Duro golpe para las autoridades iraquíes en su lucha contra el autodenominado Estado Islámico. El Ejército ha confirmado su retirada de la ciudad estratégica de Al Ramadi, que pasa a estar bajo control de la milicia yihadista. Los extremistas logran así asentarse a apenas 100 kilómetros de la capital, Bagdad.
Esta derrota supone un revés para el Gobierno, cuyo siguiente objetivo era liberar la región de Al Anbar, de la que Al Ramadi es la capital.
Para relanzar la ofensiva, las fuerzas armadas contarán con el apoyo de la llamada “Multitud Popular”, un grupo de milicias chiíes cuya participación ha sido autorizada recientemente por el Consejo de la provincia, de mayoría suní. Numerosos sectores habían mostrado su recelo, temerosos de que se repitiesen los abusos contra los suníes que se han denunciado en Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein en la que según numerosos testigos se produjeron ajustes de cuentas.
“Con la ayuda de Dios, lograremos la victoria. No nos conformaremos con menos – decía un portavoz de las milicias -. Seremos un apoyo esencial para las fuerzas de seguridad y un fuerte impenetrable para este país. Apoyaremos la legitimidad de Irak representada en el gobierno y el parlamento”, explicaba sin embargo Yousif al-Kilabi, uno de los portavoces de las milicias chiíes.
Expulsar a los miembros del EI de Al Anbar es fundamental como primer paso, según el Ejecutivo iraquí, para liberar posteriormente la provincia septentrional de Nínive, cuya capital es Mosul, segunda ciudad más importante del país que cayó en poder de los yihadistas el verano pasado.
Se estima que durante los enfrentamientos perdieron la vida más un centenar de personas, entre soldados y extremistas. El grupo yihadista llevaba ya días asediando Al Ramadi, lo que ha forzado a más de 133.000 personas a huir de la ciudad en las últimas tres semanas, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Con información de Euronews