Voces del Periodista Diario

Los que nunca aprenden en cabeza ajena

Lic. Salloum George. Foto reducidaVoces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

En México, desde el trágico arranque de la década de los ochenta, se ha convertido en muletilla tecnocrática decir que crisis es oportunidad. Todo es según  el color, del cristal con que se mira.

Una aplicación de ese optimista enfoque se hace sobre la recurrente crisis económica, que en el actual sexenio se ha potenciado a lo bestia.

La acotación obligada es que, con independencia de los factores estructurales internos, la crisis económica mexicana se incubó desde los años setenta en los cubículos  del Banco Mundial (BM) primero, y se exacerbó más adelante en los cubículos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los “otros orgullos” de José López Portillo

Empecemos por los masajes al ego. En 1982, el presidente del BM, Alden W. Clausen, le dirigió a José López Portillo un mensaje cuyas dos líneas centrales dicen: Puede estar orgulloso de las realizaciones durante sus últimos cinco años.

¿Por qué el jefe del BM le da bola a López Portillo?

Es que, desde 1973, con Luis Echeverría, el BM había abierto indulgentemente sus carteras al gobierno mexicano. A 1981, sus créditos habían pasado de 118 millones de dólares a 460 millones.

No sólo. El BM había ofrecido sus garantías de pago para que bancos estadunidenses, británicos, japoneses, alemanes, franceses, canadienses y suizos se prodigaran con México.

A final de cuentas, 55 bancos extranjeros habían liberado financiamientos a nuestro país.

Cuando en 1982 se presentó un simple problema de caja, según lo tipificó el entonces secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog, México estaba en la estacada: ¡Que arda Troya! diría López Portillo al declarar la moratoria de pagos de la deuda externa.

De 1970 al sexenio de Miguel de la Madrid, la deuda externa se incrementó geométricamente: De tres mil 100 millones de dólares a 140 mil millones de dólares: 25 veces.

De la Madrid implantó la Economía de guerra

De la Madrid anunció la inauguración de su mandato advirtiendo que lo hacía dispuesto a aplicar una economía de guerra. Aceptó las políticas de shock impuestas por el FMI. No pudo, sin embargo, sacar el buey de la barranca.

Para 1984, asfixiadas y ya las finanzas mexicanas, el director de la Reserva Federal, Paul Volcker asestó al menos tres aumentos a la tasa de interés. Éramos muchos, y parió la abuela.

Reacción frente a los terremotos de 1985

Ese es el punto de este tema: El 19 de septiembre de 1985, los terremotos estremecieron y devastaron la Ciudad de México: Al menos cinco mil muertos y requerimientos para la reconstrucción por cuatro mil millones de dólares.

“Crisis es oportunidad”. De la Madrid dio una respuesta a las exigencias del sindicato de acreedores extranjeros, poniendo en agenda la moratoria de pago del debito externo.

Según un cronograma del FMI hacia finales del sexenio de Echeverría el costo de la deuda fue de 32 por ciento del PIB. En 1978 alcanzó su máxima curva al situarse en 53.1 por ciento. Se creía que, encandilados por el espejismo de la abundancia petrolera, en 1982 se estabilizaría en 30 por ciento.

¡Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear!, gritó López Portillo al decretar el 1 de septiembre de aquel año la Expropiación bancaria.

Los ingresos que entraban a las arcas mexicanas por concepto de deuda, eran trasegados al extranjero, a incitación de los bancos privados, por los sacadólares.

Los costos para poner a México de pie después de los terremotos de septiembre del 85, fueron el mejor argumento de De la Madrid para aplacar a los insaciables acreedores extranjeros.

Salinas de Gortari logró redocumentar la deuda externa

La grave contingencia motivó en Washington  el Plan Baker que, puesto frente a la resistencia de los bancos privados extranjeros, sin embargo atemperó la presión sobre el gobierno mexicano que, incluso en los meses siguientes, dieron pie a que el FMI liberara nuevos préstamos a México en la perspectiva de la sucesión presidencial de 1988.

En 1989 -no sin antes amenazar con una nueva declaratoria de suspensión de pagos- Carlos Salinas de Gortari logró la renegociación del débito externo.

Que las cosas se hayan salido de madre en 1994 con el Error de diciembre maquinado en el corredor Washington-Nueva York, no quita el hecho de que Miguel de la Madrid haya sacado rendimientos políticos y financieros a una circunstancia crítica desencadenada por los terremotos del 85.

Terremotos de 2017 sin Plan B

Hoy el Estado mexicano difunde la imagen del pez que saltó de la sartén para caer al fuego. La deuda pública está por encima de los diez billones de pesos, como resultado de la inane conversión de la deuda externa en deuda interna y la contratación de más deuda externa que sirve sólo para pagar intereses de la deuda vieja.

Se han presentado los terremotos del fatídico septiembre negro de 2017.

In situ, se hacen todo tipo de montajes mediáticos. Es evidente que los costos del auxilio a más de dos millones de damnificados y de la reconstrucción de las zonas devastadas no se han cuantificado en su descomunal magnitud.

Pero están ya en el Congreso de la Unión los Criterios de Política Económica con sus instrumentos legislativos respectivos y “la noticia” es que no habrá aumento de impuestos y que se ajustarán a la baja los presupuestos federales de 2018.

Quien sostiene lo anterior, es el presidenciable secretario de Hacienda, José Antonio Meda Kuribreña. Y se queda tan campante.

Como ha ocurrido con la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte afrontada con reacciones casuísticas, el gabinete económico de Enrique Peña Nieto, ante los dramáticos y destructivos impactos de los elementos naturales, no tienen Plan B.

¿No que la crisis es oportunidad? Seguramente lo es para los verdaderos estadistas, no para los aprendices de brujo. Y ya está en marcha la sucesión presidencial de 2018. No les arriendo las ganancias, suelen decir los rancheros mexicanos. Pero éstos son rancheros, no tecnócratas neoliberales.        

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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