En EE.UU., el profesor de análisis financiero, derecho y políticas públicas Gordon Klein ha demandado a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), donde trabaja, por suspenderlo injustamente tras un escándalo desatado cuando se negó a tratar a los alumnos afroamericanos con mayor condescendencia que a los demás.
Todo empezó el año pasado con un correo electrónico enviado el 2 de junio por un estudiante (no perteneciente a la comunidad afroamericana) en el que le manifestó una petición “conjunta” para que Klein ejerciera “compasión y condescendencia ante los estudiantes negros” en los exámenes finales, argumentando que existía una “tremenda preocupación” por el impacto de las evaluaciones “en la salud mental y física” de ese grupo.
El autor de la carta mencionó los asesinatos de Ahmaud Arbery, Breonna Taylor y George Floyd, la “conducta violenta” del Departamento de Policía de la Universidad de California y un episodio de agresión contra un afroamericano para transmitir “el miedo y la ansiedad que se agrava aún más por el efecto desproporcionado del covid-19 en la comunidad negra”. “A medida que nos acercamos a la semana de los exámenes finales, reconocemos que estas condiciones colocan a los estudiantes negros en una desventaja académica injusta debido a las circunstancias traumáticas fuera de su control”, escribió el alumno.
Klein se negó a tratar a los alumnos afroamericanos “como inferiores a sus compañeros no negros” y envió la siguiente respuesta: “¿Tenemos estudiantes que puedan ser de ascendencia mixta, como mitad negros, mitad asiáticos? ¿Qué sugiere que haga con respecto a ellos? ¿Una concesión completa o solo a la mitad? Además, ¿tiene idea de si algún estudiante es de Mineápolis? Supongo que probablemente ellos también están especialmente devastados. Pienso que un estudiante blanco de ahí posiblemente estaría aún más devastado por esto, especialmente porque algunos podrían pensar que son racistas incluso si no lo son”.
La respuesta del profesor fue compartida entre los estudiantes que la tacharon de “racista” y dio paso a una petición que exigía el despido de Klein y recolectó más de 20.000 firmas.
“Me sentí confundido y herido”
Tres días después de recibir el polémico correo electrónico y ante la campaña lanzada en su contra, el docente fue suspendido. Empezó a recibir amenazas de muerte, con sugerencias de que le hacía falta una “ducha de Zyklon B“, utilizado en las cámaras de gas de los nazis, y una semana más tarde incluso recibió protección policial.
La administración de la universidad no lo apoyó y hasta pidió disculpas en las redes sociales por la carta que había escrito, insinuando que el profesor violó los principios clave del establecimiento educativo, tales como garantizar “el respeto y la igualdad para todos”. “Me sentí confundido y herido. Desde el principio, mi idea era que todos los estudiantes, independientemente del color de la piel, debían ser tratados de la misma manera”, señaló Klein en su artículo donde explica por qué decidió demandar a la universidad.
“Un lugar inhóspito para las personas de color”
El profesor acusó al decano de la Escuela de Administración de UCLA Anderson, Antonio Bernardo, quien lo suspendió y le prohibió la entrada en el campus, de utilizar el escándalo para “distraer la atención de la reputación de la institución como un lugar inhóspito para las personas de color, por no hablar de su caída en picado en los ‘rankings’ de U.S. News & World Report y Bloomberg Businessweek”, y recordó que a diferencia de los profesores de ascendencia latinoamericana, los afroamericanos “llevan décadas sin recibir un contrato indefinido“, mientras que los alumnos negros constituyen solo alrededor del 2 % de todos los estudiantes.
El caso de Klein tuvo una amplia repercusión pública y recibió el apoyo del Comité para la Libertad Académica de UCLA, que condenó a Bernardo por violar los derechos del profesor y desalentar a otros de expresar sus opiniones libremente. Más de 76.000 personas de diferentes países firmaron la petición exigiendo la restitución del docente, y tres semanas después del escándalo, efectivamente, el profesor fue restablecido en sus funciones.
Sin embargo, según Klein, “la historia aún no ha terminado”, porque cuando lo suspendieron tachándolo de racista, perdió la mayor parte de sus ingresos anuales, que provenían principalmente de las consultas de los bufetes de abogados y otras empresas. “Ningún empleado debe acobardarse ante el poder de su empleador de silenciar los puntos de vista legítimos, y ninguna sociedad debe tolerar que los autócratas patrocinados por el Gobierno violen los mandatos constitucionales”, concluyó el profesor.