Voces del Periodista Diario

¡Ya supérenlo! Es Donald Trump

EL LECHO DE PROCUSTO Por: Abraham García Ibarra

Después de tres décadas perdidas que nos han dejado el desmantelamiento del Estado nacional, una docena trágica, la pérdida de la soberanía bancaria y petrolera, más de 80 millones de compatriotas fluctuantes entre la pobreza y la miseria, ocho millones de ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan), más de 200 mil muertes violentas y 30 mil desapariciones forzadas en sólo diez años; más de ocho millones de mexicanos expulsados del país, y la militarización de la vida pública,  ¿puede esperarse algo peor?

A la vista del subversivo espectáculo del arranque de 2017, detonado por los gasolinazos -culminación del desastre provocado por el depredador neoliberalismo, cuya marca de la casa es el saqueo del patrimonio nacional y la corrupción-, es absolutamente probable esperar algo peor.

Bajo el Síndrome de Eróstrato

Desde que el usurpador priista Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) lanzó la primera generación de reformas estructurales, advertimos que cambios súbitos que no se correspondían con el tiempo real: Político, social,  económico y cultural de México, dislocarían el curso de la Historia nacional.

Hemos empleado desde entonces una figura metafórica: El Síndrome de Eróstrato, el anónimo pastor de Éfeso que, por la sola ansia de celebridad, le metió fuego al templo de Artemisa, una de las siete maravillas del mundo.

El usurpador, en efecto, urgido del reconocimiento foráneo a su cuestionado arribo a Los Pinos, puso en oferta a México en el mercado internacional, imponiendo un modelo económico  extralógico para el que el sistema mexicano no estaba preparado. El salto del subdesarrollo al Primer Mundo es una hazaña que no se da en todas las sociedades.

Se precipitó la destrucción del entramado institucional del Estado mexicano, para emprender ensayos con recetas todavía a prueba en las potencias industrializadas que no lograban superar el equilibrio catastrófico establecido por la Guerra Fría.

Un dato de obligada referencia: Cuando en 1980, alucinante aún el espejismo petrolero, se presentó el Plan Global de Desarrollo (PGD), en la exposición de motivos se hizo una importante acotación: Tenemos en nuestra realidad la influencia adversa de los factores externos: no los tomemos como coartada, sin embargo, para ocultar nuestras propias rémoras estructurales. Es la primera responsabilidad que debemos acometer.

Anoche, 37 años después de aquella juiciosa reflexión, todavía se culpó a los factores externos de la tragedia nacional.

Trump, El ángel exterminador

No se dijo anoche, ciertamente, pero desde que se definieron el verano pasado las candidaturas presidenciales en pugna por la Casa Blanca, los medios de comunicación domésticos fueron orquestados para combatir las expectativas del aspirante republicano Donald Trump.

Los disolventes signos de la recurrente crisis interna han permanecido latentes desde el Error de diciembre de 1994. Se reactivaron con el cataclismo financiero desencadenado en los Estados Unidos en 2007-2008.

Aquí se diagnosticó que la perturbación económica en el imperio (que obligó a Washington a decretar la intervención del Estado, nacionalizando el sistema bancario para rescatar a los responsables del colosal fraude con codificación de maquinado), en México no pasaría de un simple catarrito. Hace de eso diez años. Se proclamó a la rosa de los vientos el afamado buque de gran calado.

Petróleo, ¡atásquense, ahora que hay lodo!

En esos diez años, sin embargo, la renta petrolera alcanzó en México máximos históricos. Hasta el Banco Mundial (BM) y algunos departamentos del Fondo Monetario Internacional (FMI), advirtieron que el producto financiero de ese auge se estaba dilapidando irresponsablemente. No dijeron que se lo estaban robando, pero era lo que estaba ocurriendo.

Con su absurda arrogancia, rayana en la estupidez, los tecnócratas mexicanos se mantuvieron montados en su macho neoliberal.

El periodo de las vacas gordas petroleras llegó a su fin. Para 2015, sostenida precariamente la caja gubernamental con base en un galopante endeudamiento, empezaron los ajustes en el gasto público.

La providencia acudió en auxilio de los obcecados tecnócratas mexicanos en 2016. Apareció en las primarias del Partido Republicano El ángel exterminador. Luego se erigió en candidato.

¿Es golpeado el sector exportador? Trump es la causa. ¿Caen las cotizaciones de la mezcla mexicana? Por culpa de Trump. ¿Se devalúa el peso? Obra  es de Trump. ¿El gabinete presidencial entra en crisis? Es Trump el factor. Y así hasta el infinito.

La Guadalupana no escuchó las plegarias de los mexicanos: Triunfó Trump. Y la cantinela continúa.

Medio siglo de entrega de la soberanía

Abramos el recorrido del medio siglo de la tragedia mexicana. En 1976, México fue atrapado en las redes del Fondo Monetario Internacional con la primera Carta de Intención. Y, de ahí pa’l real. ¡Vámonos por el camino correcto! … rumbo al abismo.

Pero, ya que de sostener la coartada de “los factores externos” se trata, ¿por qué no le ponemos nombre? Partido Republicano (PR). A las siglas le falta la I para ser PRI.

