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China corteja la adhesión de Brasil a la Nueva Ruta de la Seda y deja al país en posición ventajosa

El interés de Pekín en integrar a Brasil en la iniciativa podría ser una herramienta para obtener inversiones, pero la adhesión debería ir acompañada de una “lista de requisitos” para que el país no quede en una posición subordinada como mero “piso de fábrica”, expresaron su opinión los analistas a Sputnik.
Lanzada en 2013, la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda abarca 150 países y pretende no solo impulsar el poder económico de China, sino también su influencia geopolítica. En julio, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva afirmó que su Gobierno estaba preparando una propuesta para unirse a la iniciativa a que se oponen firmemente Europa y Estados Unidos, Pekín, a su vez, los acusa de difundir desinformación para socavar la iniciativa.
En entrevista con Sputnik, expertos analizaron por qué Brasil tardó tanto en iniciar las negociaciones para adherirse a la iniciativa y cómo esta puede beneficiar al país.
El profesor de relaciones internacionales de la Fundación Escuela de Sociología y Política de Sao Paulo y coordinador del Centro de Geopolítica Observa China, Alexandre Coelho, expresó que para integrarse a la Nueva Ruta de la Seda, Brasil tendrá el importante desafío de mantener una política exterior equilibrada, “aprovechando la cooperación con múltiples socios para maximizar sus beneficios económicos sin alinearse exclusivamente con un bloque”.
Según él, este equilibrio es necesario porque la iniciativa china es fuertemente rechazada por Estados Unidos y los países europeos.
“La adhesión de Brasil a la Nueva Ruta de la Seda podría plantear problemas diplomáticos, especialmente con Estados Unidos y los países europeos, que han expresado su preocupación por la creciente influencia china. La participación en la iniciativa podría verse como un alineamiento más estrecho con China, lo que podría afectar a las relaciones de Brasil con estos socios occidentales”, agregó el experto.
Subrayó que el momento histórico exige cautela, ya que el mundo atraviesa un período muy inestable desde el punto de vista geopolítico, en el que las relaciones entre Washington y Pekín son muy tensas.
Ante la pregunta —en este contexto de inestabilidad global— sobre si la posible escalada de tensiones entre Argentina y China, alimentada por el Gobierno del presidente argentino, Javier Milei, podría beneficiar también a Brasil, Coelho señaló que esto ocurriría “solo si China reorienta algunas de sus inversiones o busca diversificar sus asociaciones en la región debido a las tensiones o a la inestabilidad en Argentina”.
“Brasil podría convertirse en un destino alternativo atractivo para estas inversiones [si se produce esta reorientación]. La estabilidad de Brasil y su importancia como socio económico en la región podrían ser factores decisivos en este contexto”, recalcó.
Por su parte, la profesora adjunta del Instituto de Economía y del programa de postgrado en economía política internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Isabela Nogueira, opinó que el interés por integrar a Brasil en la Franja y la Ruta procede más de China que de Brasil.
“En realidad, son los chinos los que están dando el paso. La presión viene de ellos para que Brasil se integre en la Nueva Ruta de la Seda. De hecho, hace tiempo que existe, y es posible o probable que se consolide ahora, durante la visita de Xi Jinping a Brasil, con motivo de la reunión del G20 en noviembre”, aseguró la analista.
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Al mismo tiempo, subrayó que, hoy por hoy, desde el punto de vista de los países alineados diplomáticamente con Pekín, Brasil sigue siendo el gran ausente con respecto al memorando de entendimiento de la Nueva Ruta de la Seda.

“Para China, desde el punto de vista de su poder simbólico, la adhesión de Brasil es importante porque supone un respaldo, un apoyo, un reconocimiento de la importancia y la validez política de la Nueva Ruta de la Seda como instrumento de política exterior”, indicó.

“Si miramos los datos acumulados hasta 2022, Brasil recibe casi la mitad de toda la inversión, de toda la IED china, que viene aquí a América Latina. (…) Está muy por delante de los demás socios. México, por ejemplo, solo recibió el 3% en el mismo periodo. Así que Brasil ya es un socio económico prioritario para China, ya recibe volúmenes significativos de IED aquí”, subrayó.

