Voces del Periodista Diario

Somniamus, Vivimus, Sumus

 

Por ETHOR HÉCTOR CHAVARRÍA

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Fuimos soñadores, románticos e

 …irreverentes.

También éramos jóvenes y osados.

 

         Somos por edad ya casi de los últimos baby boomers, pues muchos adelantándose, ya se fueron a la nada… somos parte de una generación, ahora en su otoño y rozando su invierno, la cual surgió a la vida junto a una Era peligrosa, tormentosa; fascinante… luego de una guerra que cambió al mundo y de paso conformó nuestra educación y percepción de la realidad.

         Esa generación tuvo su inicio al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando miles de veteranos militares y de civiles preocupados por la naciente amenaza atómica, dieron salida a su lógica “lujuria, e hicieron un montón de niños” para una nueva era que parecía, prometedora y luminosa.

         Esas generaciones de baby boomers, fueron contemporáneas de la Era Atómica, crecieron su niñez durante la conquista de las más altas cumbres del planeta comenzando por el Annapurna en 1950, el Everest y el Nanga Parbat en 1953, el Golden Austen o K 2, al año siguiente; vivieron hasta la adultez en el precario filo de la Guerra Fría. Entre la niñez y la pubertad conocieron del miedo, al borde de la catástrofe; por zapatazos de Nikita Kruschev en la ONU, crisis de los cohetes en la Cuba socialista, la tensión por “el botón rojo”; experimentaron la jubilosa explosión de la rebelión juvenil de 1968, la cual terminó en tragedia.

         El fugaz movimiento Hippie de “amor y paz”, la guerra de Vietnam, la carrera espacial, la llegada humana a la Luna; ese mismo año, algunos cortamos caña en Cuba con los Jóvenes Comunistas de la Internacional y los Pioneros de boina carmesí; soñamos con la Revolución Proletaria, algunos luchamos por ella en lejanos escenarios como Vietnam —en ambos bandos dimos sangre, vida y sueños—, en el auge de la “guerra fría nos dividimos entre Occidente y Oriente y vivimos, algunos con lágrimas la caída de la URSS y, el ascenso del nuevo Tzarputín llamado Vlad (ex sicario de la KGB), conocimos y también soñamos con la promesa de la cienciaficción en el tercer milenio, tan cercano y visto tan lejano a la vez, desde la efímera perspectiva humana juvenil; que entonces era la nuestra y, por momentos, entrevimos cercana, la ignota posibilidad de una visita extraterrestre la cual hoy se diluye como un lejano sueño, en los terrenos de la ilusión.

         En 1947, cuando los baby boomers aún eran muy pequeños y casi con ellos, se inició la bautizada “Era Moderna de los OVNI”, con los ahora llamados “casos clásicos anglosajones”, ya en la adolescencia, muchos fuimos ávidos lectores de cuanto caía en nuestras manos sobre OVNIs, posibilidad extraterrestre (ET), Realismo Fantástico; algunos también nos asomamos con timidez y a veces audacia, al verdadero pensamiento científico… curioso e inquisidor, a las letras y al pensamiento libre, con nuestra afición a lo fantástico, nos fuimos conformando como la segunda generación de ovnílogos mexicanos, aunque aún lo ignorábamos.

         Mientras la primera generación; Pedro Ferríz Santacruz, Ken Smith, Ramiro Garza y otros más (la mayoría muertos, pues a esta edad actual parece ser la moda), se iba retirando, aburrimiento, cansancio o deceso, algunos de nosotros, entonces chavos entusiastas, levantamos la estafeta.

         Esa segunda generación era casi por completo de jóvenes, algunos simplemente eran “creyentes” en los ET, sin más aspiración que rebelarse con pensamiento mágico contra las religiones establecidas y buscar, con la ovnilatría, y la ETlatría, nuevos caminos místicos y seudo religiosos. Otros, no nos conformamos con esa pálida e inútil rebeldía; nosotros buscamos con ardor autodidacta el conocimiento, no las “verdades sagradas” de los creyentes; éramos eclécticos, escépticos, realistas y seguidores de la praxis, en su momento cada caso semejaba una aventura maravillosa, ya no leíamos la historia OVNI, buscábamos hacer la historia OVNI… en el caso de unos pocos y, sin vacas sagradas; como buenos iconoclastas, algunos de nosotros, honrados ateos, lo logramos.

