Voces del Periodista Diario

Recordando a Luis Donaldo Colosio

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Recargan la contaminación auditiva y nublan los cielos de la Ciudad de México los cohetones que, sobre todo en las colonias más populosas, estallan incesantemente.

Con romerías, misas y algunas fiestas vecinales los creyentes católicos celebran el dogma de la Inmaculada Concepción.

Hace 23 años, el 8 de diciembre, el priismo estuvo de multitudinario regocijo porque su partido dio a luz la candidatura presidencial del sonorense Luis Donaldo Colosio: 105 días después, el júbilo se transformó en consternación, luto e indignación.

¿Dónde están los colosistas que en aquella fecha insinuaron la sospecha de que la ejecución del candidato tricolor pudo ser un crimen de Estado?

Uno de los fiscales especiales a cargo de la averiguación del asesinato -Miguel Montes García-, declaró públicamente que una de las líneas de investigación consideraba la posibilidad de un complot contra el candidato presidencial.

Del “asesino solitario”, ya nadie se acuerda, pero la narrativa de aquellos días consigna la hipótesis de “un segundo disparo”.

“Veo un México con hambre y sed de justicia…”

La noche de los tiempos tendió su velo sobre un suceso que marcó un antes y después en la existencia del PRI. Transcurridos siete años, el tipificado como “partido casi único”, fue echado de Los Pinos.

Las consecuencias de lo que quiso codificarse como “transición democrática” y sólo quedó en una alternancia partidista en el ejercicio del poder presidencial, están a la vista.

El PRI retornó a Los Pinos en 2012. Sus detractores aseguran que la resurrección está marcada por el Síndrome de Lázaro: Fue resucitado sin haber sido curado de la lepra.

En lo que fue considerado a distancia del tiempo como testamento político, el 6 de marzo de 1994 Colosio, al recapitular sobre lo que llevaba de campaña, pronunció una oración que conmovió profundamente: “¡Veo un México con hambre y sed de justicia!”.

Ese clamor es el que retumba en nuestros días. Acaso por ello la nomenclatura del PRI no se dio por enterada hoy de la efemérides que desembocó en tragedia y cambió el curso de la Historia mexicana.

Seis meses después del asesinato de Colosio, fue ejecutado otro prominente dirigente tricolor, José Francisco Ruiz Massieu. Al cerrar el año, estalló el Error de diciembre de 1994: La economía mexicana se descarriló y es hora de que no se recuperan ni los durmientes. La locomotora sigue desbielada.

Dentro de un año, el PRI nominará a su candidato presidencial para 2018. ¿Tendrá éste los tamaños para enfrentar el México bronco que cabalga sobre la seca pradera?

No somos augures. Lo que ahora no vemos es una luz al final del túnel. Son tiempos de andar con sonda en mano. Los signos son laberínticos. Cualquiera termina extraviado. Grave cuestión.

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