Voces del Periodista Diario

Ponen el coco y luego se espantan con él

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

La tragicomedia sería para el teatro del absurdo (que, sin embargo, tiene su racionalidad), si no fuera porque el libretista intenta pasarse de listo.

Dice el spot, que pretende justificar los gasolinazos: Es que el producto se importa y, ya ve usted, como se ha encarecido el dólar.

De no haberse impuesto esa política fiscal -la de los gasolinazos-, cuantos programas sociales hubieran sido castigados y los pobres mexicanos serían víctimas de más exclusión. No, pues sí.

México era exportador neto de crudo. Venido a menos, por el abandono de la refinación, terminó siendo importador de sus derivados.

Sólo en diciembre pasado, indica el reporte, de la demanda de 885 mil barriles diarios de gasolinas que se consumen aquí, se importaron 606 mil 387 barriles. El incremento de la importación, respecto del mismo mes de 2015, fue de 26 por ciento.

En ese lapso, el valor del dólar, con el que se pagan las importaciones, casi se duplicó. Los gasolinazos tenían que asumirse como una suerte de fatalidad. Por eso se legislaron sobre las rodillas los incrementos de precios.

Causa-efecto: Si se entrega al extranjero, malbaratada, la materia prima, no se puede esperar regalados los productos procesados con la misma. Así de simple.

¿Dónde quedó el discurso sobre la Reforma Energética, pócima salvífica de todos los males de México?

Lo dice el clásico: De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Llegamos a la puerta de entrada, donde Dante escribió: Los que entráis aquí: Perded toda esperanza. Es cuanto.

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