Voces del Periodista Diario

Una funeraria popular a la que todos recurren en Filipinas

Por Luca Pistone. Enviado

MALABON, FILIPINAS (Notimex) 25 de noviembre de 2018.- Todos los periodistas y policías de Malabon conocen muy bien los Eusebio Funeral Services, o, como lo suelen llamar, Eusebio.

Cuando se encuentran un cuerpo sin vida, los agentes de la policía científica llaman al número de Orly Fernández, el responsable de la funeraria, para que vaya a buscarlo. Su deber será hacer que el cuerpo esté presentable para la familia.

Desde 2001 Orly Fernandez dirige la funeraria Eusebio, ubicada en la calle Pampano Longos de Malabon, una ciudad de casi 400 mil habitantes pocos kilómetros al norte de la capital del país, Manila.

Orly, un hombre delgado de unos 60 años, vive con su esposa y sus dos ayudantes en el interior del edificio de la funeraria Eusebio.

Está muy implicado con su trabajo, hasta el punto de que muchos lo llaman Eusebio, que en realidad es el nombre del propietario de la funeraria.

Tengo confianza total del señor Eusebio. Llevo años dirigiendo la empresa con plena autonomía. Este es mi mundo”. Orly siempre se viste igual: unos pantalones grises, una camiseta interior blanca y un sombrero de paja.

Lleva unas gafas con cristales gruesos que le deslizan sistemáticamente hasta la punta de la nariz. El pelo, de un color negro cuervo, tiene la forma de casco.

Se sienta en un cómodo sillón de cuero detrás de un gran escritorio. Por todas partes, dispersos por el piso, hay tarjetas de visita y bloques de papel para apuntarse las citas. Detrás de él hay imágenes religiosas colgadas y un cartel que dice: “La autopsia es gratis”.

Nuestros precios son muy competitivos. Para un funeral de alguien que muere asesinado por asuntos relacionados con las drogas, que generalmente son los más pobres, pedimos 35 mil pesos (unos 660 dólares). Las otras funerarias pueden llegar a pedir más del doble”, dice.

Asesinatos por temas de drogas. En las últimas décadas los gobiernos de Filipinas se focalizaron mucho en la guerra contra el shaboo, una metanfetamina barata con efectos mucho más fuertes que la cocaína.

Pero desde la llegada del presidente actual, Rodrigo Duterte, en 2016, se registró un gran aumento en las operaciones policiales contra narcotraficantes y drogadictos.

Duterte, que goza de una gran popularidad, prefirió intensificar la represión en vez de invertir en políticas sociales dirigidas a prevenir el consumo de drogas.

Tanto en su país como en el extranjero se le acusa de ser el instigador de ejecuciones extrajudiciales. Según varias organizaciones de derechos humanos, desde el comienzo de su mandato son más de 20 mil las personas asesinadas relacionadas con el shaboo.

Orly, alias Eusebio, es un ferviente partidario de Duterte. “En realidad no cambió mucho en comparación con su predecesor, el presidente Aquino”, afirma.

“Lo que pasa es que ahora la oposición paga a los medios locales para mostrar que con Duterte hay más asesinatos que antes. Se trata de noticias falsas que pretenden hacer creer que la policía es responsable de estos asesinatos”. indica.

Los hechos hablan por si solos. Actualmente en Filipinas una persona a la que sorprenden consumiendo o vendiendo shaboo, muere.

A algunos los matan sicarios en moto que no se toman ni la molestia de taparse la cara; otros mueren en redadas de la policía, que se sospecha que trae armas a la escena del crimen armas y las coloca ad hoc para sostener que el agente tuvo que disparar en defensa propia.

Otros son ejecutados con un golpe en la cabeza y los encuentran en un charco de sangre al lado de una calle con poca luz; a algunos los descuartizan y los envuelven en celofán con una hoja de papel en la que hay escrito: “Soy un drogadicto asqueroso”.

Se trata de una violencia y unos abusos detestables que, sin embargo, enriquecen a las funerarias. Como la de Eusebio: “Tengo muchos contactos con la policía y, en particular, con la policía científica. Cuando encuentran a un muerto nos llaman y nosotros intervenimos”.

Prosigue: “Hay veces que tenemos que ir a recuperar incluso cinco o seis cuerpos en una noche. Pero me gustaría decir que no pagamos a nadie para que nos llamen”.

En Malabon se producen muchos asesinatos por drogas y nosotros en ´Eusebio´ nos convertimos en un punto de referencia, hasta el punto de que a menudo aviso yo a los periodistas cuando hay un nuevo muerto”, señala.

Ahora en Filipinas cuando se descubre un muerto por drogas, el cuerpo ni siquiera se lleva al depósito de cadáveres del hospital.

Al narcotraficante o el drogadicto de turno se lo quitan de encima de inmediato y, por supuesto, no a expensas del Estado. Esta es también la razón por la cual las agencias policiales tratan con las funerarias.

Una vez que se introduce el cadáver en la furgoneta de la funeraria, los policías pueden pasar a otra cosa.

En el caso de que nadie venga a reclamar el cuerpo -explica Orly-, lo envolvemos en una sábana blanca y lo llevamos al cementerio. Allí es enterrado junto con otros cuerpos no reclamados o no identificados”.

La Eusebio Funeral Services se encarga de todo. Para el velatorio, proporciona a la familia del muerto gigantografías, coronas de flores, velas y, por supuesto, el ataúd.

El día del funeral, durante el desfile, ponen a todo volumen las canciones favoritas del fallecido con unos enormes altavoces colocados en el coche fúnebre.

Orly concluye: “Ciertamente, no es agradable ver todas estas muertes violentas. Debido a mi profesión las tengo muy a mano, las vivo todos los días. Intento devolver un poco de dignidad a estos jóvenes asesinados”.

“Ahora estoy acostumbrado, duermo tranquilo por la noche. Lo que sí puedo decir es que todos estos narcotraficantes y drogadictos tienen que dejar ya el shaboo. Saben lo que les espera. Si les importa su vida, deben cerrar este capítulo inmediatamente”, enfatiza.

VP/Internacional/EZ

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