Voces del Periodista Diario

¿Es el Estado mexicano, una academia patito?

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

De la lectura de un ensayo filosófico sobre especialismo, publicado en la revista Contexto, auspiciada por la desaparecida Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), una conclusión nos quedó grabada: Conocimiento no es sabiduría.

Eran los días en que -al calor de la Reforma Administrativa-, el reclutamiento de cuadros para el sector público se condicionaba al supuesto de “excelencia”, siempre y cuando ésta la acreditaran títulos adquiridos en universidades extranjeras; de preferencia estadunidenses.

Sin tanta posmodernidad tecnocrática, era vieja y probada regla de oro del Estado y de la empresa privada, “aquí y en China”, contratar a sus ejecutivos partiendo del principio de idoneidad. (Idóneo: Calidad de apto, propio para una función).

Los necios con opinión de sabio

El estudioso español Huarte de San Juan advertía en sus textos que no hay peor peligro para la República que un necio con opinión de sabio; más, si a éste se le asignan responsabilidades de gobierno. “El nombramiento”, decía palabras más, palabras menos, “no hace las aptitudes para la función que se le encomienda”.

Alguna vez supimos que en su calidad, primero, de líder del PRI y, después de secretario de Gobernación, don Jesús Reyes Heroles cuestionaba decisiones del presidente de la República al proponer candidatos al gobierno de los estados, especialmente cuando se favorecía a miembros del gabinete federal.

Si el funcionario  federal, razonaba el pensador tuxpeño, está cumpliendo con eficiencia su encargo, ¿por qué prescindir de su talento? Si, por el contrario, se premia su ineptitud con una gubernatura, ¿por qué castigar a los pueblos que iría a gobernar? Simple sentido común.

En esa juiciosa lógica, la pregunta a tono con el tema de hoy es, ¿a qué estadista se le ocurre contratar a sus colaboradores para que acometan supremas responsabilidades de gobierno como una oportunidad de aprendizaje?

Del panista Vicente Fox, todo se podía y se puede aún esperar: Para integrar lo que presentó como gabinetazo pagó a agencias “cazadoras de talento”. Sus detractores aseguran que su máxima hazaña fue instituir La economía de la tamalera: La proliferación de changarros que devinieron narcotienditas.

Del mandato del también panista Felipe Calderón, ni hablar: Terminó dándole cartas de naturaleza a la Docena trágica. Con esto está dicho todo.

Cambios a granel; resultados decrecientes

En el sexenio del priista Enrique Peña Nieto, el balance hasta finales de octubre es el siguiente: Vamos en el segundo secretario de Hacienda, el segundo en Educación, el segundo en Relaciones Exteriores, el tercero en la Procuraduría General de la República, el segundo en la Función Pública, el segundo en Turismo, el tercero en Desarrollo Social, el segundo en Reforma Agraria, Territorial y Urbana y el segundo en la Oficina de la Presidencia de la República.

En la Secretaría de Gobernación permanece el titular original, pero en su equipo ha habido cambios en subsecretarías y  dependencias relacionadas con Seguridad Pública, área neurálgica del Estado.

Al menos dos gobernadores de estado han sido defenestrados por consigna centralista.

Del gabinete económico, vale destacar la titularidad del Sistema de Administración Tributaria (SAT). Su responsable original se ha separado del cargo, no obstante que hoy mismo se afirma que, con la Reforma Fiscal, los ingresos tributarios del gobierno se han incrementado en 60.63 por ciento.

En el partido del gobierno -el PRI-, cuyo mando se decide desde Los Pinos,  ya van tres relevos.

Sector energético: La joya de la corona

Tratamiento aparte merece el sector energético. Lo apartamos, porque es el enclave del que depende el éxito de la Reforma Energética, la que mayores expectativas generó entre el racimo de “reformas transformadoras” sancionadas por el fáctico Pacto por México.

En la Comisión Federal de Electricidad (CFE), su primer titular sexenal fue sustituido y comisionado para dirigir el PRI. De Petróleos Mexicanos (Pemex), rotulada ahora como “empresa productiva del Estado”, fue cesado su primer director general Emilio Lozoya Austin. Ocupa ahora su lugar el ex director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), cargo que ya tiene un segundo titular en lo que va del sexenio.

El punto es, pues, la estratégica cuestión energética: En el primer semestre de 2015 se anunció a tambor batiente la ronda en que se licitarían 14 bloques petroleros. En la subasta sólo se logró acreditar dos adjudicaciones.

Estando a mediados de julio en París, Francia, al comentar los resultados de ese proceso, Enrique Peña Nieto trató de justificar el evidente fracaso, afirmando que los funcionarios del sector pasaban por “una etapa de aprendizaje”.

“Etapa de aprendizaje”: Por lo que se conoce, sólo los dos ex  responsables del sector, los de la CFE y Pemex, al ser nombrados en diciembre de 2012, ostentaban ocho títulos universitarios, incluyendo posgrados; cinco de esos títulos, expedidos por centros de estudios superiores estadunidenses.

A mayor abundamiento, esos ex funcionarios públicos incluyeron en sus hojas de vida profesionales meritorios servicios tanto en la iniciativa privada como en el sector público, como lo hacen también ahora los nuevos titulares de procuración de justicia federal y de la Función Pública, que además han pasado por el Poder Legislativo federal.

¿En qué paró El año de la eficacia?

Si para los nombramientos presidenciales de diciembre de 2012 y sus posteriores relevos, se tomó en cuenta el principio de idoneidad, ¿dónde quedaron entonces la aptitud, la experiencia, la eficiencia y la eficacia? A propósito, según recordamos, 2015 fue declarado El año de la eficacia.

La única respuesta que aventuramos al respecto, parece radicar en las cuatro líneas con la que iniciamos esta entrega: Conocimiento no es sabiduría.

No es asunto de poca monta,  cuando ahora mismo en el gabinete presidencial, dominado por priistas, se da una enardecida y enrarecida pugna por la candidatura a la sucesión de 2018. Es cuanto.

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