Voces del Periodista Diario

El musical “Hello, Dolly!” inicia su travesía en el Teatro de los Insurgentes

* Daniela Romo y Jesús Ochoa encabezan elenco multiestelar

* Jason A. Sparks, responsable de la dirección y coreografía

* Es una producción enteramente diseñada para nuestro país

Por Eder Zárate

CIUDAD DE MÉXICO, 11 de octubre de 2018.- ¡Abordar! ¡Abordar!. Todo listo. Ya suena el silbato que anuncia su partida, el tren de Hello, Dolly! inicia su recorrido en la estación Teatro de los Insurgentes con destino final en la terminal de la felicidad absoluta, de la satisfacción total, para elenco, creativos, productores, pero sobre todo para el público, principio y fin de esta vía llamada teatro. El convoy está conformado por 10 vagones, todos cargados de talento, trabajo, dedicación, esfuerzo ¡Diez vagones de Diez!

En el primero se concentra el reparto. Y para una gran puesta en escena, el mejor de los elencos, encabezado por la siempre triunfadora Daniela Romo, quien regresa así a los escenarios teatrales, que vieron nacer su hoy prolífica y exitosísima carrera. El inmortal personaje al que da vida Daniela está acompañado por Jesús Ochoa, quien vuelve así a este género y al Teatro de los Insurgentes, en los que cosechó uno de sus éxitos más recientes. La pareja protagónica de esta puesta en escena, Daniela y Jesús, está acompañada por un gran elenco, integrado por Mauricio Salas, Jesús Zavala, Lujah, Marisol del Olmo, Gloria Aura, Joss Martell, Pahola Escalera, María Filippini y Arturo Echeverría, en los roles centrales.

Son tantos y su talento es tan enorme que hay actores y bailarines en el techo del vagón, en los pasillos, en las ventanas: Ellos son: Beto Torres, José Sampedro, Luis Gerardo Ayala, Marco Anthonio, Carlos Carrillo, César Iván Vázquez, Esteban Provenzano, Óscar Hernández, Alexo Fergo, Brian Mejía, Juan Pablo Escutia, Raymundo Montoya, Tomás Larraguivel, Roberto Hernández, Óscar Ugalde y Erasmo Pineda. Mientras que las cantantes, actrices y bailarinas que engalanan esta puesta en escena son: Eva Padrón, Virginia Álvarez, Mayte de Samaniego, Yoli Campos, Paulina de la Barrera, Tere Ríos, Bárbara Sepúlveda, Flor Acevedo, Patricia Caloca, Gloria Toba y Estrella Rubio.

El segundo vagón es mucho más pequeño, en él va una veintena de personas. 14 músicos, más sus siete suplentes. Además van el supervisor musical, Isaac Saúl; el director musical Víctor Manuel Aguilar; y el director adjunto, Edgar Ibarra. Y por supuesto sus instrumentos: violín, violoncello, contrabajo, sax alto, sax tenor, clarinete, flauta, piccolo, percusiones, batería, dos teclados, dos trompetas, dos trombones, y un pequeño yunque, que sirve para el sonido de las campanas. Un espacio amplio lo ocupa el percusionista que ejecuta al menos 15 instrumentos, uno de ellos es un objeto metálico (el yunque) que se resolvió con un tambor de frenos de automóvil… y hasta castañuelas.

En el tercer vagón se respira la concentración y el trabajo del equipo creativo, encabezado por el responsable de la dirección y coreografía, Jason A. Sparks, sin duda uno de los grandes del género en Broadway, donde es uno de los hombres más respetados en estas áreas. Muy de cerca de él ha trabajado Gabriela Aldaz, quien se queda como directora residente. Este es el vagón en el que se concentra el cuarto de máquinas.

Cuarto vagón: El maravilloso Nueva York de finales del siglo XIX ha cobrado vida gracias a los talentos y experiencia de Adrián Martínez Fraustro y Emilio Zurita, responsables del diseño de la fastuosa escenografía, que nos transmite una visión idealizada de Nueva York en 1890. Este tiempo, conocido como The Gilded Age, se caracterizaba por ser un periodo de prosperidad y reconstrucción tras la guerra civil en Estados Unidos, del apogeo de los emporios ferrocarrileros y de una obsesión por lo afrancesado.

El proceso de diseño y la escenografía partió de los espacios, colores, y atmósferas de varias postales colorizadas que se produjeron durante esa época y rinde homenaje al legado de la producción original de Broadway. Con un peso de 14 toneladas, los 11 cambios de escenografía se realizaron en un tiempo récord de apenas seis meses (desde su concepción hasta el estreno) y trabajaron en su construcción más de 70 personas de ocho talleres especializados.

Las dimensiones del escenario, y sobre todo el poco espacio con el que se cuenta en los desahogos fue el reto principal de este trabajo, a lo que hay que agregar la velocidad de las transiciones y las grandes dimensiones de las distintas piezas de escenografía, lo que exige gran precisión y coordinación tras bambalinas. El material que más se utilizó fue madera. El arco de proscenio y rompimientos se caracterizan por tener detalles arquitectónicos tallados a mano en madera por ebanistas de la Ciudad de México. También hay piezas cubiertas con hoja de oro, placas de ladrillo falso hechos con una preparación espacial de unicel recubierto con tela de manta y pintura y una gran cantidad de materiales adicionales para lograr la mejor calidad en los acabados de realización escénica.

