Voces del Periodista Diario

Recordando a Álvaro Obregón

VOCES OPINIÓN Por: Lic. Mouris Salloum George.

Cuando los demonios se sueltan, siempre es preciso revisar el pasado para -dicen los sabios- no cometer los mismos errores que, a un alto costo, desvían el destino de las sociedades.

Pupilo de la Universidad Panamericana (UP), el joven Enrique Peña Nieto escogió como tema de su tesis profesional El presidencialismo mexicano/ Álvaro Obregón.

En su ensayo, Peña Nieto aborda la institución presidencial durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Se expresa fascinado por las reformas emprendidas durante su mandato por el general sonorense.

Apunta particularmente que, si en el siglo XIX se procuró el equilibrio entre los Poderes de la Unión, con la Constitución de 1917 se consolidó el predominio de la institución presidencial.

Egresado de la Universidad Iberoamericana (UIA), el actual delfín presidencial, Aurelio Nuño Mayer, quiso y pudo hacer una maestría en la Universidad de Oxford (Reino Unidos).

El título de la tesis de Nuño Mayer para acreditar la maestría  es, Construyendo un Estado-Nación sin impuestos/ Las consecuencias políticas de la Revolución: Evolución fiscal de México después de la Revolución. Crónica 1920-1930. El título basta para discernir sobre su contenido.

La sombra del caudillo

No es mero accidente el periodo analizado por el ahora secretario de Educación Pública: La segunda década del siglo XX, en la literatura de don Martín Luis Guzmán, está primada por La sombra del caudillo, que retrata el poderío de Obregón. “La sombra” se cierne sobre su sucesor en la presidencia, Plutarco Elías Calles.

Obregón, de otro lado, tiene como primer titular de Educación Pública al intelectual oaxaqueño José Vasconcelos, cuya visión sobre el problema fundamental de México lo incita a impulsar la enseñanza normal y la escuela rural, y hace de la divulgación de los clásicos un lujo al alcance de quienes no pueden acceder a las ediciones comerciales.

El manco de Celaya, sin embargo, es un adicto al poder. Lo demuestra cuando, contra el principio de Sufragio efectivo, No reelección, que dio lema a la Revolución, logra desde su retiro que el Congreso de la Unión reimplante la reelección presidencial con dedicatoria expresa.

Es una etapa de suyo convulsa: Contra Calles se trama La Guerra Cristera, que tiene como leitmotiv el combate a la Constitución del 17, en especial aquellos artículos (del tercero/ Educación, al 130/ Separación Estado Iglesias), que tocan fueros y privilegios del clero católico.

Mención especial amerita el artículo 27 constitucional, que impuso la soberanía de la Nación sobre los recursos del suelo y del subsuelo, en cuyo caso limitó también el derecho de propiedad de las iglesias.

Desde que la jerarquía católica incitó a la sublevación contra el régimen constitucional al grito de ¡Viva Cristo Rey!, en su función de secretario de Gobernación del gobierno de Calles, Obregón puso a raya al clero beligerante.

El oscuro objeto del deseo

La mayoría de los historiadores de La Cristiada coincide en que los intereses petroleros norteamericanos e ingleses sonsacaron, al través de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, el levantamiento.

El 17 de julio de 1928 -es lo que motiva este tema-, ya reelecto presidente, Álvaro Obregón fue asesinado por el fanático religioso León Toral.

Un año antes, el 3 de octubre de 1927, en Huiztilac, Morelos, había sido eliminado el más peligroso rival de Obregón en la contienda, el general Francisco I. Serrano.

Al convocar el presidente interino Emilio Portes Gil a la elección presidencial para el periodo interrumpido por el asesinato de Obregón, el ex secretario de Educación, Vasconcelos, ya caído de la gracia de la “familia revolucionaria”, se enfrentó infructuosamente a la candidatura del Partido Nacional Revolucionario (abuelo en línea directa del PRI), Pascual Ortiz Rubio.

El oaxaqueño tuvo que exiliarse en los Estados Unidos después de llamar a la sublevación, sin ser escuchado.

El principio constitucional de No reelección fue restaurado y sólo en dos ocasiones visibles, Miguel Alemán Valdés, primer civilista presidente nominado por el PRI, y Carlos Salinas de Gortari, séptimo priista en turno, exploraron la posibilidad de la reelección para un segundo mandato inmediato.

Sobre esas dos tentativas se impuso, implacable, lo que en la jerga priista se conocía como el Sistema métrico sexenal, aquél impuesto por la fatalidad constitucional que establece: Presides y te vas. Seis años, no más.

En tiempos reeditados de ingobernabilidad, como los que marcaron la década de los veinte, no es aconsejable caer en tentaciones suicidas. De ahí nuestra recuperación de aquel imperativo que nos recomienda tener presente los errores del pasado para no incurrir en su repetición. La República no lo merece.

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