En los años 70, llegó a la Casa Blanca, abanderado por el PR, Richard Nixon. Libros de autores extranjeros lo identifican como el abogado californiano cuyo despacho defendió con éxito a algunos miembros de las mafias estadunidenses. Digamos Meyer Lansky, activo desde que Lucky Luciano reconstruyó la honorata societá después de derogada La prohibición en la Unión Americana después de La Gran depresión.

Se cita esa identidad, porque Nixon fue el Presidente que decretó la persecución de los traficantes de substancias prohibidas… en territorios extranjeros. México acató y acometió la Operación Cóndor en el triangulo dorado de la droga: Sinaloa, Durango y Chihuahua. El efecto fue que la empresa tomó nuevas modalidades y alcances a nivel nacional.

Desaforado por el Escándalo del Wastergate, meses después Nixon editó su libro La verdadera guerra/ La tercera guerra mundial ha comenzado. Fue el equivalente al huevo de la serpiente.

Nixon había resentido la crisis de los precios del petróleo en la primera mitad de los 70. En su libro diseña la estrategia para aperarse del petróleo de México, Venezuela y Brasil y suplir a los proveedores del Medio Oriente.

Primer “hombre de la mafia” en la Casa Blanca.

En 1980, el PR nominó y obtuvo el triunfo con Ronald Reagan. Escritores norteamericanos se preguntaron si no habría llegado la hora en que la mafia había colocado a “su hombre” en la Casa Blanca.

En tiempos de Reagan, en Washington se escuchó la consigna: Humillar el orgullo mexicano. Con Margaret Thatcher, Reagan proclamó la Revolución conservadora, pie de cría del neoliberalismo.

Metida en el Salón Oval de la Casa Blanca, la Fundación Heritage aconsejó a la Casa Blanca tumbar al PRI del gobierno. Su hombre en México fue John Gavin, promotor de la Triple Alianza Empresariado-Clero-EU en torno al PAN.

Gavin inscribió por primera vez a delegados panistas en la convención del PR, en Dallas, Texas, en la que, en 1984, se nominó a Reagan para un segundo mandato. El PAN transitó del neopanismo a Los Bárbaros del Norte.

Reagan caracterizó su gestión internacional por el bombardeo a Libia. En nuestro hemisferio, tomó por asalto Granada. Pero hizo algo más: Urdió la operación Irán-Contra -trasiego de armas por droga, para financiar el derrocamiento del gobierno sandinista en Nicaragua, del que México era solidario. Panistas acudieron a Washington a reclamar que también se les reconociera el estatuto de Contras.

Para aquella operación, Washington  dio carta blanca a los cárteles colombianos de Medellín y Cali, que tomaron a México como escala de transito hacia el mercado de consumo estadunidense.

Durante el segundo mandato de Reagan, el gobierno de Miguel de la Madrid entró en crisis económica. Con el aval de Washington, el FMI acudió al salvataje liberando cuestionados nuevos créditos. Cuestionados por medios estadunidenses, que denunciaron que parte de esos nuevos libramientos se destinarían a la campaña presidencial del PRI en 1988. La del terremoto político que puso contra la pared a Salinas de Gortari

Sucedió a Reagan en 1989, George Herbert Waker Bush, ex director general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y en el momento de su nominación por el PR, vicepresidente. Por éste pasaron los fondos de la Fundación para la Democracia, que en el caso de México favorecieron al PAN.

En aquel 88, el PAN tuvo como candidato presidencial al ex presidente de la Confederación  Patronal de la República Mexicana y de la Confederación Patronal de la República Mexicana, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón.

Con Bush en la Casa Blanca, Salinas de Gortari aceleró las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC). Las notas de color se pintaron bajo El espíritu de Houston. En Texas, por supuesto.

Para 1994, a Reagan se le había diagnosticado Alzheimer, de lo que se colige que las más importantes decisiones de su administración las asumía el republicano vicepresidente Bush, que luego marcó su gobierno con la sangrienta invasión a Panamá y el desencadenamiento de la Guerra del Golfo Pérsico.

El loco Fox y El renacido Bush

En 2000, llegó a la Casa Blanca el republicano George W. Bush, en una operación electoral fraudulenta contra el candidato demócrata Al Gore.

Bush sometió al panista Vicente Fox a sus dictados. Lo tomó como chalán para promover el Plan Puebla Panamá (PPP) y de su plus, el Acuerdo Comercial para las Américas (ALCA). El guanajuatense fue embarcado por el republicano Bush en la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte y en la Alianza Energética para la misma región.

Fox no alcanzó a darle forma definitiva a la Iniciativa Mérida, pero Bush se la enjaretó a Felipe Calderón Hinojosa, que la tomó como mandato para declarar su guerra narca.

¿Tendremos Operación Azteca?

Después de ocho años de receso, el Partido Republicano vuelve dentro de quince días a la Casa Blanca. Vuelve también al control de la barbarie en el Medio Oriente, donde México ya anda en “misiones de paz”.

¿Qué más le puede ocurrir a México, que no le haya ocurrido ya? Le puede ocurrir lo que el ex secretario de la Defensa de Reagan, Caspar W. Winberger, diseñó en sus “juegos estratégicos”: La guerra que viene, en la que incluye la Operación Azteca para la ocupación armada de México con el pretexto de sofocar “un golpe de Estado narco“, que amenazaría la Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

De jugarse ese espeluznante boleto, de eso sí sería culpable Donald Trump. De lo pasado, los gobiernos mexicanos de los últimos seis sexenios son responsables. Es cuanto.

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