Voces del Periodista Diario

Todas las horas hieren; la última es la que mata

Sinfonía Telúrica

Por Abraham García Ibarra

Los que vemos la realidad nacional desde los accesos y andenes del Metro de la Ciudad de México en las terminales de Pantitlán, Indios Verdes o CU, tenemos otros datos capturados desde las primeras corridas hasta el cierre del sistema.

Cientos de miles de seres humanos, cuyos ingresos no tienen sobrantes ni para comprar un cubrebocas o un frasquito de gel, desde las ciudades dormitorios  del Valle de México llegan a las estaciones después de haber hecho transbordos nocturnos en destartalados microbuses y, durante la pandemia, no han dejado de ser  motor y lubricante de la economía productiva.

Vale la acotación: Es absolutamente probable que  algunos obreros de la construcción, a los que se les paga la jornada por destajo, no logren llegar a sus hogares con el importe a causa de que alguna banda de malandrines los asaltó en el itinerario de regreso o fueron despojados por la tripulación de una patrulla policiaca.

Esa doliente humanidad ambulante pertenece al México profundo, pero para algunos cronistas metropolitanos son personajes de la leyenda urbana. Sólo algunos sociólogos se ocupan de ella.

Huid de los novedosos y los arbitristas de toda laya…

Por voz de Juan de Mairena, Machado nos recomienda: Huid de los novedosos y los arbitristas de toda laya: De diez novedades que pretenden descubrirnos, nueve son tonterías. La décima y última que no es necedad, tampoco es nueva.

Desde las atalayas del Sistema de Transporte Colectivo (STC) de la Ciudad de México en sus horas pico, ¿cómo explicar la Nueva normalidad mexicana a 27 millones de habitantes del Valle de México? La misma pregunta podrían hacerse los que visualizan el escenario masificado en las zonas metropolitanas de Monterrey y Guadalajara. He ahí el acertijo.

Una nueva normalidad no se construye, si no de destruyen desde sus pilotes las bases de la realidad que se pretende modificar. No hay Plan B, si no se reflexiona y se racionalizan los porqué del fallo del Plan A. Este no es  un asunto de voluntarismo, sino de sicología social.

La cuestión es de mentalidad; lo que nos remite a los usos y costumbres que se guían por reglas no escritas. Volvemos a Einstein: Es más fácil desintegrar un átomo, que un prejuicio.

No hay praxis revolucionaria sin teoría revolucionaria

Sin ánimo de pedantería, recordamos: No hay praxis revolucionaria, sin teoría revolucionaria. No es lo mismo ser un rebelde, un contestatario o simplemente un antisistema para acreditarse como un auténtico revolucionario.

Por el espontaneismo instintivo o intuitivo que caracterizó la respuesta a la convocatoria del  Movimiento Regeneración Nacional, la unidad de acción electoral no se correspondió ni se ha correspondido con el diseño de un cuerpo doctrinario que catalice el amplio catálogo de voluntades actuantes en las urnas. ¿Puede haber un programa político si no se acompaña de compromisos ideológicos  comunes? No tenerlos, incita a la anarquía en el ejercicio del poder.

Los votos no sólo deben contarse; sino contar

El primer déficit de la cuarta transformación lo observamos en el propio partido (Morena) y sus aliados que hicieron posible el arribo de Andrés Manuel López Obrador a Palacio Nacional. Los votos no sólo deben contarse, sino contar.

Si el clásico no está equivocado, el partido debe ir a la vanguardia; no detrás del gobierno. Al hacerse poder, el gobierno es de todos y no de una parcialidad de los mexicanos.

A Morena le ha sido imposible cumplir con ese imperativo y tomar la iniciativa, porque la incesante conflictividad por el control de su dirección nacional le ha impedido construir su unidad orgánica y su autonomía. Ha permanecido en un estado tribal.

En abono del tabasqueño, vale reconocer que ha renunciado al viejo y discrecional título de jefe nato del partido; indisputado e indisputable, como sucedía con los presidentes priistas.

En el Congreso de la Unión ha faltado espíritu de cuerpo

Coloquémonos, a modo de ilustración, en el siguiente cuadrante: Con la conquista del Poder Ejecutivo en 2018, Morena se hizo del control mayoritario del Poder Legislativo federal.

En el estreno de la LXIV Legislatura, escuchamos a algunos coordinadores parlamentarios de las bancadas de Morena comprometerse a ejercer su independencia: No convertirse en la guardia de la oficialía de partes del Presidente, como en tiempos lejanos “oidores de la Corona”.

Lo cual sonó muy bien: Después de todo, la Cámara alta es depositaria del Pacto Federal. La baja, encarna la representación nacional. Lo establece la Constitución.

Uno hubiera esperado que, con espíritu de cuerpo, la primera operación de esos coordinadores en el Congreso de la Unión debió haber sido una juiciosa iniciativa de trabajo en conferencia, como lo autoriza el Reglamento de Prácticas Legislativas. No se hizo.

Hacerlo, implicaba tener una elemental idea-agenda de cómo adaptar el macizo constitucional y las leyes reglamentarias a los requerimientos y objetivos del proyecto transformador. ¿Por qué no se hizo ni se ha hecho? Porque a dos coordinadores les ganó el protagonismo personal.

Uno, pretendió poner la coordinación a su servicio para escalar a la dirigencia nacional del partido. A otro, el afán de llegar  a la primera magistratura de la Nación. No se cuestiona la legitimidad de esas aspiraciones. Lo que se cuestiona es la inversión de prioridades.

El resultado de esa expresión y dispersión de intereses personalistas es que, a dos años de haberse inaugurado la Legislatura, dictámenes de iniciativas fundamentales han quedado pendientes de bajarse al pleno.

Siéntate en la puerta y verás el cadáver de tu enemigo pasar

Por supuesto, la fractura en la dirigencia nacional de Morena se ha reproducido en las estructuras de mando en los estados y municipios donde el partido es poder. Las bancadas en los congresos de los estados están convertidas en verdaderos herraderos. A los alcaldes, les interesa menos rendir cuentas y más, postularse a su reelección.

A las oposiciones les bastaría con poner a caballo un proverbio árabe: Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar. No quieren esperar tanto. Al menos a los partidos de oposición del ala derecha les interesa quemar etapas y volver por sus fueros en 2021, que está a la vuelta de la esquina.

Una sentencia sentimos presente: Todas las horas hiere; la última es la que mata. Es cuanto.

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