Casi toda la historia moderna de Latinoamérica ha sido una pasarela donde han desfilado por el sillón presidencial una caterva de merolicos; ufanándose de haber descubierto el hilo negro sobre el modelo de desarrollo económico nacional. En el mejor de los casos han resultado vulgares demagogos.
Javier Milei, el presidente argentino -a seis meses de haber comenzado a gobernar- ha sumido a la economía de ese país en una crisis profunda: recesión, devaluación, un acelerado empobrecimiento, despidos masivos, empresas paralizadas, obras inconclusas, salarios bajos contra la inflación, desplome de la producción y el consumo.
Líderes sociales manifestaron su indignación ante el derrumbe generalizado en la industria, la construcción y otros rubros: más de dos mil trescientas obras paralizadas; cien mil despidos y cientos de empresas cerradas. Ante tal desastre sus críticos alzan la voz, como la senadora Cristina López (senadora por Tierra del Fuego): “Necesitamos trabajar urgente ante un gobierno argentino de futuros presidentes como Milei; considero que es un enfermo mental, no es apto psicológicamente para gobernar. Solamente un enfermo mental manipulado por un grupito de cómplices caraduras, deudores sociales, mandan al congreso una ley base y un paquete fiscal en contra del pueblo trabajador; y los únicos beneficiarios serán los grupos empresariales”.
Nos han elegido como el territorio del embuste; llegan acompañados de los saqueadores para vendernos sus espejitos a cambio de oro: economistas, financieros, mercachifles de toda ralea, llegan diciendo que tienen la fórmula mágica para sacarnos del marasmo.
Hemos sido engañados por facinerosos de poca monta.