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Además, Coelho enfatizó que el momento de discutir la adhesión de Brasil a la Nueva Ruta de la Seda se ha vuelto propicio debido a la reciente intensificación de los diálogos diplomáticos y comerciales, incluyendo visitas de alto nivel y el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Destacó que, aunque Brasil no esté vinculado a la iniciativa, ya se ha “beneficiado enormemente de las inversiones chinas”, especialmente en el sector de generación y transmisión de energía, y cree que es posible que la adhesión al proyecto se consolide este año.
“Dada la proximidad de los acontecimientos, como la visita del presidente Xi Jinping a Brasil para la cumbre del G20 en noviembre y el reciente aumento de las relaciones bilaterales, es posible que Brasil dé un paso concreto hacia la adhesión a la Nueva Ruta de la Seda ya en 2024. Sin embargo, la decisión final dependerá de las negociaciones y de consideraciones estratégicas más amplias”, opinó.
Sin embargo, Coelho destacó que “la adhesión de Brasil, si se produce, debe combinarse con contrapartidas importantes desde el punto de vista estratégico para Brasil”.
“Para ello, el país debe actuar de forma más activa en las negociaciones con China para que pueda adherirse a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda con ganancias en términos de inversiones chinas, en particular en áreas relacionadas con la inteligencia artificial, la aviación brasileña y la construcción ferroviaria, no solo para conectar el país con el Pacífico, sino también para impulsar la infraestructura ferroviaria brasileña, que todavía es muy pequeña y no responde a la capacidad de producción que Brasil tiene en el área agrícola, por ejemplo”, aseveró.
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Según Coelho, en caso de adhesión a la iniciativa, los sectores más beneficiados serían: industria y tecnología, con la colaboración en proyectos de tecnología avanzada, como la producción de vehículos eléctricos y el desarrollo de tecnologías de la información. Más que eso, la energía, con inversiones en energías renovables, como la solar y la eólica, aprovechando el potencial natural de Brasil; agroindustria, con la ampliación del acceso al mercado chino de productos agrícolas, fortaleciendo la agroindustria brasileña; e infraestructuras y construcción, con el desarrollo de ferrocarriles y puertos, cruciales para el desarrollo económico sostenible de Brasil, así como otras infraestructuras críticas.
Además, agregó que la incorporación a la Nueva Ruta de la Seda podría ampliar las exportaciones brasileñas, facilitando el acceso al mercado chino de productos como la carne, el café, la fruta y productos de mayor valor añadido, como los aviones, así como el acceso a otros mercados participantes en la iniciativa, “impulsando las exportaciones brasileñas, especialmente de productos agrícolas y minerales”.
Otro sector beneficiado sería el de la educación y la investigación, con cooperación en programas de intercambio académico y desarrollo de competencias.
Por su parte, Nogueira expresó que es importante que la adhesión de Brasil venga acompañada de “una lista de exigencias” para Pekín.
“Necesitamos negociar bien, necesitamos tener acuerdos que incluyan la transferencia de tecnología de estas inversiones que se están haciendo, el engrosamiento de las cadenas de producción brasileñas, la participación de empresas brasileñas en el suministro de piezas, componentes, partes de esta industria, que haya una nacionalización de parte de las cadenas que se están trayendo aquí, ya sean paneles solares, automóviles eléctricos o trenes de alta velocidad”, subrayó.
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Agregó que esta negociación es importante para que Brasil “no quede en una posición subordinada, como un mero ensamblador de piezas, un mero piso de fábrica”. Según ella, las inversiones chinas que vendrán con la iniciativa podrían contribuir a la reindustrialización de Brasil.
“Es el papel del Gobierno brasileño negociar de forma competente, en línea con la política industrial y tecnológica, en línea con la idea de que necesitamos desarrollo tecnológico y producción nacional con tecnologías brasileñas, con empresas brasileñas involucradas en esta producción, para que no seamos solo un lugar de montaje”, explicó.
Según ella, esta negociación es crucial para que Brasil no reproduzca la dependencia que caracterizó las inversiones realizadas por Estados Unidos y Europa, que colocaron al país en una posición subordinada.
“Para que tengamos realmente la posibilidad de escalar en las cadenas globales de valor a través del contenido local, a través de la producción local, (…) para que no seamos sólo ensambladores de paneles solares chinos o ensambladores de automóviles eléctricos chinos”, concluyó.

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