Quinto vagón: Aquí viaja el colorido e impresionante vestuario, diseñado por Estela Fagoaga. Inspirado en la moda de los últimos 10 años del siglo XIX respeta totalmente la silueta en donde la cintura va muy ajustada y la cadera se vuelve muy prominente hacia la parte posterior con la ayuda de los polisones que eran pequeñas almohadillas que abultaban los vestidos. Las paletas de color son tres y éstas no están apegadas a la época en su totalidad; existe una manipulación del color siendo tonos más brillantes que los acostumbrados por la sociedad de 1890. Esta alteración en el color va de la mano con la propuesta de escenografía e iluminación en donde lo que se busca es tener más luminosidad y un tono más festivo.

Para la realización de este vestuario que comprende más de 200 cambios, fueron necesarios un grupo de 20 talleres de costura, sastrería, zapatería y sombrerería; más de 80 personas participaron en la elaboración de este vestuario en el que todo está hecho a medida de cada uno de los 38 ejecutantes escénicos. Los materiales predominantes en este vestuario son shantungs de seda, tafetas, casimires de lana, algodones y un sin fin de tejidos que se procura sean naturales por que reciben mejor la luz en el escenario. Todos estos trajes están aderezados con pasamanerías como listones de terciopelo, galones y encajes que enriquecen el diseño y le dan más profundidad a cada prenda. Son nueve personas del cuerpo técnico quienes se encargan día con día de dar mantenimiento al vestuario y ayudar a los actores a vestir y a hacer magia en los cambios rápidos de vestuario.

El más luminoso de los vagones es el sexto: En él viajan Carlos Atienza y Regina Morales, diseñadores de la iluminación que permite al público ver, admirar, disfrutar de cada detalle de este montaje, especialmente de la escenografía y el vestuario. La iluminación va de la mano directamente con la música. Es a partir de las notas que se define posición, ángulo, intensidad, color, tiempo de cada luminaria, de los cientos y cientos que dan brillo a este montaje.

Y para que se escuche de igual manera, soberbiamente, el diseño de audio es vital en un musical. Aquí está en manos de Miguel Jiménez, quien es el ocupante del séptimo vagón, en el que además del diseñador van 12 personas: las ocho que participaron en el montaje (diseñador de audio, dos asistentes de diseño de audio, mezclador de audio, jefe de audio y dos técnicos) y las cuatro personas que se encargarán del mismo en cada función.

Hello, Dolly! es sonoramente, una obra muy complicada, pues es un elenco muy amplio, y además tiene una música muy sonora, ligada a una coreografía intensa, lo que dificulta el microfoneo de la orquesta y elenco (especialmente los bailarines). La programación en las consolas, por ejemplo, fue complicada, ya que dado la cantidad de micrófonos que se usan, las consolas deben trabajar simultáneamente en “cascada”.

En el octavo vagón Pamela Vidal, es la coordinadora de producción, y Francisco Escárcega y Lissy Castro, son los productores ejecutivos, que están al frente de un equipo de cerca de 150 personas que participan directamente en cada presentación de Hello, Dolly!; entre actores, músicos, producción, vestuario, maquillaje, pelucas, y personal de apoyo en otras áreas.

El noveno vagón se ha reservado simbólicamente para los creadores de esta historia. Hello, Dolly!, uno de los grandes clásicos del teatro musical de todos los tiempos, cuenta con música y letras de Jerry Herman y libreto de Michael Stewart, y está basada en la obra The Merchant of Yonkers de Thornton Wilder. El musical se estrenó en Broadway bajo la dirección de David Merrick en enero de 1964. Esa producción original ganó 10 premios Tony, incluyendo el de Mejor Musical. Sigue siendo una de las producciones musicales de Broadway más representadas.

Apenas el año pasado, ¡Hello, Dolly! volvió a la Meca del Teatro, con la actuación de la enorme Bette Midler. Fue tal el impacto que el montaje ganó el Tony a la Reposición del 2017 y su protagonista se levantó indiscutiblemente como la Mejor actriz de musical. En México, este musical se ha presentado en dos ocasiones: en 1968 protagonizada por Libertad Lamarque; y en 1996 con doña Silvia Pinal.

Finalmente en el décimo vagón, y para empujar un proyecto de esta envergadura están: Tina Galindo, Claudio Carrera, Morris Gilbert y OCESA. Hello, Dolly! ofrecerá seis funciones a la semana: jueves y viernes a las 20:30 horas, sábados a las 17:00 y 20:30 horas y finalmente domingos a las 16:30 y 19:30 horas en el Teatro de los Insurgentes.

Es así de esta manera que Hello, Dolly! comienza hoy su travesía, hay muchos vagones con asientos disponibles… ¡A abordar!

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