Voces del Periodista Diario

Harp Helú: Llamado a la sensatez

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Hay dos maneras de acometer la catarsis después de la crisis emocional provocada por un secuestro.

El energúmeno panista, Diego Fernández de Cevallos transita infatigable por los medios de comunicación sembrando el odio.

Don Alfredo Harp Helú, en cambio, se ha convertido en un generoso y socialmente reconocido Mecenas de la cultura y el deporte desde un  territorio, el oaxaqueño, que está inscrito en el mapa de las calamidades como hábitat de los más pobres entre los pobres.

Harp Helú, es egresado de la Escuela de Comercio y Administración de la UNAM. Algo significó en su formación personal, desde el punto de vista del imperativo humanístico, su convivencia en la Máxima Casa de Estudios de México.

Es de los pocos mexicanos que, en su desarrollo profesional y empresarial, ha hecho de la filantropía, de veras, un servicio al prójimo.

La mejor inversión es México

Una de las constantes de su discurso se condensa en estas palabras: La mejor inversión es México.

Todos somos pueblo, amo a México, es la divisa que irrumpió hace unas horas en el erizado debate de nuestros días. Rara avis, éste don Alfredo: Uno de los grandes magnates contemporáneos emplea el concepto pueblo para rubricar un texto que no tiene desperdicio.

Con el título trascrito, don Alfredo Harp Helú señala que el proyecto educativo que requiere México es uno que propicie la cohesión social, el orgullo por la diversidad, el respeto por las diferencias, empezando por las lingüísticas y culturales; que fomente, sobre todo, el aprecio por la colectividad y reconozca al magisterio como profesión digna que forma las mentes del futuro.

Quién sabe si, en su galopante agenda, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, se dé algunos minutos para la lectura que no se circunscriba a sus propios choros y, de disponer de tiempo, pueda fijar su elemental atención en el texto de don Alfredo.

Porque el centro de gravedad de dicho texto, es precisamente el problema educativo y dice don Alfredo que sería deseable que gobierno, magisterio y todos los organismos e instituciones involucrados en el conflicto, pudieran sentarse a dialogar y llegar a acuerdos lo antes posible.

Se trata, dice el remitente de dicho documento, de levantar cortinas, ofrecer servicios, abrir fuentes de empleo, procurar que la derrama económica llegue a los rincones más olvidados, cuya realidad duele y duele mucho. Es cuestión de privilegiar el bien mayor por encima de los intereses personales “o de cualquier índole”.

Es, pues, un mensaje de buena voluntad. De buena fe. ¿Podrán romper sus palabras el muro de la arrogancia y las pretensiones de infalibilidad de quienes ejercen el poder?

Son preguntas que no pueden fácilmente discernirse frente al autoritarismo. Pero las respuestas ya no pueden esperar. La sociedad está hasta la madre de aquellos que no pueden, pero tampoco quieren bajarse de su pedestal. Es cuanto.

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