Voces del Periodista Diario

“Es que están pasando por una fase de aprendizaje”

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Una visita al Zoológico de Chapultepec, nos permite recordar que un elefante barrita; un león, ruge; un cerdo, gruñe; un coyote, aúlla; una gallina, cacarea; un burro, rebuzna… Son sus formas de comunicación. ¿Qué hace un tecnócrata mexicano? Expectora.

Será por eso que, en horas de crisis, los tecnócratas no logran ser entendidos por aquellos a quienes pretenden convencer con sus mensajes “explicativos”.

Lo repetimos tercamente con don José Ortega y Gasset: La palabra es un sacramento de muy delicada administración.

Hacia 1879, llegó a México el ciudadano suizo Rafael Juan de Meraulyok. Portaba en su faltriquera un racimo de títulos universitarios. Uno de ellos era el de médico. Su don era la conversación. Logró así que la Escuela Nacional de Medicina le revalidara el pergamino.

El ejercicio del ilustre profesional, lo ejercía en las calles, donde daba consulta y ofrecía al paciente las curas más maravillosas.

De su modelo viene a lo largo del siglo XX la oferta: “Para el hígado, los riñones; para el mal de amores, para que el hombre no le pegue a la mujer ni al hombre.
Si usted se levanta por las mañanas con mal sabor de boca, sabor a cobre, sabor a fierro o centavo o a latón, como si se hubiera tragado la cama, tome usted bálsamo de San Jorge
”.

¡Atrás de la raya, que estoy trabajando”. Lo vocea todavía el merolico en algunos barrios de la Ciudad de México. De Meraulyok, devino merolico.

No hace mucho tiempo, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación codifico la charlatanería como delito. Pero su penalización se ejecuta individualmente al delincuente de cuello percudido. Al de cuello blanco, se le gratifica.

Y eso que blasonan hasta de seis títulos universitarios

En la legión de merolicos de cuello blanco tenemos en México algunos que blasonan hasta seis títulos universitarios; más de la mitad obtenidos en planteles extranjeros.

Son esos especímenes los que tienen a su cargo la conducción del Estado mexicano.

En su momento, con posgrado en la Universidad de Harvard, Carlos Salinas de Gortari no recurría a grandes y crípticos mensajes. Decía por ejemplo: No se hagan bolas… Ni los veo, ni los oigo. Quien lo escuchaba, entendía lo que quería decir.

Antes, Miguel de la Madrid, que también fue pasado por Harvard, anunciaba sin ornatos retóricos: Se aplicarán medidas dolorosas, pero necesarias. Su audiencia sabía a qué atenerse.

En el gabinete económico de Enrique Peña Nieto los hay que, vista su hoja de vida profesional, habiendo pasado por altos cargos ejecutivos en los sectores privado y público, no son capaces de convencer a los consumidores de la nobleza de la Reforma Energética.

Para tratar de explicar los implacables y devastadores incrementos en los precios de los productos energéticos, los tecnócratas mexicanos expectoran y, como lo hacía La Chimoltrufia: “Así como dicen una cosa, dicen otra”.

Época propicia para la caridad cristiana, hay que ser indulgentes. Su jefe lo dijo en su oportunidad: Es que están pasando por una fase de aprendizaje.

Mientras dura el diplomado, a ver cómo le hacen para responder a la creciente sublevación popular. Es cuanto.

Articulos relacionados

Las marranadas de 2012 y el 2018

Redacción Voces del Periodista

La trinca satánica ya tiene a su presa: Julian Assange

Redacción Voces del Periodista

¿Soltará la puerca la mazorca que trae en el hocico?

Redacción Voces del Periodista