Voces del Periodista Diario

¿Qué hacer con 120 mil millones de dólares?

El lecho de Procusto

Por Abraham García Ibarra

De la sicología del estadunidense, tenemos la percepción de Tocqueville: El personal y vehemente deseo de lucro.

El concepto del trabajo en el norteamericano le pareció al tratadista francés, desprovisto de criterio y sentido vital. Incluso entre los más ricos, el trabajo se prolongaba hasta el punto de fatiga, el agotamiento nervioso y la locura.

Gerhard von Shulze-Geeverniz, estudioso inglés, hace un perfil del hombre económico puro: Es una persona que trabaja por el lucro y no para disfrutar el beneficio del trabajo.

Para un tipo tal, dice el autor, la felicidad consiste en atesorar dinero. En lugar de coleccionar estampillas o monedas antiguas, colecciona billetes de mil dólares.

Como judío errante en pasillos de la Bolsa de Valores

Roberto Michels, que toma las citas anteriores, dice de su lado que para muchos Cresos, el dinero, que empieza siendo esclavo encadenado y obediente, se transforma en amo absoluto, que los explota y abruma.

El sociólogo y científico político descubre que para esos Cresos, el trabajo realizado para obtener riquezas, en lugar de brindar felicidad se convierte en una manía, una idea fija, una obsesión; una pesadilla que demanda imperiosamente el sacrificio de todo lo valioso, inclusive la tranquilidad de espíritu y el amor sexual.

Andan esos seres, dice Michels, como el proverbial judío errante: Corren por los pasadizos y pasillos de la Bolsa de Valores. No conocerán la paz hasta que dejen este mundo.

En nuestro siglo, ¿tenemos en México una especie parecida a ese tipo de Cresos? Leyendo la lista de marzo de Forbes encontramos 16.

Los 16 “que se levantan con el santo y la limosna”

Entre 124 millones de compatriotas, esos 16 acumulan en conjunto fortunas por casi 120 mil millones de dólares en un país donde el salario mínimo (ocho millones de mexicanos sujetos a ese régimen) no pasa de 100 pesos  diarios.

Los tres más adinerados que encabezan la lista, han sido nombrados en estos meses de sucesión presidencial, en oficios políticos para asegurarse de que el próximo Presidente no toque los fueros y privilegios de los hombres de negocios.

¿Les alcanzarán  los 120 mil millones de dólares a esos gestores electorales para lograr su objetivo? Un potencial delfín no cuenta con intención de voto, por lo menos para fabricar el 1 de julio una votación a tercios. Es cuanto.

VP/Opinión/EZ

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