Voces del Periodista Diario

PALESTINA Y GAZA. LA HISTORIA

SILOGISMOS

Por Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010

El Emperador romano Tito, en el año 70 de la Era Cristiana  ordenó, por tercera vez, la destrucción del Templo de Salomón en Jerusalén y la expulsión de los judíos. Los conflictos en esa zona del Imperio ya tenían tiempo, pero los historiadores toman la fecha como referente para un fenómeno mundial: La Diáspora Judía.

Lo sucedido el pasado sábado 7 de octubre en Jerusalén, con el ataque masivo con misiles desde la Franja de Gaza, la incursión terrestre con milicias palestinas y la crisis mundial generada, es algo más que otro episodio en ese conflicto de poco más de dos mil años.

Palestina actual es la Phillistina de los tiempos bíblicos, la tierra de los palestinos, denominados originalmente phillisteos (filisteos), en guerra permanente contra los israelíes.

Hay especialistas en el tema que marcan el año 1880 como el comienzo del conflicto árabe israelí y a la vez se preguntan: ¿Por qué no hubo antes de esa fecha una inmigración masiva a la zona palestina? Eso, después de que la Palestina pasó por las manos de romanos, persas, bizantinos, árabes, cruzados, turcos otomanos.

Entre las explicaciones, se dice que los judíos se asentaron y progresaron notablemente en materia de comercio y finanzas, en Europa, Asia y África, donde tejieron una extensa red comercial.

Pero está también el asunto del Talmud de Babilonia, donde se afirma que Dios impediría a los israelitas rebelarse contra las naciones creando su propio Estado, emigrar a Tierra Santa, acelerar la llegada del Mesías, prohibiciones que son la base de la Doctrina de los Naturiei, rígidamente antisionista.

Una paradoja: Los gérmenes de la cuestión árabe/israelí surgieron en el mismo momento en que, en la época de las revoluciones liberales y la apertura de los guetos en Europa, y los Tanzimat en el Imperio Otomano. seguían produciéndose los progromos y actos episódicos más sutiles de antisemitismo, especialmente en Europa y Rusia y otras partes del mundo.

Fue en el contexto de los nacionalismos europeos y de la Hoskolah, la Ilustración Judía, que vio renacer la literatura y cultura judeo-europeas y que constituye la base actual del Estado Judío: El Sionismo.

Israel tiene 22 mil kilómetros cuadrados de superficie, seis mil menos que el estado mexicano de Nayarit. Su PIB per cápita llega a 53 mil 275 euros. Tiene nueve millones de habitantes que gozan de alto nivel de vida.

La Franja de Gaza dominada por el grupo terrorista Hamas tiene un millón 943 mil habitantes, que mal viven apiñados en 360 kilómetros cuadrados. Es la tercera entidad mundial más densamente poblada del mundo, detrás de Singapur y Hong Kong. (Éstos últimos, con PIB per cápita que superan los 60 mil dólares).

Después de la Primera Guerra Mundial, la Franja de Gaza fue parte del Mandato Británico de Palestina, de 1920 a 1948. La consigna sionista de un Estado Judío fue apoyada por los británicos y la Agencia Judía  se encargó de las compras de tierras y la emigración. (El gran escritor Arthur Koestler tiene un relato de adolescente en un Kibbutz).

De 84 mil judíos en 1922, en Palestina había unos 485 mil en 1942. Los árabes se comenzaron a sublevar.

Las Comisiones Peel (1937) y Woodhead (1938) recomendaron la partición del territorio en dos estados y el Libro Blanco de 1939 lo rechazó con la Segunda Guerra Mundial encima. Hubo una tregua y miles de judíos se alistaron en el ejército británico.

Pero cuando los alemanes fueron rechazados en el Medio Oriente, los sionistas desencadenaron una campaña terrorista contra Gran Bretaña al fin de la guerra.

Gran Bretaña traspasó el problema a la ONU, que aprobó en 1947 la Resolución 181, que dividía el territorio en los dos bandos: 55 por ciento para los judíos, Jerusalén bajo control internacional y el resto a los árabes, incluída Gaza.

Los enfrentamientos comenzaron de inmediato. Y no cesan.

En 1967 el conflicto llegó a un punto crítico: Egipto, con el carismático líder Nasser, apoyado por la URSS, con Jordania y Siria, se aprestaban para atacar.

Pero el ejército israelí sorprendió al mundo al ejecutar una especie de Blizkrieg (guerra relámpago) que los inventores del término, los nazis, jamás soñaron: En lo que se denominó Guerra de los seis días, la aviación israelí destruyó en sus propias bases a las fuerzas aéreas de Egipto, Jordania y Siria. Prácticamente ninguno de sus aviones de combate pudo despegar.

Ya muerto Nasser, en 1973, el sucesor, Anuar Al Sadat, atacó en el día festivo de los judíos, el Yom Kippur. Los tanques egipcios cruzaron el Canal de Suez entre los gritos de los soldados: “¡Victoria! ¡Victoria!, avanzaron sobre territorio israelí, pero no sin dificultades, fueron frenados.

Sadat reconsideró todo y aceptó pláticas de paz.

Vinieron momentos de conflictos menores, entre ataques de grupos de fedayines y propaganda patrocinada por la URSS y partidos socialistas/comunistas de Occidente.

En años recientes, el grupo ultrarradical Hamas ganó las elecciones en la Franja de Gaza.

Los momentos de moderación terminaron. Ya no hubo diálogo ni entendimiento posible. Pero los ataques contra Israel eran con misiles de manufactura doméstica, de capacidad ofensiva reducida y las incursiones de combatientes eran pocas y de poca efectividad.

Hasta el sábado siete. Se lanzaron misiles de alta tecnología proporcionados por Irán, país que entró al juego peligroso para desequilibrar la situación en el Medio Oriente.

Las consecuencias son obvias: Israel ya declaró “guerra oficial” contra Hamas. Ya no funcionarán las limitaciones impuestas por la ONU sino las leyes de la guerra.

Entra Estados Unidos directamente. Mientras tanto, otro aliado de Irán, Rusia, lidia con su propia bronca con Ucrania, atrapado en las trincheras y sin poder recurrir a otro reclutamiento forzoso.

El ataque de Hamas sorprende mucho, porque no tiene perspectivas ni militares ni políticas. Solo más hambre y muerte para los palestinos.

Y ya no tendrán el sueldo de los 20 mil padres de familia que disponían de visa de trabajo en Israel.

La condena de los países del mundo occidental contra Hamas ha sido unánime. Pero en México, el gobierno hace malabares que ya han sido señalados por la embajadora de Israel de forma tajante.

Hacerle al “imparcial”, dijo, es “respaldar el terrorismo”.

La pregunta es: ¿Seguirá AMLO escuchando las sandeces de Epigmenio Ibarra, el Taibo II y los “moneros” de La Jornada?

Ya lo han puesto en ridículo antes. ¿Porfiará en esas sandeces?

Tiene poco tiempo para rectificar.

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