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TLCAN: ¿No hay quinto malo?

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Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Para algunos neófitos, el desenlace de la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), está en chino.

Sirva esa alegoría para otra: En  el juego de damas chinas suele presentarse una figura: “Perder por boba”. Suele aplicarse a aquellos que por ofuscación o distracción no hacen la jugada requerida para continuar en el torneo.

Aunque hay acercamientos previos desde hoy, la quinta ronda de negociación del TLCAN, con sede en México, se inicia formalmente el próximo viernes.

La voz cantante la llevan los Estados Unidos, que no quitan el dedo del renglón en estos tres puntos de la agenda: 1) revisión del Tratado cada cinco años; 2) nuevo entendimiento de las reglas de origen, y 3) eliminación del mecanismo de controversias.

Los que saben de esas cuestiones, consideran el tercer punto el más peliagudo. Hasta ahora, las controversias se remiten para su solución a paneles de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La exigencia de Donald Trump haría de lado a la OMC, en cuyo caso, como suele ocurrir con controversias de otra naturaleza económica y jurídica, la instancia serían cortes de los Estados Unidos, particularmente las de Nueva York: Daniel en la jaula de los leones.

No obstante la magnitud de los tres planeamientos listados, en la quinta ronda que formalmente se inicia dentro de unas horas, la responsabilidad de las pláticas se dejará en manos de equipos de segunda división.   

Ello es así porque, desde el lunes pasado, la canciller de Canadá, Chrystal Freeland, el representante comercial de los Estados Unidos, Robert Lightizer, y el secretario de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, de común acuerdo no se presentarán a las negociaciones y sólo al final de la ronda emitirán un comunicado conjunto.

Cambiar de caballo a mitad del río, según saben los rancheros, no es aconsejable. Pero así lo decidieron los jefes reales de las tres delegaciones, lo que indica que han caído en cuenta que las intransigencias de la Casa Blanca son irreductibles.

México se queda colgado de la brocha

En términos prácticos, eso equivale a una rendición incondicional. A decir verdad, aun desde antes de que se instalara la primera ronda, el gobierno de Canadá había anticipado la intención de rezar para su santo, abriendo la posibilidad de ir por un acuerdo bilateral con los Estados Unidos.

Era previsible entonces, que se dejara a México colgado de la brocha.

Seguramente así lo perciben algunos vulnerables sectores mexicanos que, gremialmente, diseñan ya estrategias individuales para buscar por su lado a otros horizontes de comercio exterior.

Al menos los industriales organizados en México han anunciado esa opción, convencidos de que el TLCAN ha entrado ya en un callejón sin salida.

Ahora la pregunta no es cuándo, sino cuáles serán los costos para México de la pulverización del Tratado.

Consecuencia, pérdida de confianza en el gobierno

El Fondo Monetario Internacional (FMI) y algunas agencias calificadoras estadunidenses ya empezaron a hacer cálculos sobre cuántos puntos, aun sean decimales, perderá el Producto Interno Bruto mexicano.

En esa previsión está de por medio la capacidad de la economía mexicana para satisfacer el cumplimiento de compromisos de deuda, principalmente la externa.

Cuando el sector industrial de México acomete alternativas propias de mercado, lo que queda en evidencia es la eficacia de la diplomacia mexicana.

Sería un punto. El otro es que, inevitablemente, el grado de confianza en el gobierno sufrirá un inexorable deterioro.

Ha llegado la hora del realismo y de dejar el spot a un lado para echar a andar la imaginación. Esto está en chino.

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