Voces del Periodista Diario

La agenda del PRI 2018: Más de lo mismo

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Aparecieron de  nuevo las casacas rojas que hace unos años se pusieron de moda en el Estado de México. Si algún significado tuvo esa indumentaria en su estreno -indescifrable-, ahora no se sabe si ese color simboliza los imparables feminicidios en esa entidad, pese a la alerta de género.

A decir verdad, también nos parece críptico el #SomosPRI que se exhibió al pie del logo del tricolor al lado de la bandera nacional. Aventuramos la hipótesis de que ambos detalles pueden destacar la escasez de la presencia que subrayó la ausencia multitudinaria, que diría el francés Stéphane Mallarmé.

Con dichos signos se adornó la reunión dominical del Consejo Político Nacional del “Somos PRI” que convocó a la nomenclatura  del partido en el y del gobierno, que no compartió sus entusiasmos con las bases del priismo, que otrora la daban calor humano a los eventos de esa formación política.

En ese encuentro cupular, el jefe indisputado e indisputable del PRI, Enrique Peña Nieto, quiso recordar a un verdadero líder del partido, don Jesús Reyes Heroles, quien atajaba calenturas futuristas estableciendo los tiempos electorales internos: Primero el programa; después el hombre. El pensador tuxpeño era preciso: Hablaba del programa -de plataforma, pues.

El orador mexiquense prefirió el uso proyecto, que expresa intenciones; programa define una ruta de navegación prestablecida. Cuestión de semántica.

Se recordó al ex presidente nacional del PRI, Reyes Heroles. Pero no se nombró, para nada, a otro malogrado ex presidente del PRI, Luis Donaldo Colosio, a pesar de que, precisamente ayer, se cumplieron 23 años de su destape como candidato presidencial y no llegó a la meta al ser asesinado cuatro meses después. Cuestión de memoria selectiva.

Los “detalles”, sin embargo, nos colocan en otra variante: El legendario líder cetemista, el también priista mexiquense don Fidel Velázquez solía advertir a los acelerados electoralmente: El que se mueve, no sale en la foto.

Hace unos meses, Peña Nieto incitó a los miembros de su gabinete a que no tuvieran temor a no aparecer en la foto. La lectura que hicieron algunos secretarios encargados de despacho fue en el sentido de que podían  empezar su lucha por la candidatura tricolor para 2018.

Esta vez, sin embargo, el Presidente advirtió a los aspirantes tricolores a la sucesión: “Dejemos para otros partidos las promociones anticipadas”.

A propósito del “proyecto”, Peña Nieto se mete en berenjenales: Sin plantear la autocrítica por las estrepitosas derrotas del partido en 2015 y 2016, anuncia que El PRI ganará para que los próximos años sean de construcción, no de destrucción, para no regresar a modelos obsoletos y caducos. El tricolor triunfará para mantener la certidumbre y estabilidad y no retornar al estancamiento.

¿Enrique Peña Nieto leyó de veras los contenidos y resultados del programa que Reyes Heroles diseñó para el sexenio priista 1976-1982? ¿O citó el tema al tanteo?

Aquellas elecciones generales de 1976 las ganó el PRI con uno de sus más altos registros de votación presidencial de la historia electoral tricolor.

En ese sexenio, México tuvo todavía un crecimiento económico anual fluctuante entre el 7 y 8 por ciento, con uno de los repartos per cápita, también históricos. ¿Modelos obsoletos y caducos a la luz del desastre del sexenio que corre?

Los saldos del desastre “transformador”

Ilustremos el asunto con dos datos publicados hoy en La Jornada por el muy autorizado investigador David Márquez Ayala en su Reporte Económico, a saber:

  • A septiembre pasado, la deuda pública, sin incluir estados y municipios, escaló hasta los 422 billones de pesos, casi un billón más que al cierre de 2015.
  • Respecto del 2015, los recortes al gasto federal real han afectado: -24.8 por ciento a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa /cabeza del sector productivo interno); -9.1 por ciento a Educación; -4.8 a Salud, -14.2 a Desarrollo Social, sectores los tres últimos que determinan el Desarrollo Humano.

Se seleccionan esos datos, porque revelan el sombrío balance de tres años de haberse procesado legislativamente las “grandes reformas transformadoras” del fáctico Pacto por México, encabezado por el PRI.

¿De qué tipo de certidumbre y estabilidad habla Peña Nieto, “para no retornar al estancamiento” (que ha sentado plaza desde 2012)?

No es casual ni gratuito el anterior rescate estadístico. En la línea discursiva de su jefe, el actual dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza dio por sentados los fundamentos del proyecto para 2018: La agenda que construiremos juntos tiene una base firme en las reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto. Estas trasformaciones son ya un activo de todo el país.

Construiremos “juntos”, dice Ochoa Reza. Si “juntos” con la nomenclatura que escuchó los mensajes dominicales, vale. Habrá que conocer cómo juntan en torno a esa oferta para 2018 a las bases tricolores del llano que, sobre todo en 2016, le negaron sus votos a las “reformas estructurales”.

El mayor misterio que queda entre corchetes después del aquelarre del Consejo Político Nacional del PRI, es cómo los tricolores les ganarán en 2018 a los “destructores”. No basta con calzarse las casacas rojas para jugarle al José Garibaldi. Es cuanto.

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