental.

Lodos de aquellos polvos: Surgió un candidato presidencial

De ese sector, surgió en 1988 el primer candidato empresarial nominado a la presidencia de la República por el Partido Acción Nacional, en cuyo predio una partida militar había asegurado, 15 años antes, un arsenal de no pocas unidades y calibres, ahogados en las cisternas para riego agrícola.

Un dato, no precisamente accesorio: En el cuaderno citado, reportamos que ya se había detectado que en tráilers frigoríficos que de ida transportaban a la frontera noroeste con los Estados Unidos legumbres, hortalizas y camarón, regresaban a territorio nacional con embarques de armamentos de última generación, procedentes del vecino país.

Intromisión de agentes de la DEA y la CIA en el noroeste

Desde la década de los setenta, a partir del avistamiento de antenas parabólicas en las azoteas de nuevos hoteles de cinco estrellas, en Mazatlán, revelamos la presencia de agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA) estadunidense.

Una década después, en el marco de la Operación Irán-Contra autorizada por el presidente Ronald Reagan, en puertos del Pacífico se comprobó la incursión de ex topos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, moviendo barcos pesqueros, en cuyas bodegas no era posible inventariar un solo kilo de pescado o camarón.

En nuestros textos publicados en diversos medios capitalinos, hemos dado cuenta después de la extinción de las viejas bandas de gomeros, cuyo sitio, a partir de las décadas ochenta-noventa, fue ocupado por los nuevos cárteles, gestionados técnica y empresarialmente, por expertos en ingeniería financiera. A partir de la Ciudad de México, en las principales plazas norteñas empezaron a aparecer visibles y rentables centros de lavado de dinero.

El hilo conductor de esa inacabada historia lo encontramos en dos periodos: Hasta mediados de la década de los treinta del siglo XX, en Sinaloa la goma de opio crudo se procesaba en laboratorios rudimentarios bajo la fachada de boticas.

Para la segunda mitad de esa década, los embarques de goma se empezaron a hacer desde Sinaloa en trenes del después llamado Ferrocarril del Pacífico, a laboratorios del estado de Arizona (EU), modernos y sofisticados, con acceso libre a los mercados de consumo.

Meyer Lansky, el cliente de Nixon que nunca pisó una cárcel

A principios de esa década, se decretó la derogación de la Ley de Prohibición. En Nueva York, el entonces jefe de todos los jefes, Lucky Luciano convocó al hotel más exclusivo de esa ciudad para restructurar la mafia.

En su gabinete, Luciano asignó a Meyer Lansky la división de Drogas y Finanzas. Lanky tuvo la misión de viajar al noroeste de México para, desde Sinaloa, impulsar los cultivos de amapola. La excusa fue que la invasión japonesa a Indochina había bloqueado la producción y suministro de estupefacientes asiáticos, requeridos para los soldados de los gobiernos aliados, heridos en guerra contra las potencias de El eje.

Lansky fue personaje de literatura negra y cinematografía, afamado porque nunca pisó una cárcel. Su abogado de cabecera fue el célebre californiano Richard M. Nixon, al tiempo inquilino de la Casa Blanca. Al morir Lansky, en su patrimonio apareció una cadena de hoteles establecida en México.

De los delitos de cuello blanco a la economía criminal

Un dato de no poca monta: En la biblioteca del Instituto Nacional de Ciencias Penales (PGR), es posible encontrar desde la segunda mitad de la década de los ochenta un texto debido a dos confiables investigadores argentinos, cuyo título habla por sí solos: De los delitos de cuello blanco a la Economía Criminal.

Desde esa década, hemos denunciado en nuestros textos periodísticos que aquella es la marca de la casa del Estado liberal mexicano.

Habíamos supuesto, ingenuamente, que aquel aporte científico serviría a los gobiernos federales para modernizar su política de Justicia Penal. En realidad, cuatro décadas os contemplan, fue utilizado por los tecnócratas neoliberales como manual para establecer las nuevas relaciones de producción, bajo la conducción y usufructo de los delincuentes de cuello blanco.

Nosotros ponemos los muertos; ganancias, al club de los ricos

Sinaloa, Guerrero, Veracruz, estado de México, Tamaulipas, Veracruz, Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Baja California, Ribera Maya… Estados Unidos pone las armas; nosotros ponemos los muertos y los daños colaterales.

Las descomunales ganancias circulan y se quedan en el corredor Wall Street-La City de Londres y paraísos fiscales intermedios. Es cuanto.

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