BILBAO, (Sputnik), 3 de febrero de 2021 .— Los dos ministros de Sanidad que ha tenido el Gobierno español desde que comenzaran las vacunaciones contra el COVID-19 el pasado 27 de diciembre, Salvador Illa y Carolina Darias, han venido repitiendo desde entonces que para el verano estaría inmunizado el 70% de la población española.
Este mismo miércoles 3, en el Pleno del Congreso, Darias repetía, a preguntas de los diputados, que “avanzamos en el compromiso del 70% en el verano”, rebajando sensiblemente la rotundidad de las promesas iniciales.
Darías insistía en ese compromiso después de garantizar que para finales de marzo estaría vacunado al 80% de los mayores prioritarios y “gran parte” del personal sanitario.
Según el último informe de vacunaciones proporcionado por el Ministerio de Sanidad, hasta este martes2 se habían administrado 1.764.778 dosis y un 28,27% de esas dosis habían sido para las personas que ya han completado todo el proceso de vacunación que son 498.978, exactamente 80.459 más que el martes.
También en este mismo miércoles, Rafael Vilasanjuan, director de Análisis del Instituto de Salud Global de Barcelona, reconocía en la televisión pública que es “muy difícil, por no decir imposible que lleguemos a la inmunidad de grupo en verano, a ese 70%”.
Argumentaba este experto, que también es directivo de la Alianza Global para la Vacunación, que para ello España tendría que recibir “unas 56 millones de dosis en un periodo de 23 semanas, es decir, se debería estar vacunando a unos dos millones y medio de personas cada semana”.
El número de vacunas que llegarán a España en febrero, adelantado por la titular de Sanidad pocos minutos después de que Vilasanjuan hiciera estas consideraciones, será de cuatro millones de dosis.
Población resignada
Lo cierto es que, entre la población española, comienza a extenderse con cierta resignación la idea de que las vacunaciones irán lentas, a pesar de que la mayoría de los ciudadanos no manejen habitualmente los datos de esta campaña; algo que no ocurre por ejemplo con la incidencia acumulada del virus, ya que es lo que condiciona las restricciones a la vida cotidiana dictadas por las autoridades.