         Pues, de alguna manera u otra, si hicimos nuestra historia OVNI… al cabo de estudio e investigaciones esos, entonces jóvenes, formamos el grupo de ovnílogos escépticos, al cual y al paso del tiempo, se han unido muchos otros entusiastas iconoclastas.   Un poco de todo eso trata esta nota de color, hecha libro, con historia y, recuerdos…  De algunas aventuras reales, en la búsqueda de respuestas sobre los FANI Fenómenos Atmosféricos No Identificados, mal llamados OVNI, en muchas ocasiones.

         Es también una muestra de cómo debe ser el trabajo de campo en ovnilogía. La real, la que busca respuestas en vez de “verdades de Perogrullo”.

         Años ha, soñábamos con tener cerca de nosotros casos OVNI, con la posibilidad de estudiarlos, de resolverlos, de obtener respuestas… Y, para nuestra fortuna, los tuvimos.

         Si, tuvimos nuestros casos OVNI, también las agallas para ir hasta el fondo de ellos y, como las buscamos, con estudio y trabajo de campo; tuvimos nuestras respuestas acerca de los OVNI, aunque algunas de esas respuestas no nos gustaron, pero eran respuestas a fenómenos reales.

         La mayoría de ellos eran FANI; UAP por las siglas en inglés…

         Helas aquí, nosotros los ovnílogos de verdad, buscamos respuestas, éstas hacen avanzar el conocimiento, las “verdades” de Perogrullo, cantadas con entusiasmo por charlatane$, impiden el avance de cualquier búsqueda o respuesta racional.

         Para obtener esas respuestas, atravesamos por los sueños de cualquier ovnílogo verdadero, en algunos momentos como si fuera una cinta de acción, aunque en ocasiones con peligro real, otras con risas, en muchas decepciones, cuando la ilusión fue anulada por la razón —quién no haya “pecado” arroje la primera piedra al estilo judío o musulmán—, pero en todos los casos, con su correspondiente premio al riesgo, curiosidad y en ocasiones, inevitable peligro y miedo; ese real, cuando te apuntan con una escopeta del doce, no en un videojuego sino; en la realidad.

         Algo que los auto denominados “ufólogos” de ahora, ignoran desde sus seguros “salones millenial y de otros”… para el periodismo insólito, el de verdad, se necesita una respetable cantidad de gónadas —masculinas y femeninas—, por si alguien no lo entendió; testículos y ovarios.

También una buena cantidad de conocimientos reales; se trata de investigar, no de especular, de hallar, no de creer; de divulgar el conocimiento, no la ignorancia.

         En cuanto a nosotros, los baby boomers del principio, a fin de cuentas; obtuvimos nuestra recompensa al empeño por obtener conocimientos, a través del ardor puesto en buscarlos y, divulgarlos… con ese “tragarse el mundo a puños”, propio de la juventud.

         Pues entonces, éramos jóvenes; curiosos, soñadores e irreverentes.

         Hoy, sobrevivientes de guerras, sucias y de otras, de sismos, devaluaciones, crisis políticas, pandemias variadas; en el crepúsculo dorado de la vida y mirando hacia atrás en el tiempo; algunos aún nos sentimos razonablemente jóvenes, irreverentes declarados y, aún con la fuerza necesaria, quizá… para una última aventura, antes de pasar a la nada y el olvido. Pues antes, soñamos, vivimos, somos y:

         Todavía quedan cumbres por escalar, conocimientos por descubrir y transmitir…

Ek Thor

 

Caricatura: CARLOS ALBERTO y HECHA.

Bajo la fría luz, de las lejanas estrellas.

 

Héctor Chavarría; autodefinido como Intelectual Autodidacta, ejerce como periodista y escritor independiente.

Bajo la fría luz, de las lejanas estrellas.

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