Voces del Periodista Diario

Toque de queda hídrico en la Ciudad de México

La Piedra en el Zapato

Por Abraham García Ibarra

¿Cuánto tarda un jefe de Estado responsable en cumplir uno de los compromisos de política pública en el que está de por medio el derecho a la vida? ¿Un año? ¿Un sexenio? ¿300 semanas?

En la imaginaria, ¿qué sería hoy del pueblo israelí si su territorio dispusiera de 10 mil millones de metros cúbicos en lechos subterráneos para satisfacer el consumo nacional del vital líquido y aun exportar su superávit?

Desde hace dos semanas, 26 millones de mexicanos que habitan la llamada Megalópolis están expuestos a una sicosis colectiva por el anuncio de racionamiento del agua que, por lo pronto, ha ocasionado la próxima suspensión de clases en todos los niveles de educación en el Valle de México.

Para situarnos en un cuadrante, la mayor parte de la población de la Ciudad de México depende del suministro de agua proveniente del Sistema Cutzamala que opera en el oriente del Estado de México.

Según la Comisión Nacional del Agua, con base en autorizados estudios de expertos en la materia, corrientes subterráneas tienen un potencial para cubrir 40 por ciento de los requerimientos de consumo; el más ingente, el consumo doméstico.

Acuerdo General para el “Alumbramiento” de aguas nacionales

Para prevenir la crisis hídrica, el 23 marzo de 2013 -inicio de la primavera para más señas- desde lo alto del poder se publicitó un plan para, en primer lugar, garantizar un adecuado acceso de la población a los servicios de suministro de agua.

Entre otras cosas, se construirían al menos cinco acueductos para satisfacer la demanda en las principales ciudades del país, la construcción de plantas desalinizadoras, localizar nuevas fuentes de abastecimiento y el fortalecimiento y equipamiento del Sistema Cutzamala.

En la ocasión se acuñó un apantallante Acuerdo General para el Libre Alumbramiento de Aguas Nacionales.

No haremos el repaso de todos los incesantes conflictos que se han generado en todo el territorio nacional durante el sexenio que termina a causa de la pugna por el agua, que muchos anuncian como umbral de la guerra futura por ese recurso, ya exigido aquí como un Derecho Humano.

No faltaba más: Tan grande solución a la problemática hídrica se hizo viral aquel 23 de marzo de 2013, desde Palacio Nacional, en ocasión del Día Internacional del Agua, presidido, por supuesto, por Enrique Peña Nieto. Han pasado ya más de 300 semanas.

De todo no fue culpable David Korenfeld

El incumplimiento de aquellos compromisos podría atribuirse al ex director general de la Comisión Nacional, David Korenfeld, pero ahorita mismo recordamos que ese funcionario fue corrido, no por falta de voluntad o de eficacia en su desempeño, sino por usar los helicópteros de la dependencia al servicio de su agenda personal.

Dentro de 30 horas, se impone una suerte de toque de queda en la Ciudad de México en la gestión del agua. Acaso no alcance ni para hacer la obligada limpia de los cementerios a fin de que nuestros difuntos no se sientan tan olvidados. Es cuanto.

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