Voces del Periodista Diario

El grotesco espectáculo Calderón-Moreira

VOCES OPINIÓN Por: Mouris Salloum George

Frente a la demencial incontinencia de estos días, de Vicente Fox y Felipe Calderón, resulta plausible la discreción que guardan  los ex presidentes priistas Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, que, al menos públicamente, se cuidan de entrometerse en la ya de por sí crispada atmósfera de la sucesión presidencial de 2018.

De cara al visceral comportamiento del guanajuatense y el michoacano, adquiere dimensiones institucionales aquella vieja figura del sistema métrico sexenal, por el que los ex presidentes de la República eran confinados a retiro después de concluir su mandato, para no dar pie a la pretensión de erigir minimaximatos sobre la marcha del quehacer político.

Nostálgicos del poder, Fox y Calderón -el primero ya fuera del PAN- galopan ansiosos de ser reconocidos como factótum en toda expresión de la vida pública, sin mostrar el menor respeto a la investidura del presidente Enrique Peña Nieto; mucho menos a otros actores de otra jerarquía, pero igualmente respetables.

El asunto no tiene nada qué ver con el ejercicio de la Libertad de Expresión, del que los ex presidentes azules hacen abuso, ni con las facultades sancionatorias que en su ámbito específico tiene el Instituto Nacional Electoral (INE), que en esa materia se circunscribe a la retórica de los beligerantes electorales.

En todo caso, la alienada conducta de Fox y Calderón se remite a los etéreos espacios de la siquiatría.

Verdades sobre la sucesión de 2006

Al desbocamiento de los personajes nombrados aplica la conseja popular que dice que, cuando las comadres se pelean, salen las verdades.

Entre los recientes grotescos espectáculos ofrecidos por Calderón -quien la gira de promotor de su esposa Margarita Zavala en su aspiración presidencial-, está el escenificado en Coahuila, a donde el michoacano asistió a la campaña de sus compañeros de partido.

En uno de los eventos en aquella entidad, Calderón se fue de la lengua mofándose del ex gobernador de Coahuila y ex presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, de quien dijo que de tan mala fama pública goza, que ni en su partido lo quieren.

Moreira, quien efectivamente pretende una diputación local por el Partido Joven, no resistió la tentación de responder al michoacano, a quien calificó de borracho, usurpador y asesino.

Los adjetivos, aunque detestables,  son lo de menos, pero en el que se refiere a la usurpación, Moreira acusó a Calderón de haberle robado la elección a Andrés Manuel López Obrador en 2006.

Era ya del dominio público que, en la elección presidencial de aquel año, el PAN recurrió a los servicios de la entonces todavía priista Elba Esther Gordillo Morales, para convencer a algunos gobernadores tricolores norteños a fin de que orientaran votos en favor del candidato presidencial panista.

Ahora Moreira agrega otro ingrediente a esa revelación: Sin decir la fuente, el ex presidente del PRI asegura que se corrió a firmas de gobernadores priistas una obsequiosa carta por la que declaraban su beneplácito por la elección de Calderón.

No es que creyéramos entonces, acota Moreira, que el candidato priista Roberto Madrazo hubiera ganado la contienda por lo que “me negué a dar mi firma a esa carta”, sino porque sabíamos que López Obrador fue el triunfador.

En la exacerbación del choque verbal, Moreira no repara en que la piedra cayó en otros tejados: Primero, en el del ex presidente Fox y, por extensión, a los del Instituto Federal Electoral y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que sancionaron la victoria de Calderón, quien coronó su arribo a Los Pinos con la cínica expresión: aiga sido, como aiga sido.

Lo que en conclusión se saca de ese tipo de inmorales enfrentamientos, es que en nada contribuyen al imperativo de hacer de la sucesión presidencial de 2018 una contienda civilizada y pacífica. Todo lo contrario. La primera víctima de esos desmanes, es la de por sí desventurada democracia mexicana. No hay derecho.

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