Voces del Periodista Diario

¿Qué tan reciente es la polarización?

Ojo Público
Por Norberto Hernández Montiel

 

Desde los primeros días de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se comenzó a hablar de polarización, como si se tratara de un fenómeno cuyo origen estuviera en el sexenio en curso, pero conviene echar una ojeada al pasado, para saber cómo se originó este problema, no sólo en México, sino en todo el mundo.

Con la instauración del neoliberalismo, en la década de los 80, el gobierno de nuestro país adoptó una serie de políticas que ponían al mercado como el gran regulador de la economía y se dieron, a las empresas y los grandes inversionistas, amplias facultades para imponer su agenda, tanto en nuestro país como a nivel mundial.

De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el año 2000, la quinta parte de la población mundial concentraba 85 por ciento de los bienes globales y para fines de 2018, uno por ciento de la población mundial acaparaba 82 por ciento de la riqueza.

Esto significa que la tendencia a la acumulación, entre quienes tienen más, creció y seguirá aumentando. La especialista del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, la doctora Úrsula Oswald Spring, afirmó, que esta concentración económica se debe a las condiciones que el Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso a los países pobres del mundo.

En “Culturas de paz”, obra editada por el CRIM en 2002, señaló, como uno de los primeros dictados del FMI el congelamiento salarial, entre cuyas consecuencias destacan la reducción de los ingresos para millones de personas, y la consecuente disminución en su capacidad de compra.

Tal medida comenzó a aplicarse en México desde el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, con Carlos Salinas de Gortari como secretario de Programación y Presupuesto. Curiosamente, en su reiterado discurso, De la Madrid insistía en que la rectoría del manejo de la economía  correspondía al Estado.

No obstante, los hechos lo desmentían, porque se comenzaron a aplicar medidas que beneficiaban exclusivamente a los grandes empresarios, como la contención de los salarios mencionada, para lo cual la complicidad de las centrales, presuntamente obreras, fue fundamental.

Otro de los dictados del FMI fue un drástico descenso en el gasto social, el cual afectó la construcción y funcionamiento de la infraestructura sanitaria y educativa.

Volvimos a ver que el discurso se alejaba de la realidad. A lo largo del neoliberalismo, pero con mayor énfasis en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, fue notorio que se trató de asfixiar a los institutos Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

De acuerdo con la revista “Contralínea”, durante las gestiones de los tres ex presidentes, se inauguraron 317 unidades médicas inconclusas, o prácticamente en obra negra; tres de Vicente Fox, 118 de Calderón y 196 de Peña Nieto.

Volviendo a la verdadera polarización social, con base en lo explicado por la investigadora Úrsula Oswald, se expresaba en que, al igual de lo que sucedía en el mundo, la burguesía, tanto nativa como trasnacional en México, acaparó la riqueza del país en tal forma que la población pobre aumentó.

No es de extrañar, entonces, que de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, hace tres años hubiera 51.9 millones de personas en pobreza en México y en 2021 la cifra haya aumentado a 55.7 millones. Es claro que esta problemática no surgió a partir de diciembre de 2018.

Veíamos que el origen del problema está en las disposiciones del FMI arriba mencionadas. Este organismo, paradójicamente, fue fundado, junto con el Banco Mundial (BM), en 1944, en el marco de trabajos previos a la formalización de la Organización de Naciones Unidas (10 de diciembre de 1945), con las heridas de la Segunda Guerra Mundial aún abiertas.

Aunque el FMI se ideó como mecanismo de cooperación económica internacional y el BM para financiar el desarrollo, ambos terminaron convertidos en lo contrario. El FMI devino en un verdadero dictador mundial en materia económica, y el BM en un gran agiotista.

Según la página web del FMI, su creación se propuso en julio de 1944, durante una conferencia en Bretton Woods, Estados Unidos, donde representantes de 44 países “acordaron establecer un marco de cooperación económica internacional destinado a evitar que se repitieran las devaluaciones cambiarias monetarias que contribuyeron a provocar la Gran Depresión de los años treinta”.

Como podemos ver, después de las sucesivas devaluaciones que hemos experimentado en varios países, entre ellos el nuestro, y las crisis económicas internacionales, los dos organismos dejaron de responder a los objetivos de su creación, y sobran evidencias de ello.

La doctora Oswald Spring enumeró las crisis financieras más significativas de fines del siglo pasado y principios del XXI. Mencionó la de México, en 1994, durante los primeros meses del sexenio de Ernesto Zedillo; la del sureste asiático, en 1997; Rusia, en 1998; Brasil, en 1999; Argentina y Turquía, en 2001.

Estas crisis, explicó, “se atribuyeron básicamente a movimientos del capital especulativo internacional”. El análisis de la doctora Oswald es bastante extenso, pero no hay que pensar mucho para darse cuenta de que entre los grandes beneficiarios de estas crisis están los dueños del capital especulativo.

Al FMI y el BM, indicó Oswald Spring, se les sumó la Organización Mundial de Comercio, para promover en los países pobres “una política de ajustes estructurales –reformas estructurales les llamaron en México– con bajos salarios entre trabajadores, incrementos en los precios de productos básicos, reducción en programas sociales y acotamiento del estado benefactor que reduce el combate a la pobreza…”

Como vimos al principio, la polarización no es nueva, y en su origen están el capital especulativo y la corrupción de gobiernos que se endeudaron y lejos de aplicar los créditos a la inversión, los ejercieron en forma irresponsable… o les dieron otro destino.

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