Voces del Periodista Diario

Del verbo Joder y sus conjugaciones

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

En una de sus más amenas obras, sin embargo profundamente alertante –La cultura es nuestro negocio-, el filósofo de la Comunicación Marshall McLuhan reproduce el siguiente aforismo: El privilegio de ser grande, es no pensar.

Grande puede ser un estadista, un magnate trasnacional, un líder religioso, un filósofo. No por casualidad, fueron o son grandes. Lo fueron o son, precisamente, como resultado de su pensamiento

Acaso la expresión citada aplique más al hombre de acción que al hombre de ideas, en cuyo caso el accionar es mero reflejo del instinto o la intuición.

Nuestros presidentes que han sido, ¿se levantaron por las mañanas pensando cómo joder a México?

Antes de continuar, precisa es la acotación: Lejos de una abstracción, para mercaderes y especuladores “México” es una marca o una franquicia; para los inversionistas extranjeros, “México” es un botín; para los tecnócratas formados en universidades extranjeras, “México” es simplemente “el país”, etcétera. Sólo para los patriotas, México es (debe ser) una nación soberana.

Muy otra cosa, son Los mexicanos. Este gentilicio abarca a los que consideran México “como la casa de todos”. En su totalidad, son el sujeto por cuyos intereses deben velar los presidentes. Por eso, algunos suelen recordar que, después de electos por un partido, son gobernantes de “todos los mexicanos”.

Dicho lo cual, podemos ilustrar el tema de los presidentes que se levantaron pensando en joder a México o si lo han jodido sin pensarlo.

Comercio, banca, petróleo…

Verbigracia: Pensando en un desarrollo nacional autónomo; esto es, de crecimiento hacia dentro, al menos seis presidentes (1948-1982) mantuvieron a México a distancia del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), tomando en cuenta las asimetrías de las economías de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, respecto de los países del “Primer Mundo” industrializados. La relación, pues,  entre las ovejas y el lobo.

¿“Pensó” Miguel de la Madrid o pensó por él el tanque pensante de la Secretaría de Programación y Presupuesto cuando en 1986 embarcaron a México en el GATT?

La referencia es obligada porque, una vez aceptado el grillete, en siguiente sexenio México fue empujado a cambiarle la etiqueta al GATT por la del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). De aquí sigue la anexión de México al “nuevo”-otro Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica.

Con esos depredadores mecanismos, ¿se jodieron o no los millones de mexicanos expulsados hacia los Estados Unidos para desempeñar tareas que ni los negros quieren hacer, o se jodieron o no, los más de 70 millones de compatriotas que oscilan entre la pobreza y la miseria?

Otra referencia para ilustrar nuestro optimismo. El 4 de mayo de 1990, en nombre del Presidente, el secretario de Hacienda Pedro Aspe Armella  se presentó en el Palacio Legislativo de San Lázaro, sede de la Cámara de Diputados federal.

La versión estenográfica de esa comparecencia consigna que Aspe Armella dijo: “Hoy el país cuenta con un sólido sistema de banca comercial y de fomento en virtud de su buen desempeño, del profesionalismo y dedicación de sus empleados y de las políticas seguidas para fortalecer su estructura de capital…”.

Sin embargo, lo que llegó a defender en la Cámara baja Aspe Armella, fue la reprivatización del sistema de banca y crédito. Dijo el secretario de Hacienda: La intención del Ejecutivo es clara: Los bancos mexicanos quedarán controlados por mexicanos. (“Libre decisión de los mexicanos y para nuestro beneficio” apuntó en otras líneas).

Una auditoría privada posterior al proceso de reprivatización, puso en conocimiento del Congreso de la Unión el costal de trapacerías maquinadas para la entrega de las instituciones bancarias a particulares, que luego las vendieron a los extranjeros.

¿Se jodieron o no los mexicanos con esa estrategia que permite a los propietarios del sistema bancario -de los pocos con crecidas utilidades anuales en una economía hundida- exportar las ganancias a sus metrópolis, o aplicarse con mexicana alegría al lavado de dinero proveniente de actividades criminales?

Para qué hablar de anatocismos y otras prácticas usureras que han orillado al suicidio a no pocos mexicanos.   

En el sexenio que corre, se nos asestó la contrarreforma petrolera. ¿Se jodió o no Petróleos Mexicanos? ¿Se jodió o no la Hacienda pública? ¿Se jodieron o no los trabajadores petroleros y de ramas tributarias o subsidiarias, y los consumidores de los derivados del petróleo?

En fin. Si de 1986 a 2016 los presidentes mexicanos no se han levantado pensando en “joder a México”, qué certera, cara y monstruosa les resultó la equivocación.

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