El Lecho de Procusto
Por Abraham García Ibarra
Por hoy, vamos a dejar de lado las frivolidades de los consejeros electorales federales, exhibidas en los condicionamientos del tercer debate entre presidenciables: No presentarse a escena descorbatados ni vistiendo mezclilla o manta; no acompañarse de cartoncitos o fotografías; nada de paseíllos, engarrotados en sus pupitres, etcétera.
Los moderadores, a moderar; no a hacer protagonismo mediático. Los interpelantes, insaculados previamente, saber sólo a la hora de la verdad qué preguntaron a los candidatos. En fin.
Tampoco haremos referencia al activismo de los peñistas que juran tener las manos fuera de las campañas; pero no sacan la lengua. Ahí están los videos y los audios de ayer y hoy mismo.
El asunto de hoy en esta sección es el derecho de pataleo al que apela el candidato presidencial independiente Jaime Rodríguez Calderón, quien a base de ocurrencia quiere seguir presente en las pantallas.
El ahijado de los magistrados se juega una puntada mayor
Existen ocurrencias inofensivas y ocurrencias subversivas. De este rango son las del regiomontano.
Lo primero que hay que recordar, es que Rodríguez transgredió la norma en la recolección de firmas de apoyo. El INE lo cuestionó. Los magistrados electorales federales lo pusieron en la boleta del julio.
Rodríguez anunció públicamente que consignaría a los consejeros federales ante la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales de la PGR. Esto es, desconoció su autoridad.
La nueva operación es de calibre mayor: Rodríguez envió a sus abogados al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a impugnar el registro de coaliciones y frentes de los partidos que abanderan candidatos presidenciales.
Faltan sólo menos de tres semanas para que se cierren las campañas presidenciales. Hasta ahora los abogados de Rodríguez se dieron cuenta que los partidos coaligados o frentistas militan en diferentes líneas ideológicas o programáticas.
Qué le vamos a hacer: “Eso” es la democracia a la mexicana
Ese es inane argumento del candidato independiente, cuyos registros en las encuestas sobre preferencias electorales no pasan, en ninguna, de entre dos y tres por ciento.
No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre, dicta la conseja popular. Rodríguez usa y abusa de su suerte, rigurosamente endosada jurisdiccionalmente.
No más falta que el Tribunal Electoral federal le dé entrada a ese recurso diversionista, y entonces sí, quedará enmarcada la caricatura de la democracia a la mexicana. Es cuanto.