“El papel del escritor es ser auténtico y ser fiel a sí mismo, a su talento”, afirmó el escritor indo-británico Salman Rushdie, quien ayer fue el gran protagonista de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara al abrir el Salón Literario y sostener en la tarde un encuentro con los representantes de los medios de comunicación.
El novelista nacido en Bombay en 1947, quien ha vivido la persecución desde 1989, cuando el ayatola Jomeini lo condenó a muerte (fatwa) por considerar hereje su novela Los versos satánicos, ya no desea escribir sobre la realidad contemporánea, sobre los temas de interés público. “Quisiera hacer un libro que no tenga nada que ver con las noticias de la semana. Eso ambiciono. La literatura no responde de la misma manera que el periodismo. Ahora tengo una sed de ficción. Mi estado de ánimo pasó al otro extremo del péndulo”.
Esta fue la reflexión que el autor de 11 novelas compartió tanto en su conferencia magistral como en la rueda de prensa: su idea de “volver a la ficción, a las historias que, aunque no son ciertas, esconden una profunda verdad”.
Tras recibir la Medalla Carlos Fuentes de manos de Silvia Lemus, viuda del autor de Aura, el narrador reivindicó ante un auditorio con lleno total el poder de las historias, de las fábulas y de los cuentos de hadas.
Dijo que “enamorarse de un libro o de una historia nos cambia de alguna manera, y ese cuento del que nos enamoramos se convierte en parte de nuestra imagen del mundo, en parte de la manera en que entendemos las cosas, y parte de la forma como juzgamos la vida y las opciones que tomamos en ella”.
El Premio Booker apostó porque en su literatura los límites entre lo mágico y lo real dejen de existir y consideró que la tradición realista está destinada a una interminable repetición. “Si buscamos innovación, lo nuevo, debemos girar hacia el irrealismo y su manera de abordar la vida, revivir el poder de lo fantástico y crear una ficción que sea más interesante que la realidad”.
Rushdie contó, en su conferencia magistral, su versión sobre Sherezada, la protagonista de Las mil y una noches, “una mujer de ciudad que confió en el hombre que estaba debajo del monstruo”, personaje que inspira su nueva novela Dos años, ocho meses y veintiocho noches (Planeta).
Con una seguridad discreta, el también autor de libros para niños fue presentado por el escritor mexicano Pedro Ángel Palou, quien lo definió como “un encantador de serpientes, un gran fabulador que estudió una maestría en Historia, un contador que une en su obra la historia oral y la ficción”.
Quien se dijo admirador de Juan Rulfo y amigo de Carlos Fuentes reconoció que desde que empezó a leer la literatura latinoamericana le resultó muy familiar y le gustó en especial la corriente del realismo mágico, de la cual se nutrió pero trasladándola a un contexto urbano.
“He sido un escritor de grandes ciudades. He pasado toda mi vida en tres urbes: Bombay, Londres y Nueva York. Y me gusta. Parece que el campo es para las vacas. Me gusta la manera en que hay historias a tu alrededor cuando estás en una ciudad”.
Detalla que le gusta representar a la ciudad en sus libros, sobrepoblando deliberadamente la narrativa.
“Nuestra historia personal está rodeada por otras historias que se van acumulando. A veces interactuamos con esas historias y otras las rechazamos, pero siempre estamos entre una multitud. Lo que hago en mis obras es contar una multitud de historias y que la principal se vaya abriendo camino entre todas”.
Y eso es lo que realizó en su novela más reciente. “Deseo seguir siendo el escritor que siempre he sido. No quería empezar a escribir libros asustado. No quería escribir sobre venganza, sino seguir escribiendo mis historias. Mis libros están en su propio camino”, concluyó.