El papa Francisco al Colegio Cardenalicio emitió el mensaje en el que exhorta a evangelizar sin pesimismos y con nuevos métodos: “el valor de perseverar y también a buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra”.
Mis pensamientos están con especial afecto a los Cardenales que, por razones de edad o enfermedad, han confirmado su participación y su amor a la Iglesia mediante la ofrenda del sufrimiento y la oración. Y quiero decirles que el otro día el cardenal Mejía tuvo un ataque al corazón, fue admitido a Pío XI. Pero se cree que su salud es estable, y ha enviado sus saludos.
Un pensamiento lleno de afecto y gratitud a su vez a mi venerado predecesor, el Papa Benedicto XVI, que durante estos años de su pontificado ha enriquecido y fortalecido a la Iglesia con su enseñanza, su bondad, su orientación, su fe, su humildad y su gentileza. Seguirá siendo una herencia espiritual para todos.
“Queridos hermanos cardenales, El Espíritu Santo, que da a cada uno de nosotros los dones diferentes, nos une en esta comunidad de la Iglesia, que rinde culto al Padre, al Hijo, y Él, el Espíritu Santo.
Como nos ha recordado tantas veces en sus enseñanzas y, más recientemente, con la valiente y humilde, el Papa Benedicto XVI, es Cristo quien guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza dadora de vida y unificar muchos hace un cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo. Nunca debemos caer en el pesimismo, una amargura que el diablo nos ofrece cada día, no caer en el pesimismo y el desánimo, tenemos la firme convicción de que el Espíritu Santo da a la Iglesia, con su aliento poderoso, el valor de perseverar y también a buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra”.
Queridos hermanos, vamos la mitad de nosotros en la vejez: la vejez es – me gusta decirlo – el asiento de la sabiduría. Las personas mayores han entrado en la sabiduría de la vida, como el anciano Simeón, el anciano Anna en el Templo. Y esa sabiduría se reconocen a Jesús Damos esta sabiduría a los jóvenes: el buen vino, que con los años se vuelve bueno, le damos a los jóvenes el conocimiento de la vida.
La poderosa intercesión de María, nuestra Madre, Madre de la Iglesia, encomiendo mi ministerio y su ministerio. Bajo la mirada materna, cada uno de nosotros puede caminar alegre y dócil a la voz de su Hijo divino, el fortalecimiento de la unidad, perseverando en la oración y el testimonio de acuerdo la fe genuino en la continua presencia del Señor.