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Para un Óscar: La locura republicana

Voces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Aunque se pretenda supra cultura, la subcultura de la globalización brinda ahora nuevas coartadas al derrocamiento de gobiernos constitucionales emanados de las urnas electorales; verbigracia en países mediterráneos de Europa, la cuestión de fondo es el recalentamiento del viejo colonialismo.

Ahora, los globalizadores van contra la Primera Ministra de Inglaterra, Theresa May.

Si el Nuevo Orden Feudal Mundial preside la agenda internacional de nuestros días, tampoco es toda la explicación a las nuevas operaciones golpistas en el hemisferio, a partir del reciente ensayo en Brasil.

En la punta de ese fenómeno están el Destino manifiesto de los Estados Unidos y su profeta el Partido Republicano con su bárbara fauna de acompañamiento.

Nixon, los Bush y Trump en la escena macabra

En 1973, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) maquinó el cuartelazo contra el gobierno chileno de la Unidad Popular y el asesinato del doctor Salvador Allende. Despachaba entonces en la Casa Blanca el republicano Richard Nixon, obligado un año después de dimitir. Dos décadas duró en el poder el primate asesino Augusto Pinochet.

En 1989, ocupaba el Salón Oval de la Casa Blanca el republicano George H. W. Bush, ex director de la CIA. En diciembre de ese año ordenó la operación causa justa para derrocar al presidente Manuel Noriega, quien había estado al servicio de esa agencia. De que la perra es brava, hasta los de casa muerde.

Más de tres mil víctimas mortales costó la ocupación armada gringa, que tuvo como perverso móvil revertir los nuevos tratados sobre el Canal de Panamá, firmados una década antes por el presidente demócrata Jimmy Carter y su par panameño Omar Torrijos Herrera.

Para 2001 ya hacía el papel de gendarme mundial el republicano George W. Bush hijo. A partir del asalto contra Afganistán, con extensión a Irak, permanece la conflagración bélica bélico en Oriente Medio.

Hoy perturba la tranquilidad de la Humanidad el republicano Donald Trump. Siguiendo la macabra tradición de su partido, el incendiario anaranjado la gira de exportador de democracia. Tiene la mira de sus misiles apuntando hacia Caracas, Venezuela, para derrocar al régimen bolivariano.

Bush y Trump, productos del fraude electoral

En un punto coinciden los exportadores de democracia, los republicanos Bush hijo y Trump: Son producto ilegitimo del proceso electoral. El primero, acusado expresamente de fraude contra su opositor demócrata Al Gore, fraguado en el estado de Florida, entonces gobernado por su hermano, el republicano Jeb Bush.

Trump ocupa la Casa Blanca sin mandato popular: Su rival, la demócrata Hillary Clinton superó en dos millones 800 mil sufragios al republicano, que fue nombrado por los integrantes del Colegio Electoral con medio millar de sus votos.

Con tal autoridad democrática el desquiciado inquilino de la Casa Blanca, con su solo y único voto ha declarado Presidente encargado al golpista Juan Gaidós, a quien financia con recursos petroleros robados al pueblo venezolano.

Sedicentes venezolanos piden marines para Venezuela

La fauna de acompañamiento de Trump pretende ahora que la ONU valide su elección en favor de Gaidós, como ya lo hizo el lacayo Luis Almagro en la OEA.

Deprimente y grotesco espectáculo de fin de semana frente a la Casa Blanca: Una manada acéfala de sedicentes venezolanos clamando por el inmediato envío de marines a ocupar territorio de “su patria”.

La globalización tiene ya en las carteleras un nuevo episodio del Destino manifiesto: La locura republicana. Para los Óscar, el actor de reparto Donald Trump. Más que merecido.

(*) Director General del Club de Periodistas de México, A.C.

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