Voces del Periodista Diario

Sobre la unidad de mando presidencial

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Si bien vulnerable y vulnerada, hasta el sexenio 1994-2000 la llamada “normalidad democrática” permitió una sucesión presidencial sin impugnaciones desquiciantes y el paso, si no a una verdadera transición a la democracia, sí a la alternancia partidista en el poder presidencial.

Hasta la caída del PRI en 2000, el depositario y practicante tricolor de las facultades metaconstitucionales de las que hablaba el doctor Jorge Carpizo, había operado su sucesión sin que los miembros de su gabinete se brincaran las trancas. A fin de cuentas, el delfín  triunfante amansaba la caballada repartiendo nuevos potreros.

Cuando Vicente Fox se instaló en Los Pinos y empezó a darse cuenta de que el ejercicio del poder presidencial no se trataba de enchílame otras, se planteó una duda existencial: ¿Cómo le hacia el PRI para mantener la casa en orden?

Fox no le encontró la cuadratura al círculo. Su poco oficio para conocer y administrar los profundos entresijos de la política de altura, lo indujo no sólo a adelantar su propia sucesión, sino que pretendió dirigirla en favor de su mujer, “la señora Marta”.

La consecuencia de esos dislates foxianos, fue la pérdida de la unidad de mando presidencial. Un secretario encargado de despacho, Felipe Calderón, quien no estaba entre sus prospectos, le ganó el proceso interno de selección de candidato del PAN.

El michoacano tampoco corrió con  fortuna: Su gallo sucesorio, el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, “murió en el intento”. Sospechosamente.

La opción de Calderón, fue el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, pero le ganó la partida la de Educación, Josefina Vázquez Mota. El PAN fue echado de Los Pinos.

El punto es la unidad de mando presidencial, que otrora le daba alto grado de hegemonía y control al jefe del Ejecutivo, que lo era a la vez, fácticamente, de su partido.  

El licenciado Enrique Peña Nieto ha recorrido lo que va del sexenio sin el gabinete que presentó el 1 de diciembre de 2012. A mitad del río, hizo una declaración inadecuada: Incitó a sus colaboradores a que no temieran “no salir en la foto”. Réplica  contra la advertencia del viejo líder cetemista Fidel Velázquez, en víspera de cada proceso electoral.

Signos de impaciencia en la estructura militar

El gabinete Peñista, es visible solarmente, cabalga rumbo a 2018 como manada acéfala. El mexiquense, sin embargo, lo puede meter en cintura habida cuenta que tiene un hombre leal en la dirigencia nacional del PRI.

La cuestión no es esa: La nomenclatura civil en la  que se encuentran los secretarios de despacho, aspira, dicho sea de paso, legítimamente, al encargo de Presidente de México, y debe saber de las reglas no escritas y usos y costumbres por las que pasa el proceso de construcción de una candidatura.

Los comandantes de las Fuerzas Armadas mexicanas no se meten en las grillas partidistas ni se sienten con cuerpo de torero para pasar del Campo Militar número 1 a Los Pinos.

Desde esa óptica, es de tomar muy en serio el “humor militar” del que se hizo eco ayer el general secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos Zepeda.

Una frase clave pronunció el general Cienfuegos. “Yo sería el primero en levantar no una, las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constitucionales”.

En eso consiste la unidad de mando presidencial, basada además en la jura de la Constitución a la hora de la toma de posesión: En la observancia plena de los mandatos de la Carta fundamental y hacerla observar a la jerarquía burocrática. Cosa que, dicho en estricto rigor, ahora no sucede.

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