En el debate sobre la necesidad de privilegiar las energías limpias y renovables, la que procede del sol es la campeona por excelencia, capaz de cubrir de modo creciente las necesidades energéticas y sin las emisiones nocivas que, por ejemplo, emiten o podrían emitir las plantas de carbón, las termoeléctricas o las nucleares.
Pero en una población de Carolina del Norte eso no parece ser suficiente razón para que los vecinos del área acepten la instalación de “granjas” de paneles solares para generación de energía en su región. Algunos, incluso, ven esa infraestructura –que muchos consideran auspiciosa y deseable– como una amenaza a su comunidad.
Según informa el periódico Roanoke-Chowan News-Herald, en Carolina del Norte el concejo municipal del pequeño pueblo de Woodland (que tiene cerca de 800 habitantes) rechazó autorizar la instalación de una nueva granja de paneles solares en la región, conforme a un plan de la empresa Strata Solar Company, e incluso declaró una completa moratoria a la ampliación de esa infraestructura en su localidad (donde una planta ya ha sido instalada y otras dos, ya autorizadas).
Las razones para que la comunidad de Woodland haya dicho no más a este tipo de plantas tiene un componente pragmático y otro especulativo, aunque todas ellas están enraizadas en el sentir y las vivencias de los pobladores del lugar, según dice la nota de Jesús del Toro.
Una vecina, por ejemplo, se quejó de que su propiedad está ahora rodeada de granjas solares y que por ello ha perdido valor y señaló que los únicos que se han beneficiado son las personas que le han vendido su tierra a la compañías energéticas, mientras el pueblo no tiene opciones qué brindarles a sus jóvenes y poco a poco se va convirtiendo en “fantasma”.
Otra persona señaló que ha visto que en las áreas cercanas a las granjas solares hay plantas marchitas y muertas porque, indica, no estarían recibiendo suficiente luz solar, e incluso alertó sobre el elevado índice de muertes por cáncer en el área, aunque nadie ha podido confirmarle que los paneles solares no sean causa de ello.
Y en un extremo que resulta curioso, otro vecino dijo que las granjas solares absorberán toda la energía del sol, los negocios no llegarán al pueblo y los jóvenes se irán del lugar. Ciertamente, las dos últimas circunstancias podrían suceder, pero la noción de que esas instalaciones dejarían al sol sin energía resulta descabellada, al grado de que el periódico Daily Mail la mencionó de modo destacado como una de las razones que motivaron la no autorización de nuevas granjas solares en Woodland, si bien solo habría sido una entre muchas objeciones mucho mejor fundamentadas.
Representantes de las empresas de energía solar dijeron ante la comunidad de Woodland que sus paneles no tienen impactos negativos ni son tóxicos y que no se ha reportado en el estado pérdida de valor de las propiedades que se ubican cerca de ellas. Y desde luego aclararon que los paneles solares solo absorben la luz solar que cae directamente sobre ellos y, por ende, no dejarán en penumbra al pueblo ni abatirán al astro rey.
Con todo, la cosa tiene sus oscuridades, al menos en lo económico: la energía que producen y producirán las granjas solares ya aprobadas no está destinada específicamente para el consumo de Woodland, sino que es transferida al sistema eléctrico en general. Por ello, el costo de la electricidad no se reducirá en el lugar, ni iluminará el bolsillo de sus habitantes.
En todo caso, Woodland prefirió pasar por el momento y no ampliar su infraestructura de energía solar. Al menos, es de suponer, hasta que le vean mayores y más directos beneficios para sus habitantes.