Voces del Periodista Diario

Savonarola y La hoguera de las vanidades

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

¡Cuidado! Ser congruente entre lo que se predica y lo que se hace, tiene mortales costos. Aplica a los políticos, a los que sus votantes suelen recordarles, obras son amores y no buenas razones. De ello sigue la apostasía de los increpados.

Hoy, 7 de febrero, se cumplen 523 años -martes de Carnaval italiano- en que Girolamo Savonarola convocó a la plebe a la Hoguera de vanidades, para meterle ocote a todos los objetos superfluos de los ricotes, ricachos y riquillos de Florencia.

El fraile dominico, acusador de molicie que infestaba los recintos católicos de Roma, concluyó que el rigor moral es el único sendero a la salvación del alma. En su radical visión, tenía a la Santa Sede como una puntual reproducción de Babilonia.

Contra el lucro y la depravación de los poderosos…

No tuvo el redentor florentino falta o pecado aborrecido: El lucro, la depravación de los poderosos, la corrupción de la fe cristiana por sus oficiantes, la búsqueda de la gloria, la sodomía, etcétera. (¿Qué hubieran sido en sus manos Los legionarios de Cristo y sus pares del Opus Dei?)

Vio en los Medici -el insobornable profeta desarmado– la representación de todas aquellas desviaciones humanas, de las que concluyó que el hombre está más inclinado al mal que al bien.

El purificador terminó purificado: Fue torturado y condenado a la hoguera el 23 de mayo de 1498, pero antes acuchillado por algún sicario de los Medici. Sus cenizas fueron dispersadas en un rio de Italia y acaso haya residuos en el Mar Mediterráneo.

No hay moraleja. La congruencia tiene un costo y éste se paga. Contra los Borgia hay que andarse con cuidado. Es cuanto.

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