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Se va Carstens y deja “la víbora chillando”

Voces del Director

Desde Filomeno Mata 8

Por Mouris Salloum George (*)

Si existe en México un Tribunal Federal de Justicia Administrativa y el Senado de la República no procede a renovar la nómina de magistrados, no pasa nada.

Dicha institución está para dirimir y resolver controversias de orden fiscal entre la Federación y particulares.

Si los senadores tienen pendiente el nombramiento de Fiscal General de la República (y aun y aún la Procuraduría carece de titular), no pasa nada.

Si, asociado a ese nombramiento pendiente, está el de Fiscal Anticorrupción, no pasa nada.

Si en pleno calendario de elecciones generales de 2018, la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales de la PGR está acéfala, no pasa nada.

O pasa algo: Los contenciosos fiscales federales pueden permanecer atorados o impugnados ¿ante quién?; la procuración de la Justicia Penal queda en suspenso porque está en manos de un suplente en entredicho, la corrupción puede carcajearse a mandíbula batiente y las indagatorias de crímenes electorales pueden dormir el sueño de los injustos.

A fin de cuentas, ese es el México lindo y querido… el de los usos y costumbres. No importa si la Constitución es burlada por los mismos que la revisan y pusieron plazos fatales para cumplir determinados procedimientos legislativos. Todo queda entre familia.

De desarrollo nacional es el caso

Pero existe una institución de Estado cuya operación no se constriñe al ámbito doméstico. Está en el centro de gravedad de las relaciones financieras internacionales, en cuyo caso, queda expuesta al escrutinio, por ejemplo, del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y, dicho sin pelos en la lengua, del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

Esa institución es el Banco de México. Dice la Constitución que su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado.

Eso de la “estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional” se relaciona, verbigracia, con el control de la inflación, considerada una de las variables fundamentales de la macroeconomía.

Dicho sea de paso, la inflación se ha disparado en lo que va del año cien por ciento respecto de la previsión de 2016.

La política monetaria, la gestión de la reserva de divisas extranjeras, etcétera, que no son cuestiones de poca monta están bajo la responsabilidad de la banca central, elevada al rango constitucional de autónoma.

El relevo de gobernador, expuesto a designios electoreros

Pues bien, desde hace un año, el gobernador del Banco de México, doctor Agustín Carstens dimitió para asumir la gerencia del Banco Internacional de Pagos.

Han transcurrido doce largos meses desde entonces, y es hora de que no se propone al Senado el nombramiento de nuevo gobernador. Carstens se había dado de plazo un semestre para cumplir con la entrega-recepción del instituto bancario. Se le pidió que concediera un nuevo plazo de gracia para su retirada.

La dilación de la propuesta presidencial se explicaría porque, en la búsqueda del relevo, no se ha encontrado la persona idónea de la talla de Carstens. Parece ser que ni entre los vicegobernadores ni entre los miembros de la Junta de Gobierno. Rara escasez de talento.

Si así fuera, el caso es grave. Es peor, si esa trascendental decisión responde a otros móviles.

¿Qué tal si las vacilaciones tiene otra sinrazón? Es del dominio público que, por tradición, el primer candidato a la gobernación del Banco de México ha sido el secretario de Hacienda y Crédito Público. Es el caso del ex gobernador Guillermo Ortiz Martínez y del propio Carstens.

Sucede ahora que el responsable de las finanzas públicas, según se conoce al titular de la SHCP, es José Antonio Meade Kuribreñas. Sería el candidato natural para el Banco de México.

Pero los manes electoreros hablan de Meade como prospecto número 1 del PRI a la candidatura presidencial de 2018. El PRI no acaba de deshojar la margarita de la nominación y el gobierno del Banco de México permanece vacante.

Aquí entra el cuestionamiento: Quien tiene el ordenamiento de prioridades en un Estado en crisis, ¿está consciente de la imagen de falta de seriedad… o de talentos financieros que difunde México hacia el exterior?

De ello sigue la otra pregunta: ¿Quién no entiende que no entiende, según editorializó una publicación londinense? Citamos esta referencia porque dicha publicación responde a los intereses de La City, según se conoce el nervio financiero del Reino Unido, patria de capitales que tienen la mira puesta en el control de la industria petrolera mexicana.

Son, aquellas, preguntas que no puede atender el doctor Carstens. Él anda en busca de las prendas más abrigadoras porque ya tiene un pie en el avión rumbo a Basilea, aquella famosa ciudad de la helada Suiza. Nos deja aquí con la víbora chillando. Grave asunto.

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Redacción Voces del Periodista